Dolly Parton, un espejo en el que mirar a Estados Unidos
El libro de la veterana corresponsal Beatriz Navarro no es una biografía de la estrella del country, refleja más bien las glorias y miserias, los traumas y dilemas del país a través de la vida y la obra del mito de la canción
En una época dura de polarización política en Estados Unidos, Dolly Parton se ha erigido en algo parecido al único consenso de la nación: las dos Américas la adoran. Ese es tan solo uno de los motivos por los que vale la pena acercarse a la trayectoria de la gran estrella de la música country. Autora de temas inolvidables como Jolene, I will always love you (la balada que popularizó Whitney Houston en la película...
En una época dura de polarización política en Estados Unidos, Dolly Parton se ha erigido en algo parecido al único consenso de la nación: las dos Américas la adoran. Ese es tan solo uno de los motivos por los que vale la pena acercarse a la trayectoria de la gran estrella de la música country. Autora de temas inolvidables como Jolene, I will always love you (la balada que popularizó Whitney Houston en la película El guardaespaldas) o 9 to 5, todo un himno de la mujer trabajadora, Parton es también actriz, empresaria de éxito, filántropa y todo un fenómeno social.
Beatriz Navarro, corresponsal en Washington para La Vanguardia entre 2018 y 2021, ha trazado un retrato de Estados Unidos de la mano de una rubia legendaria. La mirada de la buena periodista, callejera y reflexiva, es palpable en cada capítulo del libro, que conecta diferentes aspectos de la figura de Parton con glorias y miserias, traumas y dilemas del país más poderoso del mundo.
El origen humilde de la estrella sirve para recordar la “guerra incondicional contra la pobreza” que el presidente Lyndon B. Johnson declaró en 1964 y que tenía en los Montes Apalaches, cuna de Parton, uno de los tristes lugares de referencia. También ayuda a asomarse con respeto a la figura del estadounidense del mundo rural, muchas veces tachado de hillbilly (paleto), y a contemplar la materialización del tan manoseado mito del sueño americano, en su mejor versión.
Dolly nació en 1946 en el seno de una familia de 12 hermanos, que vivía en una cabaña sin agua corriente ni electricidad, donde compartían cama de cuatro en cuatro. Esas vivencias han marcado una parte importante de sus letras, pero no desde el desgarro, sino desde la emoción. Y ella ha abrazado y dignificado el estereotipo de paleta (redneck), que sufrió especialmente al principio de su carrera.
En la refriega política, Dolly baila claqué. Ha logrado pasar de puntillas por los asuntos más controvertidos del último medio siglo sin alejarse de ninguna de esas dos Américas y, al mismo tiempo, sin molestar por no acabar de mojarse. El estallido de Black Lives matter en 2020 sí le hizo hablar: “Por supuesto que las vidas de los negros importan. ¿Acaso creemos que nuestros pequeños culitos blancos son los únicos que importan?”, respondió en una entrevista.
Su particular manera de practicar el feminismo —activo y precoz, pero sin mentar la bicha— refleja también el viaje político de mujeres que en los sesenta y los setenta dieron también su batalla por la igualdad
Su particular manera de practicar el feminismo —activo y precoz, pero sin mentar la bicha— refleja también el viaje político de mujeres que en los sesenta y los setenta dieron también su batalla por la igualdad, aunque de forma muy diferente de la de contemporáneas suyas, como Gloria Steinem. Su icónica imagen (voluptuosa de cuerpo menudo y cabellera rubia cardada) le brindó comentarios que en 2023 resultan impensables, pero ella ha hecho de ese aspecto excesivo un símbolo de poder.
La condescendencia con la que se ha mirado durante años a Dolly Parton desde Europa —y desde parte de Estados Unidos— recuerda también a esa misma condescendencia con la que Europa mira en ocasiones a América, o lo que llaman la América profunda o, casi más inquietante, lo que catalogan de la América real. Estas páginas ayudan a comprender este país contradictorio y brutal, soñador, luchador y fascinante.
Como advierte la propia autora, esta no es una biografía musical, ni lo pretende. Aun así, resulta difícil que no despierte curiosidad la obra de la artista, más allá de sus conocidos éxitos, y no siembre también apetito por un género en estado de gracia y que acostumbra a sentar a los estadounidenses en el diván.
En una entrevista en EL PAÍS, en 2022, Dolly Parton definió la música country de esta manera: “Es un instrumento de comunicación universal muy efectivo porque cuenta historias normales sobre gente normal de una forma extraordinaria. Es básicamente música sencilla, narrada de una forma no tan sencilla”. Podemos decir que Beatriz Navarro ha hecho, tal vez, lo opuesto: ha contado un universo anguloso, nada sencillo, de un modo cercano y, al mismo tiempo, único.
Dolly Parton. Un retrato americano
RBA, 2023
272 páginas. 18 euros
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