La imagen de Gustavo Petro repunta a 35% en la Invamer Poll

El presidente de Colombia sigue en números rojos, pero recupera nueve puntos porcentuales. Los alcaldes comienzan en terreno positivo

Gustavo Petro en Bogotá, en agosto de 2022.Fernando Vergara (AP)

Gustavo Petro disfruta algo de alivio frente a la opinión pública. La imagen del presidente de Colombia repunta en la Invamer Poll cuando ya supera año y medio en el poder. La aprobación del Gobierno se recupera después de haber tocado mínimos, de acuerdo con la tradicional encuesta bimestral que cumple 30 años, aunque se mantiene en terreno negativo. El 58% de los consultados desaprueba su gestión, mientras un 35% la aprueba en la primera medición de este 2024. Los nuevos alcaldes de las principales ciudades, que se posesionaron con el nuevo año, arrancan su mandato con cifras favorables.

El presidente, elegido con algo más del 50% de los votos en segunda vuelta, venía de haber registrado sus peores cifras en diciembre, cuando la aprobación se desplomó al 26% frente a un 66% de rechazo. En la primera medición de su Gobierno, en agosto de 2022, el 56% de los consultados aprobaba su naciente gestión, por un 20% que la desaprobaba. Desde principios de 2023 entró en terreno negativo, aunque no ha llegado a caer hasta los peores números rojos de su antecesor, Iván Duque, quien atravesó una prolongada crisis de popularidad y se despidió con un 27% de aprobación por un 68% de desaprobación.

“No es del todo inesperado”, apunta el analista Sergio Guzmán, de la consultora Colombia Risk Analysis. Esa recuperación ya se había visto reflejada en el índice agregado de favorabilidad presidencial en el que esa firma sigue las distintas mediciones. “Una mayoría abrumadora de los colombianos todavía piensa que la situación del país está empeorando, 63% versus 23%, pero sí representa un repunte para el Gobierno, pues dos meses antes era el 76% de las personas”, matiza. “El presidente está en una favorabilidad neta negativa, pero al menos dejó de estar en picada”.

Las explicaciones no son demasiado evidentes. Las grandes reformas que se propone el Gobierno —salud, pensiones, trabajo— siguen atascadas en el Congreso, donde las mayorías le son esquivas. La seguridad se ha deteriorado (82% cree que está empeorando) y la economía, que apenas creció 0,6% el año pasado, genera preocupación (74% considera que empeora). El comienzo de año ha sido muy crispado. Mientras Barranquilla perdió la sede de los Juegos Panamericanos debido a que el Ejecutivo no realizó unos pagos acordados a la organización, un sonado escándalo que le costó la cabeza a la ministra del Deporte, Cali fue la ciudad escogida para ser la sede de la cumbre mundial de biodiversidad de este año, la COP 16.

Sin embargo, desde la medición anterior la inflación ha cedido, la reducción de las tasas de interés se empieza a sentir y, sobre todo, hay un ambiente de cambio político por la llegada de alcaldes distantes al Gobierno en Cali y Medellín. En esas dos ciudades se dispara el porcentaje de quienes creen que las cosas están mejorando, del 21% al 46% en la capital antioqueña y del 19% al 39% en la del Valle del Cauca.

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Justamente, los alcaldes de las cinco principales ciudades comenzaron con niveles de aprobación por encima del 50%. Federico Gutiérrez en Medellín registra un 76% de aprobación que contrasta con la desaprobación récord con la que se despidió Daniel Quintero. En Barranquilla, Alex Char marca 74%. Alejandro Eder, que se acaba de apuntar para Cali la sede de la COP 16, comienza con el 64%. En Bucaramanga, el pastor Jaime Andrés Beltrán tiene el 61%. Y Carlos Fernando Galán, que alcanzó una votación histórica de casi la mitad de los apoyos en Bogotá, arranca su gestión con una aprobación del 54%.

“Me sorprende la favorabilidad de Eder, le va muy bien a Fico Gutiérrez y no le va mal a Carlos Fernando Galán”, resume el analista y estratega político Carlos Andrés Arias. “Para todos los alcaldes, gobernadores y el mismo presidente hay un fenómeno emocional que está determinado por los cierres de año y el principio de año, y son las ferias y fiestas que vive el país”, matiza en su análisis. “La emocionalidad mejora para todos los colombianos” en estas épocas, y eso puede ayudar a explicar el repunte en casi todos los indicadores.

El grueso de las instituciones colombianas, con pocas excepciones, salen mal valoradas, lo que ya es una constante desde hace varios años. Sea el Congreso (62% de opinión desfavorable), la Corte Suprema (57%), la Fiscalía (54%) o la Procuraduría (42%). “En este país le hemos ido perdiendo confianza a las instituciones”, apunta el analista Guzmán. Ese quiebre se produjo en el segundo periodo de Juan Manuel Santos, en medio de la feroz oposición del Centro Democrático a los diálogos con la guerrilla de las FARC, y no se ha podido recuperar desde entonces. “Las instituciones ninguna sale bien reputada”, coincide Arias, el estratega político. “Los ciudadanos hoy no creen en las instituciones, y ese es el gran dato de esta encuesta más allá de las personalizaciones políticas”.

En otro salto llamativo, la seguridad y el orden público pasa a ser el principal problema de Colombia para el 29% de los consultados, con lo que sobrepasa las preocupaciones en torno al desempleo y la economía (23%, tras ser el 31%). Cierto clima de pesimismo impregna las preguntas relacionadas con la paz total, la política bandera del presidente para negociar en simultáneo con diversos grupos armados, además de concretar el acuerdo que firmó Santos con las extintas FARC. El 61% de los consultados considera que la implementación va por mal camino, frente al 27% que cree lo contrario, unas cifras levemente mejores a las de Duque, un crítico de esa negociación. En general, un 62% cree que la paz total va por mal camino, por 27% que va por buen camino.

Sin embargo, la mayoría de los encuestados (53% frente a 43%) vuelve a estar de acuerdo con seguir negociando con la guerrilla del ELN, la primera mesa que se abrió en el marco de la política de paz total. En diciembre, por primera ocasión, había sido mayor el número de personas que preferiría dejar de negociar (49% frente a 47%). Desde entonces, en medio de los altibajos, el ELN por fin se ha comprometido a abandonar la práctica del secuestro y las delegaciones acordaron prorrogar hasta mediados de año el cese al fuego bilateral. Una mayoría de 59% favorece la opción de insistir en diálogos con los grupos armados hasta lograr acuerdos de paz, mientras 37% prefiere intentar derrotarlos militarmente.

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