Ir al contenido

Coco Fusco, artista conceptual y ‘performer’: “A mí no me interesa la problemática de la belleza, me interesan las relaciones de poder”

La artista cubanoamericana presenta en el Museo del Barrio de Nueva York la exposición ‘Tomorrow, I will become an island’, donde recopila por primera vez en Estados Unidos 30 años de trabajo

Son muchos los que recuerdan a Coco Fusco (Nueva York, 1960) cuando se encerró en una jaula disfrazada de indígena, en aquella performance satírica que hizo en colaboración con Guillermo Gómez Peña y que realizó alrededor del mundo de 1992 a 1994. Se titulaba The undiscovered Amerindias y en ella la cubano-americana se exponía al público como si fuera un animal en un zoológico, promoviendo la reflexión en torno a la otredad, el exotismo y lo que se considera espectáculo.

El humor está presente con frecuencia en la obra de esta artista multipremiada. En La Chavela Realty (1990) se vistió de la reina Isabel La Católica (con un traje diseñado por Pepón Osorio) y actuaba como una agente inmobiliaria contemporánea, vendiendo parcelas del Nuevo Mundo a cambio de un dólar. En la charla Observaciones de la depredación en los seres humanos (2014), se caracterizó como la Dra Zira, una chimpancé especializada en psicología animal, en una intervención en el Studio Museum de Harlem.

Ahora, el Museo del Barrio de Nueva York repasa la trayectoria de esta artista multidisciplinar en su primera exhibición panorámica en Estados Unidos, que recopila lo mejor de treinta años de trabajo. Tomorrow, I will become an island (Mañana, me convertiré en una isla, título que proviene de un poema de Virgilio Piñeda) está dividida en cuatro temáticas, todas ellas de índole política: Malentendidos interculturales, compuesta de grabados irónicos y una mención a dos de sus performances más significativas; Tácticas Interrogatorias, donde se expone el papel de las mujeres en contextos militares, como el escándalo que se desató en Abu Ghraib, durante la Guerra de Irak; Poder y Poesía, donde se proyectan cinco audiovisuales dedicados a Cuba; y Narrativas Inmigrantes, que no necesita introducción en tiempos de Donald Trump.

Precisamente, Fusco lleva una camiseta en la que se lee “I want for you whatever you want for immigrants” (Te deseo a ti lo que sea que desees para los inmigrantes) cuando se conecta por videollamada para hablar con EL PAÍS. Su vitalidad es arrolladora. Habla alto y claro, y además de tener mucho que decir, la lógica de su discurso es contundente. Denota seguridad y entereza, y no tiene miedo a decir lo que piensa. Lo demostró al completar un curso intensivo del Team Delta, una empresa fundada por exagentes de inteligencia estadounidenses para entrenar a soldados a resistir interrogatorios, donde logró no revelar el secreto que le habían encomendado.

Para Fusco es importante aclarar que hablar con autoridad no quiere decir que esté motivada por la rabia. Ella se define como una intelectual con treinta años de experiencia como profesora universitaria y un cerebro que le permite reflexionar como lo hace cualquier hombre. A pesar del contenido político de su obra, tampoco considera que su arte sea activista. “A través de mi obra no trato de activar un movimiento político, sino de crear espacios de reflexión sobre relaciones de poder en la escena actual. Si a alguien le parece un arte muy agresivo, es un problema con las expectativas que cada cual tiene con el arte. A mí no me interesa la problemática de la belleza; a mí me interesan las relaciones de poder”.

La última sección de la exposición, que se inauguró el pasado jueves, consiste en una serie de fotografías y vídeo que bajo el título de Everyone who lives here is a New Yorker (Todo el que vive aquí es neoyorquino). Entrelaza imágenes de estudiantes y amigos como el artista Carlos Martiel o Mario, el propietario del restaurante mexicano La Morada, situado en el Bronx y que es un referente para los inmigrantes, así como de personas que conoció en la calle y que estaban viviendo en albergues, con fotografías del siglo pasado firmadas por Frederick Sherman y Lewis Hine.

“Quería mostrar cómo la historia de Nueva York ha sido siempre la de la inmigración, y que el crecimiento de la retórica xenofóbica aquí no tiene sentido. El 40% de la población de la ciudad nació en otro país”, comenta, encendida. Hace mención de lo insólito de que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) esté deteniendo a gente en las cortes neoyorquinas. “Este melodrama lo ha producido el actual alcalde, Eric Adams, quien hizo un pacto con la Administración de Trump para que no lo siguieran investigando por corrupción. Nunca antes la retórica de la alcaldía de Nueva York había sido tan hostil con los inmigrantes. Hasta no hace mucho llegaban a la ciudad en torno a 50.000 inmigrantes al año y conseguían integrarse”, señala, y remarca que esta situación no se da en Long Island ni en Nueva Jersey, lo que la lleva a concluir que el miedo al inmigrante se está instrumentalizando.

Dice, no obstante, que la situación política no la intimida. Cuenta que la vigilan desde que empezó a trabajar, dado que viajaba a Cuba durante la Guerra Fría, y que lleva más de cuarenta años recibiendo acusaciones de trabajar o bien para el FBI o para el Gobierno cubano. Para ella, lo que está ocurriendo en Estados Unidos no es nuevo, sino una revisión del macartismo, “con la variante de que ahora hay más capacidad para vigilar a la gente, porque antes no había redes sociales”.

Además de artista multidisciplinar, Fusco es también académica. Se graduó en semiótica en Brown University, luego en literatura por la Universidad de Stanford, y culminó sus estudios con un doctorado en artes visuales en la Middlesex University de Londres. Ahora es profesora en la Universidad Cooper Union en Nueva York y el enfoque documental y pedagógico sigue muy presente.

El suyo ha sido un trabajo interdisciplinar que ha perseguido denunciar la degradación de la democracia y las injusticias del sistema social, atendiendo especialmente a cuestiones raciales, de género, al colonialismo, la opresión intelectual y la perpetuación de estereotipos. Un arte cuya crítica feroz brilla en el contexto actual de las acciones del ICE y la catástrofe humanitaria en Gaza, cuestionando el status quo y la retórica del poder.

Tomorrow, I will become an island comienza con una obra audiovisual, Only in darkness (Solo en la oscuridad), que alude a esta oscuridad que nos concierne, pero que lleva un mensaje esperanzador. Consiste en un proyecto artístico de escritura en el cielo —siguiendo la estela de los mensajes que dejan los románticos cuando hacen sus pedidas de matrimonio o las marcas sus anuncios publicitarios— que dice: “Only in darkness could you see the stars” (Solo en la oscuridad podías ver las estrellas). Porque, como señala la artista, “en estos momentos de crisis lo que queda bueno destaca más, porque queda poco”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En