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El Gobierno argentino abre un nuevo frente diplomático al denunciar la presencia de milicias proiraníes en Chile y Bolivia

La ministra de Seguridad de Milei afirma que la milicia de Hezbolá opera en el norte de Chile y que Bolivia acoge a cientos de miembros de las fuerzas especiales de la Guardia Revolucionaria Islámica y desata las quejas de ambos países

Patricia Bullrich
Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Argentina, afirma que milicias de oriente próximo operan en Chile y Bolivia.Enrique García Medina ((EPA) EFE)

El “compromiso inclaudicable” con Israel que anunció el Gobierno de Javier Milei tras el ataque de Irán a ese país el pasado fin de semana amenaza con abrir una nueva crisis diplomática para Argentina. Después de que el presidente argentino interrumpiera un viaje en Estados Unidos el sábado para volver a Buenos Aires y formar un “comité de crisis” con su gabinete para analizar posibles respuestas el ataque iraní a Israel, su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha afirmado que Argentina vive una “situación delicada” porque “está en una zona donde hay presencia activa de dos fuerzas aliadas a Irán”. En una entrevista televisiva del martes por la noche, Bullrich denunció la presencia de la milicia proiraní de Hezbolá en el norte de Chile y afirmó que Bolivia alberga a cientos de miembros de la Fuerza Quds, una rama de inteligencia militar de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. “Hoy la Argentina tiene todas las alertas prendidas”, afirmó la ministra en declaraciones que han levantado quejas de los Gobiernos de Bolivia y Chile.

El Gobierno chileno ha hecho llegar una nota de protesta a Argentina a través de su Cancillería. Lo ha hecho el jefe de la División de América del Sur, el embajador Christian Hodges-Nugent, a Javier Lareo, jefe de Cancillería de la Embajada de Argentina en Chile, el segundo a bordo de la misión diplomática. “Le exijo a la ministra de Seguridad argentina que si tiene antecedentes los entregue y que colabore”, ha pedido el presidente Boric, en una entrevista radial este miércoles por la mañana. “Chile no ampara a ningún grupo terrorista, en nuestro territorio o fuera de él”, ha afirmado el presidente. “No es a través de la prensa que se discuten los temas de inteligencia”, se ha quejado la ministra de Interior chilena, Carolina Tohá, en respuesta a la especulación de Bullrich de que los milicianos de Hezbolá operan en los alrededores de la ciudad de Iquique, en el norte de ese país. “Cuando una autoridad tiene sospecha de temas delicados en esta materia, el canal para hacer esas observaciones es a través de la colaboración de inteligencia y la colaboración policial”, pidió la ministra chilena.

La Cancillería de Bolivia también ha rechazado las que considera “equivocadas y desaprensivas declaraciones” de la ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich, que afirmó que Bolivia, tras un acuerdo de Defensa con Irán, “ha permitido la instalación de 700 iraníes que nosotros consideramos que son miembros de la Guardia Quds, que es… como un brazo armado del Estado Islámico iraní”. La ministra también afirmó que ha elevado los operativos de seguridad en la frontera con Bolivia en búsqueda de “personas que no hablan español, pero tienen pasaporte boliviano”. “Desmentimos y rechazamos enfáticamente que Bolivia proteja en sus fronteras a personas que siembren el terror, la inseguridad y la zozobra”, ha afirmado en un comunicado la Cancillería boliviana. Bolivia considera que “funcionarios circunstanciales del Gobierno argentino” buscan provocar “innecesarias fricciones entre pueblos hermanos”. Asegura que es pacifista y, por tanto, tiene relaciones con todos los pueblos del mundo, en alusión a Irán; al mismo tiempo, exige el respeto del Gobierno argentino a la “centenaria historia de hermandad” entre ambos países. El comunicado también anuncia que se ha convocado a dar explicaciones a la embajada argentina en La Paz.

El Gobierno de Milei se ha enfrascado en una discurso “prooccidental” y en “defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada” en su política exterior. Milei dedicó su primer viaje presidencial a Israel, donde anunció la mudanza de la embajada argentina a Jerusalén, y suele dedicar un gran espacio de su agenda pública a reunirse con organizaciones judías tanto en Argentina como en el exterior: el viaje que interrumpió el pasado fin de semana había comenzado en Miami, donde recibió una condecoración de una sinagoga ultraortodoxa.

Milei quiere dejar en claro que Estados Unidos e Israel son sus grandes aliados internacionales, porque comparte con esos países “los valores de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada”, como anunció a principios de abril cuando voló hasta la Patagonia a última hora para anunciar junto a la delegada militar del Pentágono en América Latina la construcción de una base militar conjunta con Estados Unidos.

Bolivia, en el blanco del Gobierno de Milei

El ataque de Irán a Israel se dio en la misma semana en que la justicia argentina volvió a apuntar hacia Irán como principal sospechoso del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó 85 muertos y unos 300 heridos en Buenos Aires en 1994 y que sigue impune. La Cámara Federal de Casación Penal, un tribunal de segunda instancia, declaró que el atentado fue un delito de lesa humanidad, y uno de sus jueces pidió reformas legales para que los acusados puedan ser juzgados en ausencia. El Gobierno lo celebró como el fin de “un pacto” de los anteriores Gobierno peronistas “que promovía y garantizaba la impunidad terrorista”. Ese antecedente ha elevado las alarmas en el Gobierno de Milei, que ve el pacto de Defensa entre Irán y Bolivia, su vecino en la frontera norte, como un peligro que puede generar “represalias” por el posicionamiento de Milei frente al conflicto en Oriente Medio.

En julio del año pasado, el ministro de Defensa boliviano, Edmundo Novillo, firmó un acta de entendimiento bilateral con su homólogo iraní Mohamed Reza Qarai Ashtiani. En ese momento, diputados de los partidos que ahora conforman el Gobierno argentino condenaron lo que, según ellos, era una “ofensa”, porque se realizaba con el país al que Argentina del atentado de la AMIA. En Bolivia, el periódico El Deber, usando fuentes anónimas, afirmó que el acuerdo con Irán “incluye el litio, misiles, armas e inteligencia en el ciberespacio”. Novillo consideró estas versiones una “falacia fantasiosa y sensacionalista, causada por intereses políticos”. Respecto a las críticas argentinas, las llamó “exageradas” y propias del ambiente preelectoral que entonces vivía ese país. El acuerdo Bolivia-Irán “no es una amenaza para nadie”, aseguró. “Nuestro objetivo no ha sido conseguir misiles ni armas. Descarto total, categórica y absolutamente que hayamos solicitado ayuda bélica” a Irán, insistió.

De acuerdo a las declaraciones de las autoridades bolivianas e iraníes de entonces, el acuerdo debía servir para la reparación de las aeronaves militares de Bolivia y para que este país obtenga drones iraníes, con los que sobrevolaría las enormes zonas fronterizas del país y fortalecería la lucha contra el contrabando. Desde ese momento, la ejecución de esta acta de intenciones no avanzó de manera pública, tanto por la reacción que generó en el vecindario como por los problemas económicos que sufre Bolivia, que han restringido significativamente su capacidad de gasto.

Durante los años en los que el Movimiento al Socialismo (MAS) está en el poder, la oposición ha rechazado la inclusión boliviana en el bloque de naciones enfrentadas a Estados Unidos que lideran Rusia y China. Por ejemplo, China, Irán y Bolivia se abstuvieron de condenar la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2023. En el pasado, la visita de algunos jerarcas iraníes al país generó roces con Argentina, que se minimizaron por la simpatía política que sintieron los gobiernos peronistas por el MAS. A lo largo de este tiempo, este partido ha defendido la necesidad de una “política exterior antiimperialista” y ha considerado a Estados Unidos su peor enemigo. Desde 2008, cuando expulsó al embajador de este país, no tiene relaciones de este nivel con Washington.

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