El planeta y sus límites: la emergencia que amenaza nuestra casa común
Aunque cruzar un límite no significa que ocurra un cambio catastrófico de inmediato, sí indica que estamos entrando en zonas de riesgo alto para el sistema Tierra
Imagínese que usted tiene una nave espacial. Para poder vivir ahí por un tiempo y viajar al espacio, usted necesita un equilibrio cuidadoso de aire para respirar, agua para hidratarse, nutrientes suficientes para que su cuerpo funcione. A la vez, debe manejar cómo dispone de la basura y residuos que genere, reciclar y reutilizar, pues el espacio en la nave es limitado y además esos residuos contienen parte de los elementos que necesita para seguir sobreviviendo. De la misma manera, es necesario regular la temperatura, para que su cuerpo no se congele con el frío del espacio, pero tampoco se re...
Imagínese que usted tiene una nave espacial. Para poder vivir ahí por un tiempo y viajar al espacio, usted necesita un equilibrio cuidadoso de aire para respirar, agua para hidratarse, nutrientes suficientes para que su cuerpo funcione. A la vez, debe manejar cómo dispone de la basura y residuos que genere, reciclar y reutilizar, pues el espacio en la nave es limitado y además esos residuos contienen parte de los elementos que necesita para seguir sobreviviendo. De la misma manera, es necesario regular la temperatura, para que su cuerpo no se congele con el frío del espacio, pero tampoco se recaliente a niveles mortales. Hay muchos factores que deben balancearse para que un astronauta sobreviva.
Pero las mismas apreciaciones se sostienen en la escala del planeta tierra. El planeta es una esfera que vuela por la galaxia, con una atmósfera dentro de la cual debe haber un equilibrio muy particular de elementos químicos para que la vida sea posible. Sin embargo, la actividad humana continúa desequilibrando el espacio seguro para la vida. Esta semana el informe Chequeo de Salud Planetaria 2025 explicó que hemos cruzado ahora 7 de 9 límites planetarios, los indicadores que nos dicen si estamos dentro de una zona segura de funcionamiento de los elementos que permiten la vida en el planeta tierra. Esto es grave porque, como la nave del ejemplo, no podremos sobrevivir ni nosotros, ni las demás especies vivas, si esos niveles se sobrepasan.
Los nueve límites planetarios que permiten y sostienen la vida como la conocemos son los siguientes:
- Cambio climático
- Integridad de la biosfera (pérdida de biodiversidad)
- Cambios en el uso del suelo (deforestación y alteraciones de ecosistemas)
- Ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y fósforo
- Acidificación de los océanos
- Capa de ozono estratosférico
- Carga de aerosoles atmosféricos (partículas en la atmósfera)
- Entidades químicas nuevas (contaminación química, sustancias sintéticas)
- Cambios en el agua dulce (disponibilidad y calidad del agua)
Estos límites marcan un espacio seguro dentro del cual la humanidad puede desarrollarse sin poner en riesgo la habitabilidad del mundo. Una vez que se cruza un límite, aumenta el riesgo de dañar irreversiblemente funciones esenciales de la Tierra y de activar puntos de inflexión que provoquen cambios permanentes. Si varios límites se rompen, los riesgos se incrementan rápidamente. De estos, los únicos que aún no se han sobrepasado son el 6 y el 7. Hasta ahora acabamos de cruzar el umbral del cinco; la noticia de este mes. Esto genera una situación de creciente riesgo para la salud planetaria. Aunque cruzar un límite no significa que ocurra un cambio catastrófico de inmediato, sí indica que estamos entrando en zonas de riesgo alto para el sistema Tierra.
El límite que se ha cruzado en el último año es la acidificación de los océanos. El informe del Postdam Institute señala que el nivel de acidez en el mar ahora es alrededor de un 30 a 40% más alto que antes de la revolución industrial, lo cual es muy alto. Para explicar esto, es importante entender que los océanos absorben mucho del dióxido de carbono (CO2) que emitimos al quemar combustibles fósiles. El CO2 hace que el agua del mar se vuelva más ácida. Esta acidificación afecta a la vida marina que necesita agua limpia y menos ácida para vivir, especialmente animales con conchas o esqueletos de calcio como corales, moluscos y ciertos peces. La acidificación afecta a los animales pequeños, los cuales son alimento de muchas otras especies. Al dañarse los océanos, hay menos peces y mariscos, lo que pone en riesgo la pesca y la seguridad alimentaria de animales y seres humanos. Los océanos también ayudan a regular el clima; si se dañan, esto puede empeorar el calentamiento global.
Así, para evitar un daño mayor en este momento deberíamos acelerar la reducción de emisiones de gases de efecto de invernadero (GEI) y aumentar los mecanismos de captura de carbono, pero no se trata solamente del cambio climático y la atmósfera. Necesitamos dejar de disponer de los residuos de maneras irresponsables, para no contaminar el suelo, ni el agua dulce y salada. Debemos prohibir las sustancias químicas que sabemos que dañan la vida y contaminan aire y agua potable y que dañan la atmósfera. Debemos proteger la biodiversidad de los ecosistemas, pues la vida no existe de manera aislada, sino en sistemas interdependientes compuestos por muchos organismos. Cuidar los suelos fértiles y modificar nuestra forma de manejar las aguas residuales. Estamos a punto de hacer esta nave inhabitable y la discusión tiene que ir mucho más allá del tema de los GEI y la transición energética.
Se requiere, en suma, una serie de políticas públicas que implementen el marco jurídico internacional que ya existe, y los esfuerzos aunados de los sectores privado, público y social. Pero ya tenemos las soluciones tecnológicas y prácticas para todos estos problemas. Es un asunto de implementar, ejecutar y hace cumplir, para lo cual se requiere de la autoridad pública. Aprobar algunas normas adicionales que podrían ayudar a prohibir ciertas sustancias y ciertas prácticas dañinas para la naturaleza. Pero requiere contar con la disposición del sector privado para modificar prácticas de producción, y de los consumidores para modificar patrones de consumo. En la nave vamos todos juntos, y los animales y plantas que en este momento dependen de nuestras acciones para persistir.