La escasez de mano de obra por la cruzada migratoria de Trump agranda las grietas en el sector de la construcción
La Reserva Federal, las cifras oficiales de empleo y las organizaciones empresariales dan fe del impacto negativo en el sector

El verano ha sido muy frío para el mercado laboral en Estados Unidos. No solo se crearon apenas 22.000 nuevos puestos de trabajo netos en agosto, sino que además por primera vez desde diciembre de 2020 se destruyó empleo en junio. El inicio del invierno en el empleo ya era un hecho desde hacía tiempo en algunos sectores de la economía como la manufactura o el sector minero y petrolero. También en la construcción en la que el viernes se verificó la pérdida de empleo en los tres últimos meses. Es un área en la que alrededor del 34% de los trabajadores son nacidos en el extranjero y los embates de la política antimigratoria están abriendo una profunda grieta que afecta no solo a estos trabajadores foráneos sino también a los nacionales, a las empresas del sector y a los proyectos en marcha.
De esta situación dan fe un buen número de firmas del sector de la construcción en una encuesta de finales de agosto hecha por la Asociación General de Contratistas de América y el Centro Nacional para la Educación e Investigación en Construcción (AGCE y NCCER respectivamente). Casi un tercio de las empresas dicen haberse visto afectadas directa o indirectamente por las autoridades de inmigración en los últimos seis meses, lo que agrava el problema del 92% de los encuestados, que reportan problemas para encontrar trabajadores. Específicamente, el 5% de los encuestados dice que sus obras han sido objeto de redadas por agentes de inmigración, pero además el 10% ha visto cómo sus trabajadores han abandonado por los rumores de posibles acciones de las autoridades.
Las redadas no solo afectan a los que no tienen autorización para trabajar. El economista jefe de AGCE, Ken Simonson, explica que muchos inmigrantes con autorización para trabajar temen también al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) por cómo puede afectar una redada a sus familiares u otras comunidades cercanas en riesgo si fueran arrollados por una detención masiva. Un 20% de los encuestados dice que sus subcontratistas han perdido empleados también. Los Estados más afectados son los de Georgia, Virginia, Alabama, Nebraska y Carolina del Sur.
La complicación derivada de la acción del ICE la ha certificado también la Reserva Federal. La semana pasada la autoridad monetaria publicó su último informe de condiciones económicas regionales, el llamado Libro Beige, y en él se hace referencia más de una docena de veces a los problemas que la acción antimigratoria está creando en el mercado laboral en los doce distritos de la Fed.
“La mitad de los distritos notaron que sus contactos han reportado una reducción de la disponibilidad de mano de obra inmigrante con Nueva York, Richmond, St. Louis, y San Francisco resaltando su impacto en la industria de la construcción”, se lee en el informe. En concreto, en el caso de la Reserva Federal de Nueva York se señala que la caída de trabajadores inmigrantes ha dado lugar a retrasos en los proyectos. Se están buscando soluciones. “Algunos empleadores están optando por ofrecer semanas de cuatro días laborales para retener trabajadores”.
En el caso de la Fed de Richmond (que engloba a Carolina del Norte y del Sur, Virginia, Maryland, Washington D. C. y la mayor parte de Virginia Oeste) se observa que en este sector se han incrementado las dificultades para encontrar trabajadores entre los inmigrantes. “Y [las constructoras] no son optimistas con respecto a una mayor posibilidad de mano de obra en el futuro”, se lee en el Libro Beige.
La falta de mano de obra inmigrante no solo no abre las puertas a los trabajadores nacionales en el sector, sino que afecta a estos trabajadores negativamente. Ben Zipperer, economista del Economic Policy Institute (EPI), un centro de estudios de corte progresista, explica en un reciente informe sobre el empleo en la construcción y en el cuidado infantil que las deportaciones afectan también a los trabajadores nacionales de varias maneras.
Una de las más notables es que se quiebra la complementariedad y vínculos que hay en trabajos con mano de obra foránea y nativa. Se rompe la cadena de trabajo. “Cuando hay menos inmigrantes expertos en tejados y estructura básica de construcción de viviendas, va a haber menos trabajo para los electricistas y fontaneros nacidos en Estados Unidos”, aclara en un ejemplo trasladable a otras industrias y que es transversal a varios sectores. La reducción de población inmigrante y sus actividades resta también consumo e inversión, lo que reduce la creación de empleo.
Las cifras oficiales de demanda y ofertas de empleo, contrataciones y renuncias que elabora la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) terminan de completar el cuadro laboral golpeado por el ICE. El llamado informe JOLTS de julio refleja cómo se reducen las ofertas de empleo en general en el país, pero, a contracorriente, en el sector de la construcción crecieron. En concreto, pasaron de las 242.000 en junio a las 306.000 un mes más tarde. Son 77.000 ofertas laborales más que en el mismo mes del año pasado.
Los economistas del sector reconocen que estos son datos muy volátiles, pero Anirban Basal, economista jefe de Contratistas y Constructores Asociados (ABC), explicaba en una nota que las ofertas han subido al mayor nivel en más de un año. “Dada la continuada caída en el gasto de construcción no residencial, este aumento de ofertas es atribuible a la política migratoria y sus efectos en la fuerza laboral y no en el incremento de demanda de trabajadores de construcción”.
Simonson de AGCE dice que en estas ofertas suele haber muchas anticipaciones de empleos que se necesitan cubrir para otras fases en construcción, pero hay otros datos que muestran también un deterioro para el sector en el informe JOLTS como el referido a las personas que dejan su trabajo porque tienen posibilidad de uno mejor. El cambio de trabajos para estos empleados es el menor en los últimos nueve años, lo que sugiere que hay preocupación por la seguridad laboral en un entorno difícil para la mano de obra y presión por los costos arancelarios. “No se ven oportunidades”, afirma Simonson.
Este economista dice que la actual falta de mano de obra es el motivo principal por el que proyectos de todo tipo están sufriendo retrasos porque no hay suficientes trabajadores cualificados para contratar. El 78% de las firmas consultadas por AGCE y NCCER dicen que tienen al menos un proyecto que ha sido retrasado durante los últimos 12 meses y el 45% atribuye la causa a la falta de trabajadores y la que tienen sus subcontratistas.
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