Pilas de libros para dar y tomar
En EE UU, la orgía de consumo que comienza el Black Friday y culmina en las fiestas “estacionales” llega en un momento en el que, a consecuencia de la pandemia y sus secuelas, las perspectivas son más inciertas que nunca
Breve estancia en Nueva York, la metrópoli financiera y cultural del imperio, este año más cambiada que nunca, por muy increíble que esta afirmación resulte aplicada a una ciudad que nunca es igual a la última vez que la vimos. Y no me refiero a la fisonomía de su skyline, con el centro de gravedad de sus rascacielos de oficinas y viviendas de lujo en la zona de Hudson Yards, en la que antes fue la cutrosa (y peligrosa) Hell’s Kitchen, la “cocina del infierno”. Los cambios a los que me refiero son más profundos y afectan más...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
1. NYC
Breve estancia en Nueva York, la metrópoli financiera y cultural del imperio, este año más cambiada que nunca, por muy increíble que esta afirmación resulte aplicada a una ciudad que nunca es igual a la última vez que la vimos. Y no me refiero a la fisonomía de su skyline, con el centro de gravedad de sus rascacielos de oficinas y viviendas de lujo en la zona de Hudson Yards, en la que antes fue la cutrosa (y peligrosa) Hell’s Kitchen, la “cocina del infierno”. Los cambios a los que me refiero son más profundos y afectan más a la gente: multitud de comercios de barrio con las persianas echadas para siempre, especialmente en Manhattan-Sur; grandes cadenas, o sucursales, desaparecidas (Gap, Uniqlo, J. C. Penney, Century 21, por citar solo algunas). La orgía de consumo que comienza el Black Friday y culmina en las fiestas “estacionales” (así muchos consiguen evitar citar la Navidad en una ciudad donde se practican todas las religiones de la Tierra) llega en un momento en el que, a consecuencia de la pandemia y sus secuelas sanitarias (menos del 60% de los estadounidenses están completamente vacunados) y económicas (crisis de abastecimientos, alza de los combustibles, aumento general de precios), las perspectivas son más inciertas que nunca. Eso sin contar con la profunda crisis política que se vive en ese país dividido en el que la realidad cotidiana desmiente los deseos universalistas, optimistas y whitmanianos que expresaba en la ceremonia de la inauguration presidencial la bardo (el DRAE no recoge “bardesa”) oficial Amanda Gorman (La colina que ascendemos, edición bilingüe en Lumen). Paradójicamente, una de las cosas que parecen seguir funcionando razonablemente bien es el comercio del libro. Ya se sabe: es barato y manejable, su tiempo de consumo es mayor que ningún otro, se puede usar en casi cualquier circunstancia y existe una amplísima oferta de títulos y temáticas. Y, sin embargo, también en las librerías se han producido significativas transformaciones: en las grandes cadenas hay menos libros y más pensados para hacer caja, más mainstream, por así decirlo, acompañado de más merchandising asociado a la lectura. Un ejemplo: en la antes cabalmente generalista Barnes & Noble de Union Square, la antigua excelente sección de crítica y estudios literarios ha sido casi totalmente laminada y sustituida por mangas de todo tipo y condición. Eso no quiere decir que no existan muchas magníficas librerías, pero casi todas son independientes, desde la pequeña pero exquisitamente dotada McNally Jackson de Prince Street hasta la completísima (en ensayo y libro académico) Book Culture en sus dos locales de Columbia, por no citar a la cada día más creciente pléyade de pequeñas y medianas librerías especializadas en todos los géneros y materias, tanto en Manhattan como en Queens o Brooklyn.
2. Regalazos (I)
La pandemia y el ahorro forzado de las familias que han podido hacerlo son los responsables del ambiente optimista para estas fiestas entre los profesionales del libro, tanto en Estados Unidos como aquí mismo. A mi vuelta me he encontrado con que ha aumentado exponencialmente el número de libros publicados en el último mes pensando en los regalos navideños. Son tantos y tan variados que me veo obligado a crear una subsección en el Sillón de Orejas para señalar, siempre desde mi punto de vista culposamente subjetivo y discutible, los que considero más susceptibles de interesar a un lector/a más bien culto/a para regalarse o para regalar. Ahí van los primeros que selecciono, un trío de sabor bastante clásico. Uno: después de muchos años inencontrable (o encontrable mediante el pago de cantidades desorbitadas en librerías de anticuario), Alfaguara vuelve a reeditar (ahora en rústica y en cofre, indivisible y a 89,90 euros) los cuatro volúmenes de La Biblia del Oso en la traducción del gran Casiodoro de Reina (Basilea, 1569), y según la misma edición, dirigida por José María González Ruiz, que la misma editorial (entonces parte del grupo Santillana y hoy de Random House) publicó en 1987, cuando la histórica editorial estaba dirigida por José María Guelbenzu y Felisa Ramos era la editora. La nueva edición, de la que se ha ocupado Pilar Álvarez, incluye una nueva presentación de Andreu Jaume en la que se enfatizan las excelencias de una traducción cuyo castellano, junto con el de Cervantes y Bernal Díaz del Castillo, constituyen otras tantas cumbres del idioma común de los pueblos hispánicos. Dos: justo medio siglo después de que el Comité del Nobel le concediera el galardón más preciado “por una poesía que con la acción de una fuerza elemental da vida al destino y los sueños de un continente”, Seix Barral publica el segundo volumen (años 1948-1954) de la Poesía Completa de Pablo Neruda; este tomo, a cargo, como el anterior, de Darío Osés y Mario Verdugo —aunque la editorial se haya empeñado inexplicablemente (o quizás no tanto) en ocultar sus nombres—, incluye hitos tan importantes de la poesía nerudiana como el ‘Canto general’ o ‘Los versos del capitán’ y muchos otros compuestos durante su exilio, la Guerra Fría, la todavía militancia estalinista del autor y su pasión clandestina por Matilde Urrutia (24 euros). Tres: estirpe y sentido auténticamente chileno posee sin duda La Araucana, de Alonso de Ercilla (edición de Luis Íñigo-Madrigal; Biblioteca Castro, 50 euros), el fundacional poema épico en octavas reales sobre las guerras de Arauco, provocadas por el levantamiento mapuche contra la codicia y la crueldad de los soldados de Valdivia —torturado y muerto el día de Navidad de 1553—, en el que se entremezclan las acciones bélicas, sin escatimar la vesania de los conquistadores, ni ocultar la nobleza de los araucanos, con el relato de raigambre casi etnográfica de costumbres, mitos y anécdotas de los indígenas de la más austral de las tierras conquistadas. Tres clásicos muy diferentes y tres estupendos regalos.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.