Magdalenas con chip de memoria

En 2018, la escritora en lengua catalana Marta Carnicero publicó El cielo según Google, una novela que giraba alrededor de las relaciones sentimentales, tanto en su estado de expectativas de felicidad definitiva como en su hora de incurable toxicidad. Lo importante, con todo, era la verdad humana y narrativa que afloraba de su escritura. Carnicero vuelve a impactar ahora con Coníferas, una novela en la estel...

En 2018, la escritora en lengua catalana Marta Carnicero publicó El cielo según Google, una novela que giraba alrededor de las relaciones sentimentales, tanto en su estado de expectativas de felicidad definitiva como en su hora de incurable toxicidad. Lo importante, con todo, era la verdad humana y narrativa que afloraba de su escritura. Carnicero vuelve a impactar ahora con Coníferas, una novela en la estela de desorientación ética de aquella pero, sobre todo, de una lograda articulación estética.

Coníferas relata también una historia de amor, pero el tratamiento formal se ampara en la introducción de elementos distintos a la narrativa tradicional. Convergen en su argumento elementos que bien podrían calificarse como de ciencia ficción o distópicos, cosa que no debería sorprendernos, dado que en cierta manera ya estamos en una era de ciencia ficción. Lo que en un tiempo fue ciencia y ficción para anunciar un tiempo futuro, ahora es presente y futuro pisándose los talones. Así que no nos aparta del relato —una vertiginosa historia de amor y desamor, de incomprensión, de maltrato psicológico incluso— el hecho de que aparezca un chip para seleccionar los recuerdos que nos interesen, u olvidarlos para siempre. Para activar la memoria ya no bastan aquellas milagrosas magdalenas proustianas. Por lo menos, no en la ficción.

Carnicero utiliza magistralmente uno de los motivos esenciales de su novela: el doble

Hay un motivo literario esencial en la novela de Marta Carnicero: el del doble. No recuerdo nada tan excelentemente conducido como este motivo y con tantos frutos psicológicos y morales en la narrativa de nuestros días. Y hay otra cuestión que no es de menor importancia en esta novela: el uso de la mecánica y la biología. Carnicero es también ingeniera y profesora, un dato que tal vez se entienda mejor con la imagen que utiliza para describir a una persona “con voz de rotulador que no pinta”.

Coníferas es una novela que propone un relato vertiginoso entre uno y sí mismo, contra sí mismo y la persona que se amó un día. Marta Carnicero termina su hermosa novela con un sí (que tanto me recuerda al abrazador sí de Molly Bloom) como para decirnos que Coníferas es también un monólogo sobre el amor contemporáneo.

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