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Shigueo Watanabe Jr: “Las debilidades de los mercados de carbono hacen más riguroso el sistema”

El asesor de Mercados de Carbono de la Presidencia de la COP30 comparte las expectativas rumbo a la conferencia climática y analiza los desafíos que presenta un tema con interés creciente en Latinoamérica

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América Latina tiene un creciente interés en los mercados de carbono por las oportunidades y el potencial que brindan sus ecosistemas, pero, sobre todo, por el rol que estos podrían tener como fuente de financiamiento. Después del sudeste asiático, la región fue en 2023 la segunda receptora de inversiones para el desarrollo de proyectos de carbono, con una movilización de 1.500 millones de dólares, con México, Brasil y Colombia liderando el ranking regional. Por su relevancia multilateral, la “armonización” y la generación de “estándares de contabilidad de carbono” serán precisamente uno de los 30 objetivos transversales que se buscan alcanzar en la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará en noviembre próximo, en Belém, Brasil.

Los mercados de carbono permiten a gobiernos, empresas e individuos comprar y vender créditos que se generan a partir de actividades -como la protección de bosques o el cambio a energías renovables- que reducen o eliminan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs). La idea es que sirvan como instrumentos para acompañar la necesaria acción climática. Pero, en la práctica, despiertan dudas por su viabilidad, la transparencia de las transacciones, el respeto de los derechos de las comunidades donde se asientan los proyectos o por la sospecha de que simplemente sean instrumentos funcionales a los principales emisores para continuar con sus actividades.

En agosto pasado, la directora ejecutiva de la COP30, Ana Toni, convocó a Shigueo Watanabe Jr. (São Paulo, 72 años), un maestro en Física brasileño con una larga experiencia en mercados de carbono, a sumarse al equipo como asesor de esos mercados. “Me preguntó si podía ayudar”, le dice en entrevista a EL PAÍS. “Están mapeando las oportunidades que están apareciendo para poder ayudar a la agenda de implementación del Acuerdo de París”. Desde 2014, Wanatabe se ha desempeñado como desarrollador de proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), el mercado de carbono regulado creado bajo el Protocolo de Kyoto por el que los países desarrollados podían invertir en proyectos de mitigación localizados en países en desarrollo y certificar esa reducción de emisiones como alternativa a la propia. Su trabajo se ha enfocado en proyectos de pequeñas centrales hidroeléctricas, biomasa, sustitución de combustible y eficiencia energética. “Espero que en Belém surjan cosas concretas. Aún con el contexto complejo, no estamos pidiendo mucho, no es para cambiar el mundo”, asegura Watanabe Jr. en entrevista con América Futura. “Se trata de transmitir la imagen que esta COP está pasando de la negociación a la acción”.

Pregunta. En la COP29 de Bakú, se avanzó en algunos elementos importantes del Artículo 6 [que aborda los mecanismos de mercado a través de la cooperación voluntaria entre países], pero aún quedan otros por discutir. ¿Cuál sería un buen resultado para los mercados de carbono?

Respuesta. La presidencia de la COP30 propone que esta sea una COP de implementación. Ya no se trata de más declaraciones, intenciones ni promesas. Lo que hay que entregar es un conjunto de acciones que estén en marcha o que se puedan llevar a cabo. En mi opinión, el Artículo 6.2 -sobre comercio de reducciones de emisiones entre países- es el lugar más pantanoso, más confuso que existe. Hay que ver qué ocurre con los intentos por arreglarlo un poco. Creo que eso es necesario porque, de lo contrario, ocurrirán cosas muy dispares y diferentes que no terminarán ayudando a nadie. Aunque el artículo 6.2 salió “ganando” precisamente porque no está muy regulado, me temo que puede debilitar la parte de mercados de todo el Acuerdo de París.

P. ¿Y qué esperar de la COP30 para el Artículo 6.4 sobre el nuevo mercado internacional de carbono, considerando que en Bakú se aprobaron las metodologías para su funcionamiento?

R. Recientemente, recibí la noticia que el mecanismo para transferir el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) a la norma 6.4 está prácticamente completo. Ya hay una cartera de proyectos bastante grande que está pendiente de autorización. Eso es una señal positiva. Habrá una reunión del comité ejecutivo de la norma en octubre para presentar las resoluciones a la COP. Un resultado fantástico sería lograr definiciones claras sobre esa transición y sobre el delicado tema de las remociones de GEIs. Si presionamos demasiado sobre el Artículo 6.4, como parece estar ocurriendo, volveremos a la situación de los MDL: era muy burocrático, era extremadamente cerrado y riguroso. Esto aumenta los costos de transacción y, al hacerlo, el precio del carbono se mantiene igual, o se termina excluyendo del mercado a mucha gente. Eso puede hacer que el sistema empiece a no funcionar tan bien.

P. Mencionó las remociones, esas cantidades de gases de efecto invernadero que se absorben y almacenan, y que representan las reducciones de emisiones que se comercializan bajo el Artículo 6.4. ¿Por qué se refiere a ellas como un tema “delicado”?

R. Para Brasil es superimportante la parte de remoción biológica, restauración forestal, conservación forestal. Y es superimportante también para el mundo. Porque ahora existen varias iniciativas técnicas para la captura directa de carbono. Si eso luego se convertirá o sumará a un proyecto de carbono o no, es lo que está sobre la mesa para discutir y para determinar cómo regularlo. Pero son dos universos muy distintos. La captura y el almacenamiento directos de carbono están un poco como en la fase inicial de los MDL, eran de uso en sectores de energía, de transporte. La remoción biológica implicará carbono en el suelo, implicará permanencia, y toda una serie de cuestiones que siempre han sido un dolor de cabeza para quienes trabajan en estas áreas. Pero el potencial de los países con bosques tropicales para dirigir la financiación a través de estas iniciativas puede ser inmenso.

P. Sobre la permanencia, es decir, sobre cuánto dura la reducción o eliminación de emisiones de GEIs de un proyecto de créditos de carbono. Se sabe que es uno de los puntos críticos a discutir en Belém, especialmente respecto de qué variable considerar para que el beneficio sea permanente y no temporal. Un estudio de Nature evidencia que un período de almacenamiento de CO2 de menos de 1.000 años es insuficiente para neutralizar las emisiones. ¿Cómo llegar a un consenso que no termine excluyendo a un montón de proyectos?

R. Voy a responder desde una opinión puramente personal. Si uno va a comprar acciones de una empresa en la Bolsa, tiene un analista que evalúa el riesgo de que esas acciones suban o bajen. En función de eso, uno toma la decisión y comprueba si el precio de la acción se corresponde con el riesgo que acabo de asumir. Es un juego, por supuesto. Lo que no entiendo es porqué sabiendo, desde el principio, que el mercado de carbono es un mercado que operará dentro del sistema capitalista, no se aborda este problema de la permanencia y se dice: “Claro que tiene un riesgo. Si se quiere más seguridad, compra una pequeña central hidroeléctrica, compra un relleno sanitario. ¿Quieres correr un riesgo mayor? Si tienes un proyecto en un bosque, claro el bosque podría sufrir un incendio”. Y se le asigna un precio a ese riesgo. Luego el inversor o el comprador decide si quiere correr el riesgo o no. El mercado financiero sabe cómo fijar el precio de diferentes riesgos. Lo ideal sería que el propio mercado financiero, con los instrumentos que tiene, aprendiera a fijar el precio del riesgo de un proyecto de carbono.

P. Entonces, para usted, se está buscando definir una cantidad de años de permanencia en un mercado en el que sí o sí se va a tener algún riesgo. ¿Se quiere asegurar algo que es imposible?

R. A veces se quiere que el mercado de carbono tenga garantías de que las reglas no cambiarán, genial. Pero el propio mercado financiero tiene reglas que cambian. El tipo de cambio cambia. [Donald] Trump llega y lo estropea todo. Todos saben calcular el riesgo y funcionan a la perfección. En el mercado de carbono, tengo la impresión de que hemos retomado la costumbre de la era de Kyoto: tenemos que garantizar que seguiremos recibiendo ese volumen de créditos de carbono durante, por ejemplo, los próximos 20 años. Quizás tengamos que aprender a incorporar la idea del riesgo y fijar un precio que corresponda al riesgo que se está asumiendo.

P. En el Congreso para América Latina de la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA), se mencionó en reiteradas ocasiones que los mercados de carbono pueden ser un canal fundamental de financiamiento climático. ¿Qué opina al respecto?

R. El mercado de carbono es un canal de financiamiento climático. Hay tipos de proyectos que no existirían si no fuera por los mercados de carbono. Proyectos que contribuyen a que millones de personas gocen de mejor salud y mejores condiciones financieras porque ya no pierden tiempo, por ejemplo, caminando tres o cuatro kilómetros para conseguir leña. Así que los mercados de carbono sí cumplen una función en el financiamiento climático.

P. Varias investigaciones periodísticas han demostrado irregularidades en proyectos de mercado de carbono, como abusos y violaciones a los derechos humanos, desplazamiento o falta de consideración de comunidades, escasez de transparencia, doble conteo de reducción de emisiones... ¿Cómo lograr que los mercados de carbono realmente contribuyan a la acción climática?

R. Hace 10 años, los proyectos de mercados de carbono y las metodologías eran menos rigurosas que ahora. De la misma manera, en 10 años eso que estás haciendo ahora, quedará obsoleto. Las metodologías no son divinas, están en constante evolución. Si miro hacia atrás, obviamente hoy habrá muchos más créditos de carbono. Todos los desarrolladores de proyectos, y yo fui uno, saben que la naturaleza del negocio es intentar obtener la mayor cantidad posible de créditos de carbono. Entonces, aprovecharán todas las lagunas que ofrecen las metodologías para obtener la mayor cantidad posible de créditos de carbono.

Lo que ocurre es que, en algunos casos, en algunas instancias, algunos proyectos son un poco más vulnerables a que se sobrepasen los límites. Por ejemplo, en la región amazónica de Brasil hay un problema serio de títulos de propiedad de la tierra: quién es el dueño. Si eres un auditor de otro país que viene a auditar un proyecto en Brasil y te muestran un título de propiedad, lo aceptas. Lo que ocurrió es que en varios de estos proyectos había títulos de propiedad impugnados, incluso sin mala intención. Brasil necesita profundizar en lo que llamamos regularización de tierras, que consiste en resolver los conflictos de propiedad de tierras para evitar luego otro tipo de problemas. Hace 10 o 15 años, cuando estos proyectos comenzaron, la idea del respeto a la comunidad local era mucho más frágil que ahora. Ahora hablamos de cosas maravillosamente buenas. Creo que es bueno que hayan aparecido estas debilidades porque permiten que el sistema mejore, que sea más riguroso, que se evite que esto vuelva a ocurrir en el futuro.

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