La mirada más allá de las promesas de lo representado
La sala Kutxa Kultur Artegunea de San Sebastián acoge una exposición de ocho fotógrafos asiáticos que indaga en cómo nos aproximamos a las imágenes, al tiempo que plantea cómo influye la proximidad cultural en su lectura
La primera vez que Bohnchang Koo (Seúl, Corea del Sur, 1953) vio una de las bellas vasijas luna, que durante la dinastía Joseon pasaron a ser un signo distintivo de la cerámica coreana, fue ojeando una revista japonesa. Aquella olla de porcelana, blanca y minimalista, reproducida en la fotografía de una habitación, supuso una revelación para el autor, que abandonaría la fotografía callejera para bucear en el tiempo y en la poética del vacío. Guiado por una fascinación similar a la que mantuvo al pintor ...
La primera vez que Bohnchang Koo (Seúl, Corea del Sur, 1953) vio una de las bellas vasijas luna, que durante la dinastía Joseon pasaron a ser un signo distintivo de la cerámica coreana, fue ojeando una revista japonesa. Aquella olla de porcelana, blanca y minimalista, reproducida en la fotografía de una habitación, supuso una revelación para el autor, que abandonaría la fotografía callejera para bucear en el tiempo y en la poética del vacío. Guiado por una fascinación similar a la que mantuvo al pintor Giorgio Morandi en jaque durante su solitaria existencia, el fotógrafo se dispuso a revelar la invisible presencia de la vida en una serie de silenciosas y elegantes tomas titulada Moonrise Vessels (Vasijas de la salida de la luna). Una tipología realizada a lo largo de 15 años durante los cuales el autor fue retratando las cerámicas pertenecientes al reino dinástico coreano de cinco siglos (1392-1910), desperdigadas por 16 museos. Y en cuya frágil y austera belleza, en “sus cicatrices desgastadas” y en “sus delicadas asimetrías”, está contenida una parte de la historia de su país, que hace alusión a la incautación cultural que trajo consigo la invasión japonesa de la península coreana.
Es precisamente esta intención camuflada la que ha dado pie a La textura de las promesas, una exposición que reúne la obra de ocho artistas procedentes de distintos lugares de Asia: Gao Bo, Sukanya Ghosh, Takahiro Mizushima, Weixin Chong, Wang Juyan, JI Zhou, Woong Soak Teng y Bohnchang Koo, e invita al espectador a cuestionar la fácil identificación con esa primera textura en la que descansa su mirada, así como la fidelidad de la obra con la realidad, para indagar en cómo uno se aproxima a las imágenes, en qué lee en ellas y desde dónde las lee, al tiempo que plantea cómo influye la contigüidad cultural y los estereotipos en esta lectura. Los fotógrafos seleccionados “exhiben modos diferentes de representar la realidad, a menudo erosionando voluntariamente la legibilidad de sus obras”, apunta Alejandro Castellote, comisario de la muestra. Se trata de obras cargadas de una belleza tan exquisita como radical, que agitan nuestra imaginación “a través de metáforas visuales para visibilizar el carácter profundamente subjetivo de nuestra percepción y la inestabilidad de la memoria y el relato histórico”.
De esta forma, la primera planta de la sala Kutxa Kultur Artagunea de San Sebastián da cabida a los fotógrafos cuyas propuestas proporcionan al visitante, en cierto modo, una abundancia de datos. Una información que se ve contrarrestada con una disminución en la luz de la sala, que fuerza al espectador a acercarse y concentrarse sobre las imágenes, como es el caso de la obra de Takahiro Mizushima (Japón, 1988), cuya serie Long Hug Town (La ciudad del largo abrazo), realizada entre 2014 y 2019, ofrece un fresco y honesto acercamiento de los habitantes del barrio Ohta- Kude de Tokio. Un relato que transcurre a cielo descubierto en la oscuridad de la noche, donde resuena la memoria del propio fotógrafo cargada de complicidad hacia los solitarios e indomables personajes que dan forma al presente, envuelto en una atmósfera que se enrarece mediante el flash y un hábil uso del color. Una obra originalmente publicada en formato de libro que en la pared adquiere la forma simbólica del skyline de la ciudad de Tokio, donde la parte más ingrata de ver de la serie ocupa la parte inferior de la silueta . A esta precisa narración se contrapone una delicada escultura fotográfica elaborada mediante la concatenación de frágiles imágenes arrugadas, fotografías tomadas años más tarde por el fotógrafo en Taipéi, China, en las que a duras penas el visitante consigue identificar algo en concreto. Al mismo tiempo que una proyección en vídeo muestra, de forma muy rápida, cientos de fotografías encadenadas, que tienen como protagonistas a aquellos desconocidos a quienes Mizushima retrató con el sentimiento de extranjería que normalmente experimenta un autor cuando se enfrenta a una cultura distinta a la suya.
“¿Cuál es el mejor camino a seguir para escapar de un bosque de dimensiones conocidas?”, planteaba el matemático Richard E. Bellman en 1955, interrogación de la que se hace eco la videoartista y diseñadora gráfica Sukanya Ghosh (India, 1973) en Isosceles Forest (Bosque Isósceles). Un evocador vídeo, o “collage óptico”, tal y como se refiere a él la propia autora, que ahonda en la memoria; en ese inabarcable bosque de imágenes en el que transitamos donde las dimensiones han dejado de ser conocidas y se disuelven unas en otras. La autora hace uso de las fotografiás de los álbumes familiares. De personajes que han perdido toda conexión con su procedencia cuando ya nadie sabe quienes son, y cuya identidad trata de restaurar la autora mediante trazos y líneas, fragmentos que aluden a una tarea imposible, a dar un orden lógico a cómo aparecen las imágenes en la memoria con el fin de reconstruirla. En paralelo, la artista presenta una serie de collages fotográficos. Retratos reconstruidos mediante ese proceso de estratificación y borrado que se encuentra en el núcleo de los planteamientos artísticos de la autora.
La reconstrucción de la imagen es algo que también aborda desde distintos planteamientos Gao Bo (China, 1964) en Tibet 1985 -1995. Offrandes (Ofrendas), donde recupera las imágenes tomadas en su primer viaje al llamado Techo del Mundo para intentar insuflarlas de los intensos sentimientos experimentados durante aquel periplo. Para ello utilizará su propia sangre, y también la de algunos de los personajes a quien se encontró para, como ofrenda, caligrafiar de forma ilegible lo que el denomina como “el lenguaje del alma”.
Las alusiones a nuestra relación con la naturaleza están muy presentes en la segunda planta de la sala, donde Ji Zhou (China, 1970) hace uso también del collage para desafiar a la percepción del visitante. De ahí que en Greenhouse #3 (Invernadero #3) reconstruye un invernadero a través de decenas de imágenes, todas ellas tomadas en momentos distintos del día, con distintas texturas y superpuestas en distintas escalas y dimensiones que no terminan por encajar. Todo ello para crear una ilusión del mundo real, de una representación de lo natural con un significado artificial que nos lleva a reflexionar sobre nuestra relación con la realidad. De igual forma los silenciosos paisajes presentados en forma de biombo de Wang Juyan (China, 1993), Xian Guan, plantean un juego visual al espectador que cuanto más se acerca menos ve. “El autor toma como referencia el solipsismo de Ludwig Wittgenstein”, advierte el comisario, “esa facultad de pensar en la que uno solo reconoce como verdadero el mundo que él ve”.
Las cascadas de seda de Weixin Chong (Singapur, 1988), Suiseki Softfalls (Cataratas Suiseki) invierten el significado simbólico del uso del mármol a lo largo de la historia y sus asociaciones con el poder y el prestigio. Se trata de sedas impresas que muestran la superficie del mármol ampliada, donde la dureza de la piedra queda transmutada pero no así su fragilidad. El interés de Woong Soak Teng (Singapur, 1994) por la relación de los humanos con el mundo natural dentro de los espacios urbanos dio pie a Ways to Tie Trees (Maneras de atar árboles), 2015 – 2018. Una serie fotográfica que hace alusión a la manipulación a la que es sometida la naturaleza para la artificiosa creación de espacios verdes en Singapur. “El desapego emocional y la frialdad de estas fotografías es metáfora del desinterés que esta metodología suscita en los ciudadanos”, señala Castellote. Una mirada más dentro de este rico y profundo conjunto de planteamientos visuales que no solo nos acerca a otras culturas sino que subraya , tal y como destaca el comisario, “la capacidad de la fotografía de abrir las puertas al conocimiento a través de la metáfora para además de los que es visible transportar el significado a algo mucho más complejo y con muchas más capas de significado”.
La textura de las promesas. Kutxa Kultur Artagunea. San Sebastián. Fundación Kutxa. Edificio Tabakalera. San Sebastián. Hasta el 19 de febrero.
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