Jardines en la selva

La autora teje eficazmente una trama de ida y vuelta, dos partes entrelazadas en pespuntes y cadenetas de datos históricos y obras de arte hechas por mujeres

La escritora mexicana Jazmina Barrera.Érick Baena Crespo EDITORIAL TRÁNSITO

Hay un pasaje extático en La modernidad empieza con la aguja donde la escritora Margo Glantz defiende una historia matrilineal de puntadas subversivas “inscritas entre los límites perfectos de un bastidor que restira la tela y permite el pausado ir y venir del hilo que traza corazones, flores y palomas amorosas. En la escritura femenina hay siempre esa cadencia, ese ritmo de lanzadera, recordando el futuro incierto de las reinas que serán esclavas dentro de la casa, condenadas al dolor del parto y al sudor de la fre...

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Hay un pasaje extático en La modernidad empieza con la aguja donde la escritora Margo Glantz defiende una historia matrilineal de puntadas subversivas “inscritas entre los límites perfectos de un bastidor que restira la tela y permite el pausado ir y venir del hilo que traza corazones, flores y palomas amorosas. En la escritura femenina hay siempre esa cadencia, ese ritmo de lanzadera, recordando el futuro incierto de las reinas que serán esclavas dentro de la casa, condenadas al dolor del parto y al sudor de la frente”. La cita abre en canal —literalmente, por la página 117— la novela Punto de cruz, y es también el patrón sobre el que su autora, Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) tejerá eficazmente una trama de ida y vuelta, dos partes entrelazadas en pespuntes y cadenetas de datos históricos y obras de arte hechas por mujeres.

El relato se centra en la amistad de tres adolescentes, Mila, Dalia y Citlali, a punto de entrar en la edad adulta. La primera recibe la noticia de la muerte de Citlali, ahogada en las costas del Senegal, y la tristeza por la pérdida se mezclará con el recuerdo detallado del tiempo en que urdieron complicidades, también de la bruma del presente (la pubescencia es dudosa y babélica) cuando afloran deseos y frustraciones.

Lo más convincente del libro —porque trasciende la perseverancia de su autora en contarnos los amores y desapegos de las tres mujeres en sus viajes por París y Londres— es cómo el flujo y reflujo de la historia del bordado deseca y anega el relato: se habla de tipos de punto que desaparecerán cuando dejen de moverse las últimas manos que lo practican —como si fuera una lengua— pues sirvieron de formación y mantenimiento de las comunidades para que las mujeres se comuniquen con otras; de telas y objetos expuestos en museos (momias egipcias, la Ofelia de Millais, Louise Bourgeois), música (The Kinks, PJ Harvey), libros (Jane Eyre borda mientras observa cómo golpean a su amiga en el internado, o la propia Jazmina Barrera, que heredó de su abuela Manual de costura para damas, de 1886). Los siglos no han transformado prácticamente en nada la técnica del tejido, pero sí sus “textos”. Son jardines en la selva.

Punto de cruz

Autor: Jazmina Barrera.


Editorial: Tránsito, 2021.


Formato: tapa blanda (234 páginas, 18,90 euros).

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