Los últimos días de un mural que representa el arte latino plasmado en las calles de Washington
Una campaña intenta salvar de la demolición el ‘Mural de la Unidad’, pintado para rebajar la tensión surgida por la llegada de los migrantes hispanos a los barrios afroamericanos de la capital
En el corazón del Distrito de Columbia, un mural con colores ya desvaídos recuerda la herencia latina en uno de los barrios donde los migrantes hispanos se asentaron desde comienzos de los años sesenta. Una serpiente con reminiscencias de la cultura azteca, mariposas propias del arte centroamericano y una mujer cargando fruta sobre la cabeza, forman parte de esta obra de arte que evoca el tiempo en el que el barrio de Adams Morgan era el destino de muchos latinoamericanos. Hoy día, la gentrificación del lugar los ha desplazado, pero permanece en pie el testigo de lo que el barrio fue hace solo unas décadas. No por mucho tiempo. El llamado Mural de la Unidad tiene los días contados y será demolido el próximo año. Situado en Old Morgan School Place NW, con vista al Centro Comunitario Marie Reed, ocupa una pared de la subestación de electricidad de la compañía Pepco, que será renovada en 2025.
La organización Hola Cultura, dedicada a difundir y promover la cultura latina, ha lanzado una campaña para conservarlo. El encarecimiento de la vivienda ha mermado mucho la presencia de la comunidad latina en barrios como Adams Morgan, Mount Pleasant o Colombia Heights y el mural es un símbolo de la herencia que ha dejado tras de sí. “Es muy importante para tener esos recordatorios. Los murales en DC son parte de la historia latina y de cuando migraron. También fueron una forma de activismo o protesta. Muchos de esos migrantes llegaron de países como el Salvador, donde había una guerra civil y este mural demuestra lo hermoso de su cultura”, explica Marcelo Jáuregui-Volpe, editor adjunto de la web de Hola Cultura.
El título del Mural de la Unidad no es fortuito. Pintado en el verano de 1982, el proyecto surgió con un objetivo: poner paz en un instituto de educación secundaria entre dos comunidades rivales, la afroamericana y la latina. La llegada de migrantes latinoamericanos, sobre todo centroamericanos que huían de conflictos bélicos, no fue bien acogida por los afroamericanos que residían en el barrio y que se sintieron amenazados. Para calmar los ánimos y rebajar tensiones, los alumnos fueron asignados con la creación del mural. “El bosquejo inicial tenía mucho erotismo y mucha sangre”, recuerda Ligia Williams (antes Ligia Becker). Esta artista colombiana, ya retirada, se encargó junto al colega Allen Big Al Carter de dirigir el proyecto. “Yo no iba a poner eso en un mural, así que un día llevé a todos los estudiantes a visitar museos con arte latino y afroamericano y dejaron de dibujar masacres, sangre, cuchillos y revólveres”, recuerda.
Con grandes exponentes como los mexicanos Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Siqueiros, los murales son una forma de expresión muy extendida en el arte latinoamericano. Los migrantes artistas que llegaron a la capital de Estados Unidos el siglo pasado dejaron su rastro en las paredes exteriores de las calles de la ciudad, pero la mayoría ya ha desaparecido. Hola Cultura documenta esa historia con un mapa virtual en el que aparecen los murales que fueron demolidos y los que aún siguen en pie. “Son parte de la identidad de un vecindario y los estamos perdiendo. Creo que tenemos que pararlo, el arte al aire libre es una cosa hermosa y había muchos murales en D.C., pero desafortunadamente debido a la construcción de nuevos edificios muchos de ellos ya han sido demolidos”, lamenta Jáuregui-Volpe.
‘Un pueblo sin murales es un pueblo desmuralizado’
El más antiguo y mayor de los murales latinos, sin embargo, sigue en pie, tras haber sido restaurado dos veces. Con un juego de palabras fue titulado Un pueblo sin murales es un pueblo desmuralizado. Pintado por el artista chileno Carlos “Caco” Salazar y un equipo de voluntarios en la intersección de 18th Street y Columbia Road NW, en el lateral de una pastelería, cuenta la historia de la comunidad latina del momento. La música y el baile protagonizan esta vibrante pintura. Bongos, bailarinas y gente leyendo libros se reparten sobre el muro, donde también hay un hueco dedicado a denunciar a los especuladores inmobiliarios que consiguieron echar del barrio a los residentes con menos recursos.
El mural fue restaurado en 2005 gracias a la insistencia de activistas de Washington que quisieron evitar que se sumara a las decenas de murales latinos de la ciudad que fueron demolidos. “Significaba mucho para la gente de allí”, cuenta Juan Pineda, el artista local que se encargó de restaurarlo. En 2014 se encargó de la segunda restauración, después de que un terremoto que sacudió la ciudad casi acaba con él.
Pineda es uno de los artistas latinos más importantes de Washington. Guatemalteco de origen, además de dedicarse a la restauración, tiene obras originales que cubren paredes interiores y exteriores de la capital. Sus raíces dejan huella en sus diseños, en los que abundan las figuras geométricas y los colores vivos. “Los jeroglíficos de mis diseños salen del arte Maya, que es de donde surge esa inspiración de las líneas y las figuras”, explica. Pineda sostiene que en los últimos años los murales están volviéndose más populares y se ven en hoteles, restaurantes, centros comerciales… “Los murales están apareciendo en los restaurantes, transformándolos hasta en galerías de arte”, afirma. Uno de sus murales más emblemáticos es el que pintó en la estación de metro de Bethesda, en el área metropolitana de Washington, en cuyo friso se entrelazan sus coloridas figuras geométricas.
El destino del Mural de la Unidad aún es incierto, pero desde Hola Cultura afirman que la empresa Pepco ha pasado del rechazo absoluto a los planes de conservación a dar muestras de querer negociar una solución, según conversaciones que mantuvieron el verano pasado. En 2018, cuando inicialmente se anunciaron los planes de la eléctrica, se inició una campaña para frenar su demolición, pero la compañía rechazó cualquier intento de salvarlo. Ahora ya se sabe que la demolición de la pared es inevitable en los planes de renovación de la subestación, pero el mural podría replicarse en otra pared o en paneles móviles. “Estamos en la etapa estratégica. Cuando ya tengamos el costo y el plan y también una idea de las organizaciones locales que nos pueden ayudar será el momento de hablar de nuevo para decir, ok, aquí está el plan y a ver qué opinan”, dice Jáuregui-Volpe.
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