La inflación se estanca en enero en el 5,22%

El descenso se frena y los análisis prevén que el país no alcanzará la meta del 3% este año

Mujeres trabajan en la plaza de mercado de Paloquemao, en Bogotá, Colombia, el 16 de enero de 2025.Luisa Gonzalez (REUTERS)

Las tarifas de la energía y el precio de los alimentos marcan los tiempos de la inflación en Colombia. Así lo evidencia desde hace meses cada nueva publicación del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Y los datos, difundidos en la tarde del viernes por el DANE, refuerzan la tendencia de diciembre: el nivel de los precios se mantuvo estable por tercer meses consecutivo. La variación mensual fue del 0,94% y el indicador interanual quedó en 5,22%. De esta forma, el camino hacia el rango meta fijado por el Banco de la República en 3% aún podría tardar más de lo esperado.

La tendencia a la baja experimentada el año pasado presagiaba que el logro llegaría sería a finales de 2025. Pero, ante la evidencia de baches en el proceso, los analistas de entidades financieras como ScotiaBank Colpatria ya prevén que habrá que esperar hasta 2026. Otro obstáculo es el impacto del alza al salario mínimo decretada por el Gobierno (9,54%): “La inflación se estanca, y teníamos previsto que habría descendido si el salario mínimo hubiera crecido menos”, explica Jackeline Piraján, economista jefe del banco franco colombiano.

Los reparos frente al fenómeno son claros: “El 2025 será un año retador en materia inflacionaria”, asegura Laura Clavijo, directora de investigaciones económicas en Bancolombia. “Esto lo enfatiza el mismo Banco de la República en su último informe de política monetaria, donde antes tenía un 3,1% para cerrar el año y ahora actualiza sus metas a 4,1% debido al aumento del salario mínimo real”. Lo cierto es que la inflación anual descendió el año pasado desde 8,35% hasta 5,22% en un proceso pilotado por la junta directiva del Banco de la República. ¿Cuál ha sido su receta? Encarecer las tasas de interés de referencia como método para desincentivar el consumo y amortiguar el acceso a los créditos.

Cuando el remedio empezó a surtir efecto y la economía se comenzó a enfriar, a finales de 2023, el banco emprendió los recortes de tipos. Pasó desde 13,25% hasta el 9,5% actual. Un proceso gradual. Con quejas airadas del Gobierno, convencido de que se debilitó la demanda interna. Hasta aquí todo era, más o menos previsible. Pero en noviembre y diciembre del año pasado el proceso desinflacionario se estancó. Y el ojo avizor del banco central y los economistas de nuevo entró en estado de alerta. La sombra de la inestabilidad de los precios se volvió a cernir sobre el horizonte y con ello la amenaza sobre la capacidad adquisitiva de los colombianos. “Sabemos de otros países, como Chile, que nos llevan la delantera en materia de traer la inflación hacia su meta que empiezan a tener rebrotes”, contextualiza Clavijo. Se trata, a su juicio, de una guía para esta nueva fase que exige cautela.

Menos sorpresa despierta en los analistas el peso de los recibos de la luz y otros servicios, o de algunos alimentos sobre la tasa global. Tampoco del precio de los arriendos. Estos tres han sido, a lo largo de los últimos dos años, los renglones que ha ejercido presión. Un asunto vinculado, en el caso de los alimentos, a los fenómenos climáticos. Y en el de la energía y servicios, a una amalgama de factores que van desde la gestión política y administrativa de las empresas, las deudas acumuladas desde la pandemia, hasta las sequías. Por el lado de los arriendos, por último, se han registrado tras la pandemia varias dinámicas engarzadas a cambios en la oferta y la demanda.

“Enero es uno de los meses donde la indexación”, detalla Juanita Téllez, economista jefe del Grupo BBVA. Se refiere a un método de referencia. O, mejor, una herramienta que se apoya en el impacto del ajuste a indicadores centrales, como el salario mínimo o la tasa anual de inflación, para escalar los precios. El valor de los arriendos es, por ejemplo, una variable sujeta a indexación. “También estamos pendientes, como siempre, del proceso de indexación de otros sectores que tienen que ver con educación, la compra de útiles escolares, que es una de las variables que son importantes para observar en el dato de enero”, agrega.

Enero, con este estancamiento en el descenso de la inflación, puede servir de pauta para lo queda de 2025. Por eso la incertidumbre es un buen nuevo instrumento de análisis. Y la mesura una buena consejera a la hora de sacar conclusiones: “Algunos de los rubros que pueden impactar la tasa están dados en el primer mes del año. Por ejemplo, el transporte. Si se tiene en cuenta que sus precios o tarifas se incrementan una vez al año por indexación específica, es previsible que generen presión al alza en los resultados”, remata la académica Clara Inés Pardo.

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