Desde “salvador de la paz” a “asesino y corrupto”: la muerte de Alberto Fujimori fractura a Perú

Mientras sus seguidores aseguran que pacificó al país y enderezó la crisis económica, sus opositores dicen que destruyó la democracia y nunca se arrepintió de sus delitos

Alberto Fujimori en Santiago (Chile), en mayo de 2007. Foto: Iván Alvarado | Vídeo: EPV

En más de una ocasión los científicos sociales han diagnosticado que el partido más sólido del Perú es el antifujimorismo, y que esa es una de las grandes razones por las que Keiko, su heredera con más ambiciones políticas, ha sido incapaz de convertirse en presidenta. En las tres últimas elecciones las encuestas favorecían ampliamente a la lideresa de Fuerza Popular, pero siempre en el último instante aparecía la fuerza opositora para votar y derrotarla en las urnas por un estrecho margen. Como podía preverse, la muerte del patriarca de los Fujimori ha dividido una vez más al Perú, reavivando viejas tensiones.

Más allá de que Keiko Fujimori comunicó la noticia, su entorno ha señalado que la familia recién se pronunciará el jueves. La presidenta, Dina Boluarte, no ha brindado declaraciones de forma directa, pero el Ejecutivo usó sus cuentas oficiales para dar sus condolencias. “Dios lo tenga en su gloria y que descanse en paz”, escribieron en X. El presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, hizo lo propio mientras participaba de un evento: “Pronto iniciaremos las acciones de coordinación con la familia para conocer cuál será su voluntad en lo que corresponde a las exequias del expresidente”.

Diversos medios de comunicación instalaron la pregunta: ¿cómo será recordado el hombre que gobernó al Perú durante una década sangrienta, plagada de violaciones a los derechos humanos? La exparlamentaria Luz Salgado, una de sus escuderas de más larga data, ha dicho: “Ha dejado una huella en el corazón de quienes son agradecidos. No tuvo temor de enfrentar al terrorismo a costa de su salud y su libertad”. Patricia Juárez, congresista de Fuerza Popular, ha añadido: “Su legado fue devolvernos la paz y revertir la crisis económica. Sus obras están en todo el país”.

Alberto Fujimori perpetró un autogolpe de Estado en abril de 1992, cerró el Congreso, instauró una nueva Constitución política y, con ello, un régimen donde en aras de combatir el terrorismo se cometieron matanzas, se capturaron a las instituciones y se compró a la prensa.

El politólogo Gonzalo Banda remarca que Fujimori se marchó de este mundo sin pedir perdón y sin tener ningún gesto hacia las víctimas a pesar de haber sido hallado culpable como el autor mediato de las matanzas de La Cantuta y Barrios Altos. “Nunca se arrepintió ni ante el país ni ante las familias que padecieron su régimen. Irredento autócrata, parió las reformas liberales truncas que modernizaron el país aunque en el camino destruyera la democracia”. El grupo paramilitar Colina, teledirigido por su asesor Vladimiro Montesinos, asesinó y desapareció a medio centenar de personas.

Un hecho que no ha pasado desapercibido es que Alberto Fujimori falleció a la misma edad y en la misma fecha que Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso: 11 de septiembre a los 86 años. Mientras Guzmán murió en prisión en 2021, Fujimori lo hizo en casa, junto a su familia, tras ser excarcelado en diciembre de 2023 por un indulto cuestionado, habiendo cumplido 16 de los 25 años a los que había sido condenado. “En una increíble y simbólica coincidencia Alberto Fujimori y Abimael Guzmán mueren el mismo día. Aniversarios cruzados para siempre en la historia de la tragedia peruana y sudamericana”, ha anotado la escritora Katya Adaui, Premio Nacional de Literatura Perú 2023.

La socióloga y excongresista Indira Huilca, cuyo padre —un líder sindicalista— murió asesinado en 1992 en medio de esa ola de violencia, ha comentado con ira la muerte de Fujimori. “Murió un asesino y un dictador de los más corruptos del mundo. Fue sentenciado por la lucha de millones de peruanos que lograron la caída de la dictadura. Salió de la cárcel gracias a la mafia que hoy gobierna. Ni un minuto de silencio, repudio general”.

Resta ahora saber como afrontará el Gobierno de Dina Boluarte la muerte de Fujimori. Según un Decreto Supremo, en el caso de expresidentes corresponde izar el pabellón nacional a media asta y decretar duelo oficial el día del entierro. El cortejo fúnebre deberá estar encabezado por el jefe de Estado, las Fuerzas Armadas le rendirán honores y sus restos podrían ser velados en la Catedral de Lima. Algunos colectivos ciudadanos han deslizado la posibilidad de marchar para que no se cumplan con esos protocolos. La polarización no descansará.

Silencio internacional

No hubo condolencias internacionales para Fujimori. Pasadas más de dos horas desde la muerte del expresidente, ningún Gobierno de América Latina había publicado comunicado alguno, un gesto habitual en la diplomacia. Ni presidentes en funciones ni expresidentes destacaron la partida del autócrata. Fujimori era un personaje incómodo, sentenciado por delitos de lesa humanidad y promotor de un autogolpe.

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