Petro deja a su Gobierno en pausa

El presidente de Colombia exige la renuncia protocolaria de todo su Gabinete ante el goteo de dimisiones, sobre todo desde la izquierda, por el nombramiento de Armando Benedetti

Gustavo Petro en la Casa de Nariño, el pasado 15 de enero.Juan Diego Cano (Presidencia de Colombia)

El Gobierno de Colombia ha quedado en pausa. Este domingo, horas antes de despegar a un viaje internacional a Emiratos Árabes que lo tendrá fuera del país durante cuatro días, el presidente Gustavo Petro pidió vía X la renuncia protocolaria de “ministros, ministras y directores de departamentos administrativos”. El primer Gobierno de izquierda elegido en Colombia enfrenta una crisis política desde el martes pasado, una que no para incluso ahora que el presidente dejó su Gobierno en la interinidad: dos ministros dimitieron de forma definitiva, no protocolaria, después de la orden. Se trata de la ministra de Trabajo, Gloria Ramírez, una vieja aliada de Petro en una izquierda que muestra fisuras con el presidente, y el de Interior, Juan Fernando Cristo, uno de los miembros más expertos del Gabinete y un puente esencial con las fuerzas políticas ubicadas más al centro del espectro. Con Petro fuera de Colombia, es difícil calibrar hacia dónde se dirigirá un Gobierno que, en la última semana, ha dado muchas señales de erosión a poco más de un año de las elecciones presidenciales.

Las salidas se han ido dando a cuentagotas en la última semana. El martes, Petro anunció el nombramiento de Armando Benedetti, un político tradicional que lo acompaña desde la exitosa campaña de 2022, acusado de machismo y de corrupción, como su jefe de Despacho, el equivalente a jefe de Gabinete. Varios funcionarios provenientes de la izquierda se resintieron, no podían creer que un operador político tradicional se convirtiera en una suerte de jefe para ellos, puesto que, en la práctica, es a lo que se dedica en Colombia alguien en un cargo como ese. Los rumores de posibles renuncias se intensificaban cuando el presidente emprendió una huida hacia adelante: ordenó televisar la reunión semanal del Consejo de Ministros, una decisión inédita que llevaba a los ministros a la disyuntiva de aceptar la presencia y el poder de Benedetti o enfrentarse en público a su jefe. En el orden del día estaba la discusión de una serie de medidas ante la profunda crisis humanitaria y de violencia que se vive en la región del Catatumbo. Nunca se llegó a ese punto. Lo que aún permea son las decenas de vídeos con los momentos más tensos de la reunión, un cruce de reproches y acusaciones de los ministros hacia Petro y del presidente hacia ellos.

Gustavo Petro y Armando Benedetti durante el Consejo de Ministros, el pasado 4 de febrero.Ovidio Gonzalez S (gobierno de la república)

Acusaciones de incumplimiento

Petro inició la sesión señalando a sus ministros de no ser capaces de cumplir con las promesas del Gobierno. A partir de una lista de compromisos elaborada por el equipo de Benedetti, quien llevaba apenas horas en su cargo, los interpeló uno a uno. Algunos se limitaron a dar explicaciones, a plantear problemas de coordinación, a congraciarse con Petro; otros, sin embargo, aprovecharon las cámaras para hacer pública su inconformidad con el nombramiento. Las más duras fueron la vicepresidenta, Francia Márquez, y la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, quien dijo que no renunciaría, pero que tampoco podía estar sentada con Benedetti en esa mesa. Este domingo anunció, por fin, que dejaba su cargo.

Al día siguiente, salió Jorge Rojas, quien duró menos de una semana como director del Departamento Administrativo de la Presidencia, cargo con el que, hasta el nombramiento de Benedetti, se iba a hacer cargo de coordinar a los ministros. Rojas entendió el nombramiento como un espaldarazo hacia él. Pocas horas después renunció el ministro de la Cultura, Juan David Correa, un editor reconocido y militante de izquierda, que explicó en una entrevista que lo hizo porque “no podía tener de jefe a un maltratador de mujeres”.

Petro reaccionó al día siguiente, y acusó a Rojas de difundir información errada: “Comenzó a decir que el jefe de despacho es el jefe de los ministros y levantó mucha indignidad y por poco acaba el gobierno”, señaló en X. También definió reemplazos temporales para Rojas y Correa. La crisis parecía amainar, pero la tempestad se desató con más fuerza al cabo de unos días.

Gustavo Petro le toma posesión a Jorge Rojas como director del Dapre, el 29 de enero de 2025.CESAR CARRION (gobierno de la república)

Estalló, sin duda, el domingo, cuando Muhamad anunció en una entrevista que, tras pensarlo por varios días, sí renunciaba a su cargo. Era un golpe particularmente fuerte para Petro, porque es una de las personas en las que más confía y a las que más aprecia en la política. Lo demostró no solo al mantenerla en su cargo desde el día uno, sino en el Consejo de Ministros cuando, ante las cámaras y después de la fuerte crítica de la politóloga al nombramiento de Benedetti, resaltó que era la única ministra que había cumplido con todos sus compromisos. Fue fundamental en el mayor éxito internacional del Gobierno, la COP de Cali, y es la cara de las convicciones ambientales del presidente en uno de los países más biodiversos del mundo.

Si para Petro otras salidas eran de trámite, secundarias, la de Muhamad no. Su reacción pública fue pedir la renuncia colectiva, algo que ya le había pedido el encargado de Interior, Juan Fernando Cristo. “Habrá algunos cambios en el Gabinete para lograr mayor cumplimiento en el programa ordenado por el pueblo”, afirmó, como si fuera la consecuencia directa de los escasos logros que señaló en el Consejo de Ministros, y no una forma de abrir la puerta a que otras salidas fueran menos espectaculares, un expediente para reducir el impacto de una creciente molestia entre sus bases de izquierda por el poder de Benedetti, como revela la salida de Gloria Ramírez, la exitosa y conciliadora ministra comunista de Trabajo.

Petro también se enfrenta a la dificultad de reemplazar la salida de pesos pesados que tienen aspiraciones en las elecciones presidenciales del próximo año. El caso de Cristo es el más reciente y notorio, pero ya había ocurrido con el canciller Luis Gilberto Murillo o el ministro de TIC, Mauricio Lizcano. Sus reemplazos, por ahora, han sido personas jóvenes, con menos experiencia que aportar a un Gobierno en crisis y pausado.

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