Natalia Gaitán, excapitana de la selección de Colombia: “Quiero disfrutar de momentos que no pude vivir”
La futbolista fichó recientemente por Independiente Santa Fe, actual campeón del fútbol femenino. Habla sobre sus inicios en el deporte, los motivos de su regreso al país y la selección que disputa el Mundial en Australia
La imagen de Natalia Gaitán (Bogotá, 32 años), con su balaca y luciendo la cinta de capitán, es habitual para los seguidores del fútbol femenino en Colombia. Por más de una década defendió los colores del país en diferentes competencias internacionales y ahora jugará en la liga local tras un largo periplo por el extranjero, en el que vistió los colores de Zaragoza, Houston Aces, Valencia C.F, Sevilla F.C y Tigres de Monterrey. Independiente Santa Fe, actual campeón, la anunció como su gran refuerzo para la Copa Libertadores y le asignó el dorsal 3, su número favorito porque es el mismo del día...
La imagen de Natalia Gaitán (Bogotá, 32 años), con su balaca y luciendo la cinta de capitán, es habitual para los seguidores del fútbol femenino en Colombia. Por más de una década defendió los colores del país en diferentes competencias internacionales y ahora jugará en la liga local tras un largo periplo por el extranjero, en el que vistió los colores de Zaragoza, Houston Aces, Valencia C.F, Sevilla F.C y Tigres de Monterrey. Independiente Santa Fe, actual campeón, la anunció como su gran refuerzo para la Copa Libertadores y le asignó el dorsal 3, su número favorito porque es el mismo del día en que nació (3 de abril de 1991) y el que usaba uno de sus ídolos, Paolo Maldini.
En su apartamento en el norte de Bogotá conversó con EL PAÍS. Una foto de un viaje familiar a la región cafetera en 2003 es la que más sobresale en los diferentes muebles de su sala. Se le ve con 12 años, disfrazada con un traje típico de la zona, acompañada de su mamá, papá y hermano. A ellos dos les atribuye su pasión por el fútbol. “Me llevaban de mascota a sus partidos”, recuerda. El apoyo que recibió en casa es, en buena medida, el artífice de una de las carreras más destacadas de una futbolista colombiana.
Pregunta. Usted se fue a estudiar a Estados Unidos con la mayoría de edad recién cumplida. El sentido de familia está muy arraigado en Colombia. ¿Le costó irse del país?
Respuesta. Fue difícil, especialmente al comienzo. Me gradué del colegio en diciembre, cumplí 18 años en abril y en agosto viajé a Estados Unidos. Allí estuve cuatro años. El primer semestre fue duro y, de hecho, cuando volví a Bogotá para Navidad les dije a mis papás que no estaba segura de si quería volver a la universidad. La situación estaba siendo muy difícil en cuanto al clima, el idioma, el estilo de juego y las clases. Yo sabía inglés, pero es diferente tomar clases de alguna materia en inglés y no solo hablarlo. Ya para el segundo semestre fue mucho mejor, me adapté más, sobre todo al estilo de juego, que era muy físico, y fui aprendiendo, conociendo cuál era la cultura, los rivales y al final pude hacer mi vida allá tranquila y sin contratiempos.
P. ¿Viajó con la mentalidad de convertirse en futbolista profesional?
R. Viajé pensando más en aprovechar la beca y estudiar. Desafortunadamente en Colombia, en ese momento, era imposible considerar el fútbol profesional y resultaba difícil compaginar el estudio con el deporte. Me dieron la beca y fue un alivio porque se abrió la opción de estudiar y seguir jugando. Mi plan era jugar hasta cuando pudiera y mis papás siempre me apoyaron, bajo la condición de que no descuidara mis clases. La liga universitaria de Estados Unidos está muy desarrollada, con facilidades en su estructuración. Por ejemplo, por ser jugadoras del equipo de fútbol teníamos nuestros propios tutores. Ya cuando me voy a graduar es que tomó la decisión de ser profesional. Quise darme esa oportunidad.
P. ¿Cuál fue el punto de quiebre para tomar esa decisión?
R. Mi entrenador de ese momento me incitó mucho a dar ese paso, me dijo que tenía las capacidades para hacerlo, que lo intentara, entonces empiezo a hablar con un equipo de Zaragoza y con un equipo de Islandia también. Al final salió la oportunidad de irme a España con mi mejor amiga, con Oriánica Velázquez, también jugadora de la Selección. Fue un año complicado porque las expectativas estaban súper arriba y la realidad no fue tan así. Zaragoza es un equipo pequeño, más familiar que otra cosa, entonces todas las condiciones que tenía en Estados Unidos no las tenía allí. Fue como un choque duro, pero al final me dio la oportunidad de hacerme un nombre en España y de posteriormente ir a Valencia.
P. Usted jugó en Estados Unidos, España y México antes de volver a Colombia, en donde no ha jugado profesionalmente con ningún equipo. ¿Qué siente justo ahora?
R. Ha sido un proceso bonito, ha sido un proceso de volver a mis raíces y de estar otra vez en casa. Una de las grandes razones por las que vine a Colombia fue para poder disfrutar de mi familia y de mis amigos, que la mayoría son de mi época de colegio y están aquí. Quiero disfrutar de esos momentos que hace muchos años no pude vivir, de cumpleaños, matrimonios y otras celebraciones, de poder jugar en casa con mi gente, en mi ciudad y con el equipo del cual la gran mayoría de mi familia es hincha. Cuando le conté a mi papá y a mi hermano que iba a jugar con Santa Fe se murieron de la alegría. Ellos son muy hinchas de Santa Fe.
P. Santa Fe es el equipo campeón de Colombia y llega usted como el fichaje estrella para la Copa Libertadores. ¿Cómo evalúa las posibilidades de cara al torneo?
R. La Libertadores va a ser acá, en Colombia. La sede principal será en Cali, pero se está considerando si el grupo de Santa Fe puede jugar en Bogotá. Respecto al torneo, creo que los equipos brasileños siempre van a figurar como protagonistas, pero yo estoy segura de que América, Atlético Nacional y Santa Fe, que son los equipos colombianos clasificados, también van a dar de qué hablar y tienen serias posibilidades de ganar. Santa Fe ya fue subcampeón de la Libertadores en 2021.
P. Comparando la situación que vivía el fútbol femenino en Colombia en 2009, cuando usted viaja a Estados Unidos, con la situación actual, ¿ve avances?
R. Cuando me fui, no imaginaba lo que podía llegar a ser o lo que ha sido en estos momentos el fútbol femenino. No había una liga, las selecciones se reunían dos meses antes de cada torneo, no se respetaban las fechas FIFA y el acceso a uniformes, gimnasios y otras facilidades todavía era muy rústico. Era difícil pensar que ahora estaríamos en este punto, con este nivel de visibilidad.
P. ¿Ayudaron los triunfos conseguidos por las selecciones femeninas de las diferentes categorías en los últimos 15 años?
R. Obviamente los resultados han ayudado muchísimo. Con mi categoría, por ejemplo, fuimos campeonas sudamericanas por primera vez, fuimos cuartas del mundo en el Mundial Sub-20 de Alemania en 2010, clasificaciones a mundiales, a Juegos Olímpicos y obtuvimos medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 2019. Esos logros permitieron que se hable más de fútbol femenino y aumenta la presión para que el apoyo sea más y mejor. La selección que va al Mundial ha tenido entre dos y tres años de constantes partidos amistosos internacionales y constantes reuniones en fechas FIFA. Se ha visto un proceso y eso ayuda a la evolución de las jugadoras. El fichaje de Linda Caicedo por el Real Madrid y el de Leicy Santos al Atlético de Madrid, hace cuatro años, son una muestra clara.
P. Y, sin embargo, aún falta mucho por mejorar respecto a las condiciones del fútbol femenino. ¿Qué cambios haría?
R. Me enfocaría en tres cosas para mí que son muy importantes. Primero, en la base de todo, que son los clubes aficionados, quienes al final hacen el trabajo del día a día para que las jugadoras puedan llegar a clubes profesionales. Hay que buscar formas de ayudarles para que tengan más facilidades y que no estén siempre con el afán de resolver cómo sobreviven hasta fin de mes. La segunda sería solidificar la liga, que sea un campeonato constante y que cada año no estemos sufriendo, preguntándonos cada enero cuándo va a empezar, quiénes van a estar, cómo va a ser y hasta cuándo se va a jugar. Justo ahora me parece que todo es muy reactivo. Me gustaría ver un plan a largo plazo, proponerse metas entre 3 a 10 años y desde ahí empezar a trabajar para alcanzar esos objetivos. Y la tercera y última cosa que reforzaría son las bases de las selecciones, para que puedan tener un proceso con personas que estén calificadas al mando, con cuerpos técnicos, desde el entrenador, pasando por el asistente, preparador de arqueras, la parte médica, hasta las fisioterapeutas. Todo debería estar muy bien acompañado para que las niñas desde la categoría Sub-17 puedan tener un proceso y seguir con la liga.
P. Colombia debuta contra Corea del Sur en el Mundial este lunes. ¿Cómo ve las posibilidades del equipo?
R. Hay una buena mezcla de juventud y experiencia. Tienen jugadoras de la nómina que quedó subcampeona del mundo Sub-17 y algunas de la categoría Sub-20, que hicieron un gran papel en su Mundial. Las de experiencia llevan varios años ahí y aportan para que exista una buena estructura. Llevan jugando dos o tres años juntas y eso ayuda a crear una sinergia entre todas. Van a jugar contra Corea del Sur, Marruecos y Alemania. Ahora, honestamente, Corea y Marruecos son un enigma porque no conozco mucho de ellas, no he visto sus partidos. Uno puede hacerse una idea por el estilo de juego de otros equipos asiáticos y africanos. Alemania sí va a estar siempre entre las favoritas, aunque últimamente han tenido estragos por su recambio generacional, no han podido acomodarse y hacer clic. Cada partido va a ser un mundo completamente diferente, va a estar lleno de complejidades y será muy interesante poder ver hasta dónde llegamos.
P. ¿Cuál es ese momento emblemático que usted recuerda de sus participaciones con la selección?
R. Se vienen dos a mí cabeza. Uno, cuando quedamos cuartas en el Mundial Sub-20 de Alemania en 2010. Fue un golpe de autoridad porque, si bien ya nos habiamos posicionado a nivel sudamericano, en esa ocasión estábamos compitiendo contra las mejores selecciones del mundo. Le ganamos en cuartos de final a Suecia, que era algo loquísimo, y después perdimos por la mínima en semifinales con Nigeria. Eso sí fue un subidón de adrenalina, de energía, de confianza, de todo. Y el segundo momento es cuando le ganamos a Francia en el Mundial de 2015 en Canadá. Todo el mundo nos daba por muertas, que nos iban a golear, y le terminamos ganando a las francesas y pasando a la siguiente ronda por primera vez. Era nuestro primer gol, nuestro primer partido ganado y la primera vez que pasábamos a la siguiente ronda. Fue maravilloso.
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