Ir al contenido

La tensión en el Caribe retumba en La Habana: “Venezuela es capital para las élites políticas cubanas”

La escalada militar de Estados Unidos plantea una interrogante para el futuro de la isla y su dependencia con la Venezuela de Maduro

Cuando hace unos días el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, denunció en X al Departamento de Estado y a su secretario, el “corrupto y mentiroso compulsivo” Marco Rubio, el cubanoamericano no gastó muchas palabras en elaborar una respuesta de vuelta. Rubio agarró el mensaje donde el funcionario condenaba “los falsos pretextos” para justificar una invasión militar en Venezuela, y lo compartió con el gift que creyó más pertinente para su réplica: el rostro de un payaso, tildando así de bufona a la diplomacia cubana. A las piedras lanzadas desde Washington y La Habana se sumó la del congresista Carlos A. Giménez, con un aviso mucho más directo, en un momento de escalada militar en el Caribe. “Bruno, cuidado, que el barco puede zarpar e ir por todos ustedes los esbirros narcoterroristas de la dictadura asesina en Cuba”, le dejó saber.

Se refería al arsenal que Estados Unidos ha desplegado frente a las costas de Venezuela, como parte de la “Operación Lanza del Sur”, que ha terminado con la vida de más de 80 personas en nombre de la lucha contra el narcotráfico. Con el USS Gerald R. Ford —el portaaviones más grande del mundo— posicionado en el Atlántico, y un Puerto Rico militarizado con al menos 5.000 soldados de los casi 15.000 movilizados en la operación, el fantasma de la Guerra Fría —esta vez contra las drogas— parece haber revivido en la región, y desde La Habana comienzan a preocuparse.

Cuba se ha mencionado muy poco por estos días, cuando el mar de las Antillas es un reverbero. Décadas atrás, Fidel Castro se encargó de colocar a la isla en la agenda de los conflictos políticos de la región, situándola en una eterna Guerra Fría. Pero “Cuba dejó de ser protagonista cuando desapareció Fidel, él había logrado contener en sí la imagen del gran manipulador de la política global”, asegura a EL PAÍS José Hernández, ex representante de Venezuela en la comisión de seguridad hemisférica de la OEA.

Ante la acción militar actual desde Washington, que ha sido justificada con el argumento de la lucha contra las drogas y un subsecuente derrocamiento del régimen venezolano, no pocos —especialmente en el ala más dura del exilio cubano— se cuestionan por qué la administración de Donald Trump no emprende amenazas similares en contra del castrismo.

María Werlau, autora del libro La intervención de Cuba en Venezuela, quien ha investigado la presencia del aparato militar cubano en las fuerzas armadas del país sudamericano, considera que el interés de Estados Unidos en Venezuela tiene dos ángulos importantes: la lucha contra el tráfico de drogas, algo Donald Trump ha priorizado en su discurso, y ciertas características de las que la isla caribeña carece. “En Venezuela no ha habido un sistema totalitario implantado al nivel de Cuba, allí se dan visos de un libre mercado, es un país que tiene recursos para la reconstrucción, y más importante, tiene un Gobierno electo por el pueblo. Cuba no tiene nada de eso. Es mucho más fácil concebir una intervención estratégica en Venezuela, aunque dudo que vaya a haber un desembarco de tropas americanas”, sostiene.

Aun así, una escalada en el Mar Caribe supone una amenaza directa para el castrismo, aunque Washington no tenga el foco en el Palacio de la Revolución, sino en Miraflores. Con los Gobiernos del continente en alerta, algunos piensan que la cúpula política de La Habana podría estar atemorizada. Según el doctor en Ciencia Política Carlos M. Rodríguez Arechavaleta, existe una evidente inquietud en la Cancillería de la isla. “Hay una creciente preocupación en la élite política cubana, y así lo evidencian sus continuas declaraciones y eventos de apoyo al régimen de Maduro. Están enmarcadas en una narrativa histórica contra el intervencionismo imperialista, califican la situación de ‘amenaza inaceptable’ para la soberanía y seguridad, con ‘consecuencias imprevisibles’ para América Latina. Tanto la narrativa, como la comunicación no verbal de los funcionarios cubanos, refleja la preocupación sobre una probable caída del régimen venezolano”.

Desde todos los podios posibles, el Gobierno cubano ha dejado claro su compromiso con el de Nicolás Maduro, de quien ha recalcado su legitimidad, la misma que respaldó en las cuestionadas elecciones del pasado año. En Naciones Unidas, el canciller Rodríguez extendió el “total apoyo al Gobierno bolivariano”. En sus canales oficiales ha rebatido la “mentira insostenible” de que esto se trate de una lucha contra el fentanilo, ha dicho que la escalada militar podría devenir “un crimen internacional de primer orden”, y ha asegurado que la acción representa una violación del derecho internacional. Este martes, incluso, lanzó varias preguntas en un video compartido en X, algunas apuntando una vez más contra Rubio: “Si estalla la guerra, ¿dónde estará el Secretario de Estado? ¿Alguien cree realmente que acompañará a jóvenes soldados a arriesgar su vida en una batalla que no es la suya? Pregúntenle si alguna vez hizo el servicio militar”, dijo.

El Gobierno cubano también ha movilizado a la ciudadanía con muestras de apoyo a Venezuela. Según la información oficial difundida, más de 50.000 personas se dieron cita frente a la estatua de Simón Bolívar en la Avenida de los Presidentes, en el Vedado habanero, y en escuelas y centros de trabajo se recogieron más de cuatro millones de firmas en apoyo de la causa chavista. En un acto público, Díaz-Canel se apresuró a decir que “quien se mete con Venezuela, se mete con Cuba”. Días después, el viceministro de relaciones exteriores, Carlos Fernández de Cossío, matizó la posición del Gobierno durante una entrevista en la plataforma Zeteo: “No vamos a entrar en guerra con Estados Unidos”, aseguró. Sin embargo, dijo que Cuba brindaría “todo su apoyo político” a Venezuela.

Una relación intensa desde los 2000

Cuba insiste en la retórica de la solidaridad, apelando a que nada le suceda a su histórico aliado económico y político en la región. Desde los 2000, con Hugo Chávez en el poder, la isla sustituyó con el país petrolero el papel que antes desempeñaba la URSS. El dirigente chavista llegó a mandar más de 90.000 barriles de petróleo diario; en 2011, la isla se conectó al cable submarino ALBA-1, de Telecom Venezuela y la cubana Transbit. La Habana ha recibido millones de dólares por más de dos décadas a cambio de misiones médicas en ese país, algo que la actual administración de Donald Trump, desde sus inicios, ha catalogado de “trata de personas”.

El profesor Arechavaleta asegura que “la supervivencia del régimen autocrático venezolano tiene una importancia capital para la supervivencia de las élites políticas cubanas”. Si cae Venezuela, dice, Cuba perdería el referente más importante que tiene en el cono sur, “en un momento donde la volatilidad electoral de las democracias latinoamericanas estimula el tránsito de los gobiernos progresistas aliados a gobiernos de la derecha radical con una clara posición confrontativa ante las élites de La Habana. Más que un aliado económico, Cuba perdería un aliado ideológico y simbólico en un momento de crisis sistémica y persistente.”

Aunque a causa de la propia crisis venezolana los especialistas señalan que ha disminuido la ayuda económica —traducida en la llegada en ocasiones de solamente 8.000 barriles diarios de petróleo a la isla, o la menor presencia de personal cubano en proyectos médicos o educativos—, un colapso en ese país sería devastador para Cuba. Hasta dónde llega el alcance de la relación entre ambos países resulta imposible de medir por el oscurantismo en el que lo han mantenido sus gobiernos, pero sí se conoce que la inteligencia cubana —que entrenó a Maduro en la isla y que ha estado infiltrada por años en las fuerzas armadas venezolanas— podría estar ejerciendo presión en Miraflores en medio de las amenazas de Estados Unidos.

“La influencia del régimen cubano en Venezuela sigue siendo muy alta, en el sector de seguridad e inteligencia militar”, asegura Werlau. Hace unos días, una alta fuente aseguró al sitio de noticias Axios que los asesores cubanos de Maduro podrían ejecutarlo “si cede a la presión estadounidense y renuncia”, pero los entrevistados por este periódico creen que se trata de una información puramente especulativa. “Yo sí creo que va a haber mucha presión de Cuba para no soltar, incluso con amenazas, esa es mi opinión después de conocer por años el terreno”, dice la autora.

Hay quien considera que un derrocamiento en Venezuela podría traer como consecuencia un efecto dominó y, por tanto, la caída de regímenes como los de Cuba y Nicaragua. Pero Werlau no está muy segura de esta aseveración. Aunque ciertamente el saldo en la isla sería notable, en medio de la crisis humanitaria que atraviesa, “estos regímenes han sobrevivido las predicciones de muchos”, sostiene. “Cuando cayó la Unión Soviética, a Cuba mucha gente le estaba viendo el fin y apareció Chávez. Ellos se han podido reinventar varias veces. Creo que levantarse de esta va a ser difícil porque la isla está devastada. Sin embargo, ellos han logrado mantener el control y la seguridad interna. No sé si será definitivo, pero puede ser muy significativo”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En