Trump endurece su discurso tras la decapitación de un trabajador en Texas a manos de un cubano: “Se ha acabado la indulgencia”
La Administración republicana ha redoblado su amenaza de que los delincuentes y migrantes podrían ser deportados a “Esuatini, Uganda, Sudán del Sur o Cecot”


La estremecedora muerte de Chandra Nagamallaiah se ha convertido en el último suceso con el que Donald Trump y su equipo promueven la política antiinmigrante que echaron a andar desde el pasado 20 de enero, cuando el presidente volvió a la Casa Blanca. Nagamallaiah, de 50 años, originario del estado indio de Karnataka, quien llegó a Estados Unidos en 2018 y trabajaba desde hacía un tiempo como administrador del motel Downtown Suites, de Dallas, fue decapitado por un hombre cubano la semana pasada, el mismo día que Charlie Kirk murió mientras hablaba en una universidad de Utah. Ambas muertes se han encajado perfectamente en la narrativa trumpista y se perfilan como argumentos para avanzar en su despliegue autoritario contra inmigrantes y contra oponentes políticos: de Kirk ha asegurado que lo mató la “izquierda radical”, mientras a Nagamallaiah asegura que lo asesinaron los “delincuentes inmigrantes ilegales”.
En su red Truth Social, el mandatario dijo que estaba al tanto de “las terribles noticias” sobre el asesinato de Nagamallaiah, a quien llamó “una persona muy respetada” en Dallas, y que fue “brutalmente decapitado, delante de su esposa y su hijo, por un EXTRANJERO ILEGAL procedente de Cuba que nunca debería haber estado en nuestro país”. El presidente también pidió públicamente que el atacante fuera acusado “de asesinato en primer grado”.
Se trata del cubano Yordanis Cobos Martínez, de 37 años, quien, según la información difundida hasta el momento, en la mañana del miércoles se encontraba limpiando una habitación del motel donde trabajaba. Ese día tuvo lugar una discusión luego de que, presuntamente, Nagamallaiah le pidiera que no usara una lavadora rota. Imágenes captadas por las cámaras de seguridad muestran el momento en que el cubano persigue a Nagamallaiah con un machete en la mano y lo agrede. Su esposa Nisha y su hijo Gaurav, de 18 años, presenciaron cómo Martínez no solo hirió a Nagamallaiah en varias ocasiones, sino que finalmente lo decapitó.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) informó que Martínez había pateado la cabeza de la víctima “como si fuera un balón de fútbol”. Antes de ser detenido en el lugar de los hechos, habría arrojado la cabeza a la basura.
Las autoridades afirman que el cubano, quien permanece detenido en la cárcel del condado de Dallas, llegó a Estados Unidos arrastrando antecedentes penales que incluyen abuso sexual infantil, robo de vehículos a motor, detención ilegal y robo de vehículos. El gobierno de La Habana, que se limita a escoger a los deportados que recibe, se había negado a recibirlo de vuelta a pesar de que tiene una orden definitiva de expulsión a Cuba.
Luego de permanecer bajo custodia del ICE en el centro de detención de Bluebonnet, Martínez fue liberado bajo una orden de supervisión el 13 de enero de 2025, algo que le ha servido a Trump para emprenderla una vez más contra su antecesor en el puesto, Joe Biden. Luego añadió: “Tengan la seguridad de que, bajo mi mandato, ¡se ha acabado el tiempo de ser indulgentes con estos delincuentes inmigrantes ilegales!”.
Parte de la comunidad cubana, que le dio un amplio apoyo al republicano y que ha sido golpeada por la actual cruzada antiinmigrante, ha empezado a cuestionarse si el foco sobre este asesinato no significaría situar a los cubanos en el debate político y criminalizador que hasta ahora ha caído con fuerza sobre los venezolanos. Incidentes como el asesinato de la estudiante Laken Riley —hallada muerta en el campus de la Universidad de Georgia tras el ataque de un emigrante venezolano— o la muerte de Jocelyn Nungaray —una niña de 12 años asesinada en Texas por dos venezolanos indocumentados— acapararon espacio en casi todos sus mítines de campaña y respaldaron su discurso de expulsión.
Este último acontecimiento ha vuelto a traer sobre la mesa la idea de cuán insegura vuelven los emigrantes la vida del estadounidense. La subsecretaria del DHS, Tricia McLaughlin, tildó al cubano de “monstruo vil” y aseguró que el asesinato “se podría haber evitado por completo si la Administración Biden no hubiera liberado a este delincuente extranjero ilegal en nuestro país”. Luego añadió: “Esta es precisamente la razón por la que estamos expulsando a los extranjeros ilegales delincuentes a terceros países. El presidente Trump y la secretaria Noem ya no permiten que los delincuentes bárbaros permanezcan indefinidamente en Estados Unidos. Si vienes a nuestro país ilegalmente, podrías acabar en Esuatini, Uganda, Sudán del Sur o CECOT”.
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