Roe Ethridge, el fructífero intercambio entre el arte y el comercio
Un monográfico recorre la trayectoria del artista, donde las dos vertientes de su andadura profesional se difuminan dando forma a una de las obras más representativas de la fotografía estadounidense actual
Roe Ethridge (Miami, 1969) se encontraba en los inicios de su trayectoria cuando Philip-Lorca diCorcia le advirtió de la conveniencia de encontrar su propia voz. “Tengo más de una”, contestó el joven consciente de su tendencia a la multiplicidad de perspectivas. De ahí que, a lo largo de los años haya dado forma a un estilo tan inclasificable como característico en sus paradojas. Una manera de mirar al mundo que al fotógrafo le gusta comparar con una fuga musical, donde la armonía se da de la man...
Roe Ethridge (Miami, 1969) se encontraba en los inicios de su trayectoria cuando Philip-Lorca diCorcia le advirtió de la conveniencia de encontrar su propia voz. “Tengo más de una”, contestó el joven consciente de su tendencia a la multiplicidad de perspectivas. De ahí que, a lo largo de los años haya dado forma a un estilo tan inclasificable como característico en sus paradojas. Una manera de mirar al mundo que al fotógrafo le gusta comparar con una fuga musical, donde la armonía se da de la mano con la discordancia y las distintas voces se interponen unas sobre otras; o con una fuga mental, el estado en el cual durante un tiempo uno pierde el sentido de su propia identidad. Sensaciones que proceden de diferentes dominios, tan íntimas como genéricas, que han situado al fotógrafo como una de las voces más representativas de la fotografía estadounidense de los últimos tiempos.
American Polychronic (Mack), se presenta como una especie de catálogo razonado de la obra de Ethridge. El monográfico reúne más de 400 fotografías pertenecientes tanto a la obra realizada como encargos editoriales y publicitarios como a su obra personal, todas ellas realizadas entre 1999 y 2022. Una nota al final del libro explica al lector la secuenciación de las fotografías, un orden cronológico en el cual la obra artística se presenta de la más antigua a la más nueva, partiendo de la primera página, mientras la obra comercial adquiere el orden contrario; de las imágenes más nuevas a las más antiguas. Las páginas no llevan numeración y, con el fin de despistar aún más al lector en su tránsito por un universo de conexiones inverosímiles y eclécticas contraposiciones, los pies de foto se encuentran dispersos como pantallazos a lo largo del libro, imágenes que quedan integradas dentro del corpus artístico. Aquello a lo que el fotógrafo se refiere como la “polución cruzada de la práctica artística con la práctica comercial” alcanza sus cotas más altas en esta publicación.
Si algo define a Ethridge es el fructífero resultado de este intercambio. Su capacidad para haber sabido ensanchar tanto el escenario de la fotografía artística como el de la fotografía comercial redefiniendo ambos campos bajo los propios términos del autor (una doble vía explorada por otros fotógrafos como Juergen Teller y Wolfgang Tillmans), a través de una aproximación tan fresca como abigarrada que nos habla de su necesidad de transformar las expectativas, tanto las del autor como del espectador. El punto de inflexión que definió su trayectoria tuvo lugar en 1999, cuando el fotógrafo recibió el encargo de fotografiar a la editora Katrryn Neale para la revista Allure. Fue entonces cuando se percató de que una de las polaroids realizadas durante aquella sesión resultaba muchísimo más sugerente que el proyecto personal en el que trabaja entonces, anclado en una base conceptual. Desde entonces el fotógrafo ha centrado su búsqueda en encontrar nuevas formas, en aventurarse en lo inesperado, bien a través de imágenes que se refieren a su entorno más íntimo como a otras que nos muestran el ámbito de lo común. En su obra se conjuga el dominio técnico requerido por el ejercicio comercial con un talante más reflexivo que alude al significado de la fotografía en el mundo actual. Es capaz de convertir lo familiar en algo extraño; de combinar los estándares más tradiciones de belleza con lo kitsch. De igual forma, crea nuevos significados mediante el establecimiento de insospechadas conexiones, en un intento por desafiar a aquella delimitación que rodea a la fotografía, por la cual lo que hace el fotógrafo debe ser comprensible, algo que no ocurre con la pintura.
Así, en la fotografía de Ethridge no hay distinción entre el documento y lo construido, entre lo creado y lo apropiado o entre el arte y lo editorial. Su talante experimental es el camino para evadir las categorías existentes, para reflexionar en las características de una América construida a través de distintas voces que reverberan en una sola mirada.
American Polychronic. Roe Ethridge. MACK Books. 480 páginas. 58 euros.
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