Colombia y Venezuela se proponen restablecer relaciones cuando Petro asuma el poder
El canciller designado, Álvaro Leyva, acuerda con su homólogo venezolano avanzar en una normalización tras años de tensiones entre Bogotá y Caracas
Bogotá y Caracas, que ya se han puesto de acuerdo en avanzar en la reapertura de la frontera y la recuperación del intercambio comercial, se encaminan a un inminente restablecimiento de sus relaciones diplomáticas tan pronto Gustavo Petro asuma la presidencia de Colombia, el próximo 7 de agosto. Los dos países han acordado una “normalización gradual” que incluye nombrar embajadores y funcionarios consulares luego de años de tensiones, y trabajarán para mejorar la seguridad a lo la...
Bogotá y Caracas, que ya se han puesto de acuerdo en avanzar en la reapertura de la frontera y la recuperación del intercambio comercial, se encaminan a un inminente restablecimiento de sus relaciones diplomáticas tan pronto Gustavo Petro asuma la presidencia de Colombia, el próximo 7 de agosto. Los dos países han acordado una “normalización gradual” que incluye nombrar embajadores y funcionarios consulares luego de años de tensiones, y trabajarán para mejorar la seguridad a lo largo de una extensa y porosa línea limítrofe.
Así lo anunciaron por sorpresa este jueves el ministro de Exteriores del gobierno de Nicolás Maduro, Carlos Faría, y el canciller designado por Petro, Álvaro Leyva, en una escueta declaración conjunta que firmaron después de reunirse en San Cristóbal, la capital del estado venezolano de Táchira, fronterizo con el departamento de Norte de Santander. Las relaciones entre los dos países, completamente rotas desde 2019, disfrutan de una suerte de deshielo desde que Petro ganó la segunda vuelta de las presidenciales el pasado 19 de junio. Leyva también se reunió con el gobernador del Táchira, Freddy Bernal, una figura destacada del chavismo. Los acercamientos, en cualquier caso, se han precipitado más rápido de lo anticipado.
A Petro le tomó apenas tres días como presidente electo dialogar con Maduro y confirmar que se propone abrir los pasos formales en una frontera en la que proliferan los cruces clandestinos, y que lleva mucho tiempo entregada a la ilegalidad, con la notoria presencia de un archipiélago de grupos armados ilegales que incluyen a la guerrilla del ELN y a las disidencias de las FARC que se apartaron del proceso de paz. Los más de 2.200 kilómetros de línea limítrofe son porosos, repletos de las llamadas trochas por las que históricamente ha fluido todo tipo de contrabando.
En el complejo ajedrez diplomático, Leyva, el próximo ministro de Exteriores colombiano, fue un hombre clave en las negociaciones para alcanzar un acuerdo con la extinta guerrilla de las FARC, y cuando Petro anunció su designación dijo que “será una cancillería de la Paz”. Diversos observadores anticipan que Venezuela es un actor clave en las eventuales negociaciones de paz con el ELN, la última guerrilla activa en Colombia, a la que varios analistas atribuyen un carácter binacional, que desde ya se propone adelantar el presidente electo.
Los sucesivas crisis entre los dos vecinos no han hecho más que escalar durante el periodo de Iván Duque, el principal promotor del fallido “cerco diplomático” sobre el gobierno chavista de la República Bolivariana. Los puentes binacionales entre Táchira y Norte de Santander están cerrados al paso de vehículos desde agosto de 2015 por orden de Maduro, quien antes había expulsado a miles de colombianos que se vieron obligados a cruzar el río Táchira con sus enseres al hombro. La tensión acumulada por años se desató en febrero de 2019, después de que la oposición venezolana, en cabeza de Juan Guaidó, y con el irrestricto apoyo de Duque, intentó ingresar alimentos y medicinas desde Colombia en lo que Caracas calificó como un intento de “invasión”. Maduro decidió entonces romper del todo las relaciones, mientras Duque lo califica como un “dictador”, no reconoce su gobierno y ha denunciado en reiteradas ocasiones que le da cobijo tanto al ELN como a las disidencias.
Además, la frontera ha sido también el embudo de uno de los mayores flujos de personas en el mundo, la diáspora de venezolanos que han huido de la crisis política y económica de su país en sucesivas oleadas, empujados por la hiperinflación, la inseguridad o la escasez de alimentos y medicinas. Colombia es por mucho el principal país de acogida, con cerca de 2,5 millones de ciudadanos venezolanos afincados a lo largo y ancho de su territorio, de acuerdo con el más reciente informe de Migración Colombia.
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