“Latinos, dejen de gastar dinero”: el movimiento que pide un boicot a Coca-Cola, Amazon o Target

Latino Freeze anima a la comunidad migrante a comprar solo productos esenciales, cancelar suscripciones y considerar el apoyo a tiendas locales frente al acoso del Gobierno de Trump

Un hombre lleva un paquete de Coca Cola, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 24 de julio de 2020. Isabel Mateos (CUARTOSCURO)

En uno de sus ratos libres, que no son tantos, cuando terminó sus labores como mamá, su trabajo como investigadora de un centro de salud de Chicago y como vendedora en su pequeño negocio de aretes artesanales, Kryztal Pena agarró el teléfono, abrió TikTok, se dispuso a grabarse a sí misma. El mensaje que quería transmitir era claro: si necesitas cepillos de dientes, jabones o esponjas de baño, ¿por qué tendrías que ir a comprarlos a Target, si ahí están las tiendas de mujeres latinas que ofrecen los mismos productos? ¿Por qué irías a buscar los huevos a Walmart, si ahí están los granjeros hispanos ofertando las docenas?

Kryztal había visto días antes un video con el mismo mensaje de parte del Dr. Michael Galvez, uno de los impulsores del Latino Freeze, un movimiento que acaba de nacer como respuesta al acoso que vive la comunidad latina por parte de la nueva Administración republicana. “Latinos y latinas, dejen de gastar dinero”, dice la página del movimiento, que llama a tomar acciones hasta que el Gobierno de Donald Trump demuestre que se preocupa por las poblaciones “minoritarias e inmigrantes”.

Es algo en lo que Kryztal ha estado pensando. “Los hispanos gastan mucho dinero, y ahora es más importante que sean conscientes de dónde van gastar ese dinero”, asegura la mexicana de 27 años quien, junto a su esposo, suspendió la compra de latas de Coca-Cola en casa y ahora solo toman aguas frescas.

Junto a cadenas o grandes corporaciones como Walmart, Target, Home Goods, Amazon, Marshall, Home Depot o Starbucks, Coca-Cola es una de las marcas en el centro del boicot que Latino Freeze está impulsado en redes sociales, y que pide a la comunidad migrante comprar solo productos esenciales, cancelar suscripciones y considerar el apoyo a tiendas locales, mercados de agricultores o negocios de segunda mano.

¿Por qué no hacerlo? Es lo que se han preguntado algunos: ¿Por qué no boicotear a las mismas marcas que impulsaron la campaña del presidente que ahora los amenaza con deportarlos, con quitarles cualquier estatus de permanencia legal en el país y se encarga de decirles que son unos criminales y vagos?

De pronto han comenzado a aflorar en redes sociales publicaciones de usuarios que se han cambiado, por ejemplo, al bando de Pepsi. En varios videos, algunos reconocen que, aún cuando los latinos son fieles compradores de Coca-Cola, la empresa les dio la espalda en la misma medida en que pasó la mano por encima del hombro de Trump, a quien le obsequiaron una botella personalizada de Coca-Cola Light —la preferida del republicano— el día de su llegada a la Casa Blanca.

Coca-Cola —una empresa que según sus propias cifras reporta 530 millones de dólares de consumidores latinoamericanos— donó 250.000 dólares a la campaña de Trump, de quien se dice que en su primer mandato, bebía 12 latas de Coca-Cola Light al día. Incluso ha pedido reinstalar el famoso botón de Coca-Cola en su escritorio del despacho Oval, con el que llama para que le lleven la bebida a la misma mesa donde firma todo tipo de decretos. Otras de las grandes marcas que los latinos usan a diario también le dieron su dinero al mandatario: Verizon le donó un millón de dólares al igual que AT&T, Amazon o Uber.

Pero el centro del boicot lo ocupa el gigante de gaseosas más consumidas en todo el mundo, más aún desde que se difundiera en redes sociales la aparente denuncia por parte de la compañía a trabajadores latinos en Texas ante el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE). Aunque hasta el momento no se ha comprobado la veracidad de los hechos y Coca-Cola no se ha pronunciado al respecto, la indignación ha servido para echar a andar la iniciativa de un boicot económico que demuestre al país por qué los latinos son un sector esencial de la economía nacional, una comunidad cuyo PIB alcanza los 3,7 billones de dólares.

El próximo 28 de febrero la comunidad improvisará un “apagón económico”. Se trata de una campaña para alentar a los latinos a que no compren ningún producto que no provenga de pequeños negocios, es decir, ni gasolina, ni comida rápida ni pedidos a Amazon o Walmart. La convocatoria pretende ser una bofetada al sistema: “Queremos que vean que tenemos el poder”.

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