Por el buen periodismo

Escribí hace unos años de una novela de la escritora y periodista Berna González Harbour, con motivo de la publicación de Margen de error (2014), que su comisaria María Ruiz había llamado a mi puerta para quedarse. No soy un entendido en la materia criminal de ficción, pero percibo el sustrato narrativo y el respeto por la forma novelística que se esconde detrás de una obra del género policiaco. Y también cuando ese sustrato está ausente. Y así fue, ...

Escribí hace unos años de una novela de la escritora y periodista Berna González Harbour, con motivo de la publicación de Margen de error (2014), que su comisaria María Ruiz había llamado a mi puerta para quedarse. No soy un entendido en la materia criminal de ficción, pero percibo el sustrato narrativo y el respeto por la forma novelística que se esconde detrás de una obra del género policiaco. Y también cuando ese sustrato está ausente. Y así fue, Harbour-Ruiz se quedaron. Ahora retorna Berna González Harbour con una impecable nueva novela, El pozo, sólo que lo hace sin la sagaz comisaria y sin el encuadre de intriga que la rodeaba. No hay una indagación criminal en El pozo, pero la hay de otra naturaleza, no menos importante ni significativa. Se habla en su contraportada de un thriller, pero no es absolutamente cierto. Sí que se trata de una investigación moral, como la que también existe en toda novela de intriga que se precie. Y esa investigación la llevan a cabo una reportera de televisión y el pragmático cámara que siempre la acompaña en sus reportajes. Greta Cadaqués, que así se llama la protagonista, debe cubrir, por una parte, la caída en un pozo de una niña, y por otra, asistir como miembro de un jurado al juicio por el presunto asesinato de una mujer a manos de su hijo. No hay por lo tanto policías, sólo un presunto crimen en el fondo del relato y una indagación que gana en el libro absoluta preeminencia. Una novela de género, tal vez, pero del periodístico, del que trata de alertarnos sobre lo que se cuece detrás de los despachos de los mandamases de medios de comunicación, sean televisivos, radiales, digitales o en papel. La búsqueda del más premeditado y alevoso sensacionalismo, sin contar con el sufrimiento de las víctimas, en todo caso aprovechándose de ellas para incrementar sus audiencias.

Se da la circunstancia de que precisamente en estos días se ha publicado un libro de similar tema, aunque centrado específicamente en los periódicos de papel y digitales; me refiero a Papel, del colega de la autora en este mismo diario Jesús Ruiz Mantilla. Léanse los dos. Se complementan de maravilla.

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