Cerro Patacón: una nube de humo tóxico y un desastre ambiental en pausa en Panamá
La capital lleva semanas inhalando tóxicos por los constantes incendios en un vertedero. Es sólo la punta del iceberg de los problemas que esconde el basurero
EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
En plena estación seca, con altas temperaturas y escasez de agua, el relleno sanitario de Cerro Patacón de Panamá es un infierno. En menos de 90 días, lo han incendiado “intencionalmente” en cuatro ocasiones, según las autoridades panameñas. En ese lugar se deposita más del 40% de toda la basura generada en este país de 4,28 millones de habitantes, de acuerdo con los datos oficiales.
Han ardido plásticos, cartones, maderas, aerosoles, cauchos, insumos hospitalarios, alimentos, muebles, papeles y llantas. El humo, las cenizas y los malos olores de la quema de basura se han esparcido por cientos de kilómetros y han sido arrastrados por el viento, lo que ocasionó que una nube cubriera la ciudad de Panamá y el emblemático Cerro Ancón, donde ondea orgullosa el emblema nacional. Dalvis Bosques, de 62 años, padece de los pulmones. “Esto está lleno de humo. ¡Esto me está matando!”, lamenta.
El viernes 22 de marzo, tras varias semanas de contaminación ambiental, el grupo de investigación, innovación y desarrollo en química aplicada de la Universidad de Panamá (UP) expuso su “profunda preocupación” ante el “peligro toxicológico” que conllevan los recientes siniestros. Los incendios sólo son la punta del iceberg de la mole de problemas que esconde el basurero. Un tema complejo con múltiples causales y consecuencias. Un desastre ambiental y sanitario que parece estar en pausa por el desinterés de las autoridades.
De relleno sanitario a vertedero a cielo abierto
A unos 15 minutos de la ciudad de Panamá, donde se han erigido enormes rascacielos que son símbolo del progreso de las últimas dos décadas, se estableció el relleno sanitario donde diariamente llegan 2.500 toneladas de residuos de la ciudad de Panamá y San Miguelito, según datos de la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario (Aaud).
Fue ideado en 1980 por el científico y ambientalista Stanley Heckadon Moreno para reemplazar al vertedero de Panamá Viejo, donde abundaban los insectos en época lluviosa, malos olores todo el tiempo, y donde no cabía una lata más. La crisis de entonces llegó con un incendio y una protesta de las amas de casa de áreas aledañas que bloquearon la entrada al vertedero de Panamá Viejo, dejando a la ciudad inundada de basura.
Heckadon concibió un modelo de gestión de residuos que era un ejemplo para la región, con un tiempo de vida útil de 30 años. Se trataba de enormes piscinas cuadradas donde sería depositada la basura y posteriormente sería cubierta con piedras y luego tierra. Tenía sistemas de drenaje para que los lixiviados (líquidos formados por los residuos) corrieran por una pendiente y llegaran a otras piscinas de oxigenación que purificaban las aguas antes de ser arrojadas a las quebradas.
Las piscinas se conectaban unas con otras con caminos de piedra. Cuando se llenaba una, seguía con la otra. Ese relleno sanitario empezó a operar en 1983. “Se escogió el Cerro Patacón precisamente por la abundancia de piedra y tierra para el procesamiento de los desechos”, le explica Heckadon a América Futura.
Pero, con el pasar de los años, el Cerro Patacón dejó de ser un relleno sanitario para convertirse en un vertedero a cielo abierto. “Se obvió el cubrimiento de los desechos que quedaron expuestos a la lluvia y al aire. Se descuidaron aspectos técnicos como el manejo de los lixiviados, que terminaron en el subsuelo y en las aguas”, detalló la ambientalista Raisa Banfield. La disposición de neumáticos y la proliferarción de insectos se salió de control.
Para 2009, al Cerro Patacón llegaron desechos hospitalarios y lodos fecales. Para 2015, se dispuso que los desechos peligrosos tenían que ser tratados antes del ingreso al vertedero. Al momento se ignora si se cumple con la medida. La capacidad de Cerro Patacón fue superada mucho antes de lo previsto por Heckadon. “No somos buenos en relleno sanitario. No pasamos la prueba. Hay que probar con algo diferente: la tecnología”, dice Gabriel De La Iglesia, director de Bioconsul, empresa panameña dedicada a la consultoría y tecnología de residuos.
Buscando nuevas soluciones
En marzo de 2023, a la empresa Urbalia - que administraba el vertedero- se le acabó el contrato. Al mismo tiempo, se le impuso un millón de dólares en multas por malos manejos. La AAUD declaró “emergencia ambiental” y asumió el control. Pero desde su creación, esta institución no ha demostrado un progreso en su estructura.
En efecto, un año después, nada ha cambiado. Peor aún: cada vez son más comunes los incendios. Una de las razones, según De La Iglesia, es que hay muchos residuos descubiertos y no hay material de cubrimiento. “Una solución sería que las tierras removidas de las obras estatales se trasladasen al cerro para cubrir los desechos”, plantea el consultor.
Rafael Prado, director de la AAUD, admite que el vertedero está colapsado. Pero en su criterio, es necesario mantenerlo por lo menos tres años más. A lo que realmente aspira es a un cambio del modelo, a sentar las bases de un sistema de revalorización y gestión de los residuos.
Su propuesta también contempla un cambio en la cultura del panameño para involucrarlo en la respuesta al problema. “No podemos seguir como estamos, por lo menos en el tema de la disposición”, reconoce el funcionario. Este es, sin embargo, un proceso que puede tardar mucho más de dos periodos presidenciales (10 años), que debe ser una política de Estado, en la que podrían necesitarse generaciones dispuestas a cambiar sus hábitos de consumo.
Prado tiene el tiempo en contra. A menos de un mes para las elecciones de mayo y dos para el cambio de Gobierno, a lo único que podría aspirar es a contratar la empresa que administrará temporalmente el vertedero. Tiene la intención de hacerlo, confirma.
El 85% de los residuos del vertedero pueden reciclarse y representar un valor económico. Banfield recomienda reducir lo que llega al vertedero. A través de las juntas comunales y Gobiernos locales, deben establecerse puntos de acopio de materiales (plástico, vidrios, orgánicos y otros) para evitar su combustión.
Además, sugiere usar biodigestores para convertir la basura descompuesta en gases para energía. A mediano o largo plazo, “debe crearse una política de clasificación de residuos para que sean separados desde las fuentes de generación y se aprovechen de manera diversificada”, concluye la ambientalista.
Salud pública
Los elevados niveles de contaminación del cerro están afectando la salud de las comunidades. En las faldas de Patacón, están asentadas seis comunidades. Según el Instituto de Estadística y Censo de Panamá, son 6.475 personas que ponen en riesgo la salud.
La contaminación del agua, suelo y ríos hace que la zona haya sido catalogada previamente como “inhabitable”. En 2017, dos informes del Ministerio de Salud (Minsa) concluyeron que el origen del problema se debía en parte a los lixiviados que se filtran de los residuos sólidos. Raúl Kelly, ingeniero especialista en administración de residuos y miembro del Movimiento Nacional de Recicladores opina: “No deberían existir poblaciones cercanas a los vertederos”. De La Iglesia coincide con Kelly: “¡Hay que sacar Patacón de la población!”.
Irónicamente, la basura es el modo de sobrevivir de la mayoría de los residentes de la comunidad. Allí concurren más de mil recicladores. Muchos son controlados por bandas organizadas y criminales que se pelean el negocio de la basura. A día de hoy, el país que logró ampliar su canal interoceánico en beneficio del comercio mundial, no ha logrado gestionar sus desechos.