Sudamérica, un continente con gran potencial para producir hidrógeno verde
Chile, Brasil y Argentina encabezan el despegue regional de esta nueva fuente de energía limpia. El Gobierno argentino anuncia el envío inminente de una ley regulatoria
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Un viento impetuoso sopla en San Carlos de Bariloche, la paradisíaca ciudad de la Patagonia argentina que ha albergado esta semana el segundo Foro Global de Hidrógeno Verde. La posibilidad de convertir la fuerza de ese viento en energía eólica es uno de los atractivos de la provincia de Río Negro para encabezar el desarrollo de hidrógeno verde en Argentina, una fuente de energía limpia alternativa a los combustibles fósiles emisores de gases de efecto invernadero (petróleo, gas y carbón). Expertos convocados en el Foro han destacado el gran potencial de Sudamérica para producir una de las energías que protagonizan la transición energética mundial. Sin embargo, advierten que Argentina debe actuar con rapidez si quiere atraer inversiones internacionales y definir lo antes posible un marco regulatorio a largo plazo, tal y como han hecho países vecinos como Chile, Brasil y Uruguay.
La anfitriona del evento, la gobernadora rionegrina Arabela Carreras, subrayó la necesidad de buscar soluciones al cambio climático como un compromiso con las generaciones actuales y futuras. “La transición energética está en pleno desarrollo y no hay marcha atrás”, dijo Peter Neven, ministro de Asuntos Económicos de la embajada de Alemania en Buenos Aires, quien señaló que desde la guerra de Ucrania se han agregado razones estratégicas a las ambientales para acelerar la independencia del gas ruso.
La embajadora de Países Bajos en Argentina, Annemieke Verrijp, amplió el cálculo. “Para 2050 se espera que haya una demanda de 20 millones de toneladas de hidrógeno verde de los cuales Europa solo podrá producir un 50%, debiendo importar el resto”, señaló. El interés de este país europeo por Sudamérica como proveedor quedó plasmado días atrás cuando Brasil y Países Bajos firmaron un acuerdo para transportar hidrógeno verde entre los puertos de Pecém y Rotterdam.
El acuerdo contempla la creación de un corredor marítimo para transportar el hidrógeno verde que será producido en Pecém, en el noreste de Brasil, donde avanzan con rapidez proyectos de multinacionales como la estadounidense AES, la francesa Nexway y la australiana Fortescue.
El bajo costo de la energía limpia en Brasil gracias a la generación hidroeléctrica es un gran aliciente para atraer inversiones. Chile, a su vez, se ve favorecida por las importantes ventajas fiscales que ofrece. Este último país, con casi una treintena de proyectos en estudio, y Brasil, con 22, lideran la carrera continental, con Argentina en tercer lugar, según los datos de la consultora Calden.
El hidrógeno es el elemento químico más abundante en el universo y al ser usado como combustible sólo libera vapor de agua y no dióxido de carbono, como la gasolina. Sin embargo, en la Tierra no puede encontrarse de forma aislada, sino en elementos que la contienen, entre ellos el agua, el carbón y el gas natural, lo que obliga a usar grandes cantidades de energía para separar las moléculas de hidrógeno de las demás y poder usarlas. El hidrógeno verde se obtiene mediante la aplicación de corriente eléctrica procedente de energías renovables para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno. Requiere grandes cantidades de energía y de agua y también un tratamiento especial para su almacenamiento y transporte
Entre los principales usos previstos para esta tecnología verde está la producción de fertilizantes, la producción de acero y el transporte marítimo y por carretera. El desafío de descarbonizar la movilidad es inmenso. Las principales compañías automotrices han lanzado al mercado vehículos híbridos y también algunos modelos eléctricos, pero los prototipos abastecidos con hidrógeno están todavía en pañales. Toyota fabrica el Mirai, un automóvil con pilas de hidrógeno con una autonomía de 700 kilómetros, pero la producción se limita a 3.500 unidades al año destinadas a Japón y Europa.
Argentina, rezagada
Fortescue decidió establecer sus oficinas en Argentina y hacer la mayor apuesta hasta la fecha en energía limpia en el país. En 2021, el presidente argentino, Alberto Fernández, anunció que Fortescue iba a invertir 8.400 millones de dólares en la provincia sureña de Río Negro para poner en marcha una planta de hidrógeno verde con una capacidad de producción de 2,2 millones de toneladas anuales en 2030. El proyecto de la multinacional australiana prevé la construcción de un parque eólico que alimentará la planta de producción de hidrógeno a partir de agua de mar desalinizada y de un puerto de exportación en las cercanías de la localidad rionegrina de Sierra Grande.
Dos años después del anuncio presidencial, el proyecto avanza a cámara lenta debido a la falta de una ley que dé garantías para la inversión. En el foro, el director regional de Asuntos Públicos y Comunidades de Fortescue, Sebastián Delgui, indicó que además de un contexto de negocio favorable necesitan una ley “con una mirada a 30 años” que contemple incentivos fiscales. Delgui subrayó la importancia de tener acceso a “los dólares de las exportaciones para pagar los créditos a los bancos y los compromisos”, en referencia a las numerosas trabas cambiarias impuestas por el Gobierno argentino para proteger las escasas reservas internacionales del Banco Central.
La actividad en el Congreso argentino se ralentiza durante los años electorales y a cinco meses de los comicios presidenciales cada vez son más quienes creen que el desarrollo de esta actividad quedará en manos de la próxima administración. La secretaría de Energía argentina, Flavia Royon, anunció que la iniciativa está lista, pero evitó dar una fecha para su envío al Congreso.
El documento, al que tuvo acceso EL PAÍS, contempla importantes exenciones de impuestos e incentivos fiscales en los primeros diez años de entrada en vigencia de la ley, que se irán reduciendo de forma paulatina a partir de ese momento. La normativa busca impulsar el desarrollo local de tecnología al exigir a las empresas que al menos un tercio de los componentes industriales sean de fabricación nacional, una cifra que aumentará al 50% a partir del vigésimo año de entrada en vigor.
Las organizaciones ambientalistas de Argentina advierten que todo plan de transición energética debe contar con la participación de las comunidades locales. “Es un despropósito que Argentina esté pensando el hidrógeno para exportar energía cuando hay problemas de abastecimiento interno de energía”, apunta Ariel Slipak, coordinador del área de investigación de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). “Vaca Muerta aparece como la eterna promesa para enriquecer la población, pero sólo se han enriquecido las grandes compañías. El proyecto de ley de hidrógeno parece responder también a los negocios de unas pocas compañías”, agrega Slipak.
La provincia de Río Negro, uno de los polos científicos de Argentina, se prepara para el cambio que se avecina. “Es importante generar un plan estratégico que nos permita llegar al momento de las inversiones con una preparación previa”, subraya en declaraciones a los medios la gobernadora rionegrina. “Tenemos que planificar las ciudades, lo estamos haciendo; tenemos que formar a nuestros ciudadanos, fundamentalmente a los jóvenes, que son quienes deberían aprovechar esta oportunidad en oficios o en formaciones académicas”, agrega Carreras.
Dadas las grandes reservas de gas natural de Argentina y el desarrollo de la industria nuclear, el proyecto de ley prevé también beneficios para el hidrógeno azul (obtenido a partir de gas) y el rosa (nuclear).