El inesperado protagonismo de Cristina Kirchner en Venezuela

La expresidenta argentina provoca la furia del chavismo al pedir que publiquen las actas electorales “por el propio legado de Hugo Chávez”

Cristina Fernández de Kirchner ex presidenta de Argentina, durante el seminario "Realidad política y electoral de América Latina" en la Ciudad de México, el 3 de agosto de 2024.Luis Cortes (REUTERS)

Cristina Kirchner retiene intacta su capacidad de provocar terremotos políticos pese a no ostentar ningún cargo público. La expresidenta argentina se tomó seis días para pronunciarse sobre las cuestionadas elecciones de Venezuela, pero al hacerlo clavó una puñalada al corazón del Gobierno de Nicolás Maduro. “Le pido, no solamente por el pueblo venezolano, por la oposición, la democracia, [sino] por el propio legado de Hugo Chávez, que publiquen las actas”, dijo. El entorno de Maduro interpretó como una deslealtad la distancia marcada por Kirchner entre Chávez y su sucesor y este domingo salió a responderla. La acusó, sin nombrarla, de haber traicionado tanto el legado del peronismo como al pueblo argentino.

El Consejo Nacional Electoral de Venezuela ha dado como ganador a Maduro de las elecciones presidenciales del 28 de julio con casi el 52% de los votos, frente al 43% otorgado al candidato opositor Edmundo González Urrutia, pero una semana después sigue sin mostrar las actas y tanto la oposición como varios países, entre ellos Estados Unidos, han reconocido como ganador a González Urrutia.

Este sábado, durante el cierre de un seminario en México, Kirchner se posicionó junto a tres grandes dirigentes de la izquierda latinoamericana actual —el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el colombiano Gustavo Petro—, que reclaman una verificación imparcial de los resultados. Sin embargo, su insinuación de que negarse a un escrutinio transparente pone en jaque el legado de Chávez fue un comentario indigerible para el madurismo.

El vicepresidente venezolano, Diosdado Cabello, respondió este domingo a la expresidenta: “El legado de Chávez está en buenas manos”. Sus dardos fueron explícitos contra Alberto Fernández, quien llegó al poder en 2019 gracias al apoyo del kirchnerismo: “¿Por qué está [Javier] Milei en la Argentina? Por la tibieza de Alberto Fernández. Por la tibieza traicionaron el legado de Kirchner, de Perón y a su propio pueblo, y entonces quieren opinar sobre Venezuela”, dijo Cabello en el programa de opinión Con el mazo dando. Hizo referencia así a dos figuras centrales del peronismo, su fundador Juan Domingo Perón y el expresidente Néstor Kirchner, de las que la expresidenta se enorgullece tanto como Maduro de Chávez.

El vicepresidente venezolano sugirió que las críticas recibidas desde Argentina están motivadas por la envidia. “Contra Venezuela, contra Chávez y contra Nicolás Maduro hay una gran envidia porque aquí, en Venezuela, este proyecto se ha mantenido. Ellos han pasado por gobiernos en sus países y han terminado entregando el gobierno a la extrema derecha porque no han sido consecuentes con el pueblo que los eligió”, subrayó.

El resto del discurso de Kirchner tuvo un tono más amigable con el Gobierno de Maduro, pero pasó casi inadvertido. “Los que dicen que hay dictadura en Venezuela tienen diputados que visitan genocidas en la cárcel”, denunció, en referencia a la polémica visita de legisladores del partido de Javier Milei a condenados por crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura argentina. “Los que hablan de dictadura son los que entregaron armas al golpe de Estado en Bolivia. Hay que ser más coherentes, por favor”, advirtió tras decir que en Venezuela “no hay ángeles ni demonios”.

De aliados a marcar líneas rojas

El cortocircuito entre Maduro y Kirchner muestra el aislamiento creciente del chavismo en Latinoamérica. Tanto Néstor Kirchner como su mujer y sucesora, Cristina Kirchner, fueron firmes aliados en sus inicios. El ascenso del primero a la presidencia de Argentina en 2003 coincidió con la llegada de Chávez al poder en Venezuela y de Lula en Brasil, en lo que se consideró el inicio de una edad dorada para la izquierda latinoamericana.

Más de dos décadas después, antiguos aliados como Kirchner comienzan a darle la espalda. Lo hacen con palabras menos duras que las de otros actores de peso de la comunidad internacional, quienes denuncian fraude electoral y repudian la represión violenta de las protestas opositoras, en las que han muerto al menos once personas y unas 2.000 han sido detenidas. Pero cualquier crítica, por inesperada, los convierte en protagonistas de inmediato.

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