“Trump es lo más grande. Le daría las gracias por ser como es”
Julio César Amador, cubano de 42 años, está de acuerdo con que se alce un muro en la frontera sur, el mismo lugar por donde él entró a Estados Unidos. “Todos somos inmigrantes, pero hasta cierto punto debe haber una regulación de la inmigración”, explica
En los días de tregua entre el desastre que dejó el huracán Helene en la Florida y la espera ansiosa de Milton, Julio César Amador compartió en Facebook una foto propia de la inteligencia artificial en la que aparece un Donald Trump dispuesto, robusto y mesiánico, con un chaleco salvavidas rojo, atravesando a zancadas una calle inundada hasta la las rodillas. La foto, que podría estar localizada lo mismo en Tampa que en alguna ciudad del oeste de Carolina del Norte, apela a la metáfora de un país completamente hundido al que, según escribió el propio Amador, Trump “será el único que pueda salvarlo”.
“Así lo siento”, asegura Amador, de 42 años, por teléfono mientras maneja su auto en medio de una avenida que va desde el centro médico donde trabaja como enfermero hasta su casa en Westchester. “Estamos camino a una debacle primeramente social. Creo que la única persona que puede guiar el barco es Trump, no puede ser una persona que tenga un discurso blando”.
En 2012, Amador llegó a Estados Unidos. Había salido de Cuba mucho antes, se estableció en Perú por seis años, luego se fue a Ecuador y en algún momento emprendió una travesía que lo llevó a cruzar el Darién. Llegó a la frontera, en un tiempo en que el expresidente Barack Obama aún no había desmantelado la política de “pies secos, pies mojados” que por años amparó legalmente a ciudadanos cubanos que tocaban tierra estadounidense. Cree, entre otras cosas, que la migración debe ser regulada. Si se le pregunta qué piensa cuando Trump dice que quiere alzar un muro kilométrico en la frontera sur con México, el mismo lugar por donde él entró a Estados Unidos, no le parecerá un sinsentido y dirá que ese es un tema “muy contradictorio”.
“Creo que parte del discurso republicano que no se ha entendido es ese cierre total, donde nos vamos a volver herméticos y nadie va a entrar”, dice. “Pero se trata de ese paso regularizado donde tú sepas quién está entrando al país. Que sepamos lo que está entrando, porque así nosotros como ciudadanos podemos sentirnos más seguros”.
Es actor de profesión, y según dice, uno de los que llegó “al capitalismo y tuvo que reinventarse en una profesión que fuera sustentable”. Para las elecciones de 2020, cuando ya era ciudadano, votó por Trump para presidente. Ahora no haría lo contrario.
Pregunta. ¿Entonces ya ha decidido su voto para el 5 de noviembre?
Respuesta. Eso es indiscutible, mi voto es republicano. Más allá de la figura que lo represente, es el discurso y la política la que me mueve hacia el partido. También soy trumpista, pero puedo ir más allá de la figura que lo guíe. Soy trumpista porque la figura de Trump como ser humano, como persona, me hace identificarme, tenerlo como un ídolo o algo que quisiera llegar a ser, por esto del emprendimiento, porque es un hombre de negocios, porque es muy preciso y objetivo a la hora de plantear ideas en un mundo donde realmente hemos tratado de igualar y justificar todas las formas de vivir del ser humano, en el que vamos camino a la debacle ideológica. Trump ha sido un tipo que tiene su convicción bien definida y bien marcada. Y soy republicano porque el discurso tiende a forzar más y ser menos arraigado a las ayudas, a que alguien tenga que sustentarte, a que todos tenemos que tener lo mismo, porque cuando vives de esa manera, tendemos a ser conformistas. Esa es la diferencia del republicano y por eso me identifico.
P. ¿Qué es lo que más ha influido en esa decisión?
R. Primero, la situación económica que estamos atravesando y el tema de inseguridad. Yo vengo de Latinoamérica, de países donde muchas veces no podías salir a la calle, donde la inflación era horrible, todas estas cosas te limitaban. Aquí no se experimentaba ese sentimiento, pero en la actualidad se está sintiendo. Primero por todo esto de la frontera abierta, está entrando mucha gente y no sabes quiénes son. Todos somos inmigrantes, pero hasta cierto punto debe haber una regulación de la inmigración, tiene que ser controlada. En cuanto a la economía, no importa lo que ganes, ya no alcanza. Miami se ha vuelto una locura, comenzando por la vivienda, que es insostenible. Ese paraíso que era para algunos migrantes llegar a Estados Unidos, porque el dinero alcanzaba y tenías solvencia, creo que ha ido desapareciendo con el pasar de los años y si seguimos así va a ser un caos. La clase media trabajadora se está perdiendo porque a la gente no le está alcanzando. En Miami la vivienda es muy cara, si vas a un mercado con $200 no compras casi nada. Acá la gasolina, que es tan fundamental para nosotros porque el transporte público es horrible, es cada día más cara. El salario es poco. Estamos llevando a las personas a la delincuencia, porque quieren buscar el dinero de la forma más fácil, que es robar, vandalizar.
P. ¿Si pudiera, qué le diría a Trump?
R. Trump es lo más grande. Le daría primero las gracias por ser como es e intentar, en un mundo donde el absurdo es lo que prevalece, ser la persona que quiera llevar el mando y velar por el bienestar de toda una nación que siempre ha sido y será la primera potencia mundial.
P. ¿Y a Kamala Harris?
R. Que deje de mentir, de jugar con las personas más vulnerables, con esa sociedad que carece muchas veces de conocimiento, de solvencia. Kamala, sobre todo, está incidiendo mucho en ese tipo de personas para alcanzar algo que sabemos que es una mentira. De ella no me gusta su proyección, ese humor sarcástico, ese querer mostrarse desenfadada todo el tiempo, como que no está pasando nada. Es una muestra de la doble moral.
P. ¿Qué es, para usted, ser latino en Estados Unidos?
R. Ser latino es sinónimo de emprendimiento, de poner este país donde lo han puesto muchos latinos, todos los emigrantes latinos que han llegado y triunfado, que están en el Paseo de la Fama, en la NASA, en la televisión, en Hollywood, en un hospital.
P. ¿Prefiere el inglés o el español?
R. El español siempre va a ser mi lengua natal, y siempre me voy a sentir mucho más cómodo en el español porque mi cerebro piensa en español. Pero el inglés, primero por agradecimiento a este país, es algo en lo que tenemos que esforzarnos. Estamos dentro de una cultura que nos ha acogido, y es la lengua que más se habla.
P. ¿Ha sentido prejuicio o racismo desde que vives acá?
R. Sí, lo he sentido, lo sientes de cierta manera, por muy ciudadano que seas, por mucho derecho al voto que puedas tener, al final del día eres un inmigrante y en algún momento siempre alguien se encarga de hacerte sentir eso. En mi primer trabajo acá en una tienda, una señora me llamó emigrante ignorante. Yo no dominaba mucho el inglés en ese momento y no me pude comunicar como ella esperaba, pero fue muy cruel. Y sí, lo sientes en muchos lugares, sobre todo cuando entras a trabajar en espacios donde no somos mayoría.
P. ¿Qué le gusta de Estados Unidos?
R. Me gusta todo. Yo amo este país, me he adaptado o transculturizado. He aprendido a vivir aquí, a sentir que este es mi suelo, a levantarme cada día y agradecer haber llegado, a disfrutar todo, hasta los momentos en que el cielo se te cierra, a saber que esto es lo que tienes, lo que te acogió, que te ha dado la oportunidad de crecer, inventarte y ayudar a los tuyos.
P. ¿Qué cambiaría de Estados Unidos?
R. Creo que no cambiaría nada, funciona y ha funcionado de la manera en que las personas que guían se lo han planteado.
P. ¿Cómo se imagina dentro de 10 años?
R. Teniendo mi propio negocio. Es una de las posibilidades que tienes en este país, que puedas intentar tener tu propia empresa, me gustaría tener una clínica, un nursing home para el cuidado del adulto mayor. Siempre he querido también tener un espacio donde pueda hacer teatro, sustentado por mí, sin que nadie lo tenga que solventar. Me veo en unos años dedicando mi tiempo a hacer teatro y disfrutando, he trabajado duro para eso.