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La pelea de la oposición argentina por la ciudad de Buenos Aires agudiza sus grietas internas

Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno en la capital, desafía al expresidente Mauricio Macri y desdobla las elecciones en el distrito más antiperonista

Federico Rivas Molina
Elecciones en Argentina
El jefe de Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodriguez Larreta (segundo a la izquierda), la exgobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y el expresidente Mauricio Macri celebran el triunfo de Juntos por el Cambio en las elecciones parlamentarias de noviembre de 2021.ALEJANDRO PAGNI (AFP)

La oposición argentina sufre de éxito. Tan segura está de su triunfo en las elecciones presidenciales de octubre que sus dirigentes han adelantado la lucha por espacios de poder que aún no tienen. Este lunes, la sangre llegó finalmente al río en la ciudad de Buenos Aires, el distrito más antiperonista de Argentina. El alcalde de la capital, Horacio Rodríguez Larreta, no hizo caso al mandato de su jefe político, Mauricio Macri, y desdobló las elecciones primarias. Puede parecer una decisión nimia, pero oculta que está en juego el control de una administración que ha servido de trampolín presidencial a dos expresidentes: el radical Fernando de la Rúa en 1999 y el propio Macri, en 2015. “Que profunda desilusión”, escribió Macri en sus redes sociales apenas conocida la decisión de su delfín.

El domingo 13 de agosto los partidos políticos elegirán a sus candidatos en elecciones primaras, abiertas, simultáneas y obligatorias. Las PASO, como se las conoce popularmente, funcionan como encuesta nacional, sin margen de error, que posiciona a los ganadores de cara a la disputa definitiva, prevista para el 22 de octubre. Mientras el peronismo gobernante juega a perdedor, la alianza opositora Juntos por el Cambio sabe que de esa elección previa puede salir el nombre del futuro presidente. Y también el del jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Mauricio Macri pretende que ese distrito quede en manos del Pro, el partido que fundó en la capital y luego lo llevó a la presidencia. Promueve para ello la candidatura de su primo, Jorge Macri. Pero su plan familiar choca contra el de Rodríguez Larreta, que tiene en la ciudad un acuerdo con la Unión Cívica Radical (UCR), el partido centenario que integra junto al Pro la alianza opositora. Tras semanas de especulaciones, Rodríguez Larreta decidió patear el tablero y no hacer caso al mandamiento de Macri.

Fue un gesto de autoridad cuyas consecuencias aún están por verse. Al desdoblar las elecciones, Rodríguez Larreta permite al precandidato de la UCR, Martin Lousteau, presentarse sin el lastre de un precandidato de su partido que no sea competitivo. “Es un gesto de autoridad y autonomía de Horacio. La ley electoral de la Ciudad dispone que el jefe de Gobierno es quien tiene la potestad de definir el formato de la elección, no cambió las reglas. Además, se priorizó consolidar Juntos por el Cambio que abroquelarnos en el Pro para poder realmente transformar el país”, dice una fuente del entorno más cercano al jefe de Gobierno.

La movida perjudica sobre todo a Jorge Macri, que, de presentarse en las PASO, tendrá que pelear su espacio en Juntos por el Cambio con otros aspirantes de la coalición. En un mensaje grabado, Rodríguez Larreta aclaró que no está en sus planes apoyar a la UCR en las primarias de agosto. “Como he dicho muchas veces, voy a apoyar a un candidato de mi partido, que es el Pro. En las próximas semanas vamos a estar trabajando para definir cuál es el mejor candidato para seguir con todas las transformaciones que empezamos con Mauricio y que continuamos hasta hoy”, dijo. El problema es que “el mejor candidato” puede ser alguien que no lleve el apellido Macri.

La decisión de Rodríguez Larreta logró unir en su contra, y con una virulencia desconocida, a todos los precandidatos presidenciales del Pro. La exgobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal fue la primera en reaccionar: “El Pro y el Juntos por el Cambio que le prometimos a los argentinos no es este. No hay ambición personal que pueda estar por encima de nuestros valores y del equipo. Somos el cambio o no somos nada”. Macri retuiteó enseguida el mensaje: “Coincido con María Eugenia. Que profunda desilusión”. Patricia Bullrich, la precandidata favorita de Macri, subió aún más el tono “Hoy, él [por Rodríguez Larreta] manipuló las reglas electorales en la ciudad de Buenos Aires a cuatro meses de las elecciones. Cuidemos el dinero de la gente. Esta decisión es un despilfarro. Nosotros seguimos por el camino de los valores. Conmigo, estas cosas no van a pasar”, escribió en Twitter.

No debería confundir la apelación moral al presunto “despilfarro” que supone hacer dos elecciones en un mismo día. Lo que está detrás es la primera gran batalla por el liderazgo en un futuro Gobierno que la oposición presume al alcance de la mano. Rodríguez Larreta se imagina presidente y decidió romper con Macri antes de que sea demasiado tarde. Creció a la política bajo su ala, pero también se ve reflejado en el “doble comando” de la actual Administración, con Alberto Fernández al frente de la Casa Rosada y Cristina Kirchner, su jefa política, marcando el ritmo de la gestión. Faltan cuatro meses para las PASO y seis para las presidenciales. A los argentinos le esperan tiempos de agitación política.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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