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¿Se nos rompió ‘Gran Hermano’ de tanto usarlo?

En estos últimos 25 años hemos pasado de imaginar vidas ajenas a tenerlas en la palma de la mano vía ‘smartphone’. La competencia, pues, es atroz

Hubo un tiempo en el que ciertos señores y ciertas señoras, muy aseñorados, utilizaban como síntoma de todo lo malo que nos ocurría en España que fuésemos uno de los países con más ediciones de Gran Hermano a las espaldas. Entre sus diferentes variantes, a lo largo de 25 años, hemos sumado 35 temporadas de GH. Nos superan países tan dispares como Estados Unidos, Reino Unido, la India; están casi a nuestro nivel Brasil y Alemania, pero que nada le impida...

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Hubo un tiempo en el que ciertos señores y ciertas señoras, muy aseñorados, utilizaban como síntoma de todo lo malo que nos ocurría en España que fuésemos uno de los países con más ediciones de Gran Hermano a las espaldas. Entre sus diferentes variantes, a lo largo de 25 años, hemos sumado 35 temporadas de GH. Nos superan países tan dispares como Estados Unidos, Reino Unido, la India; están casi a nuestro nivel Brasil y Alemania, pero que nada le impida a uno sentenciar cogiendo por los pelos un dato como cualquier otro. Para ellos los realities, con su decano a la cabeza, son la prueba irrefutable de nuestra degradación cultural, intelectual y moral –sobre confundir la cultura, la inteligencia y la bonhomía ya hablamos otro día–. No cabía, ni cabe pues, en ciertas cabezas, que haya, yo qué sé, abonados del Real que puedan recordar con fidelidad la entonación exacta con la que Nicky demandaba los papeles de la paella en Gran Hermano 6, ni buenas personas –con o sin estudios– que pasen por Salou y se acuerden sin remedio de Fresita. Condenados por ejercer el voyeurismo autorizado. Ellos se lo pierden.

Esas personas estarán de enhorabuena al comprobar que GH, tal y como lo conocemos, ha consumado su agotamiento en España, aunque quizá no lo ha hecho por los motivos que ellos desearían. ¿Se nos rompió Gran Hermano de tanto usarlo? ¿Ha llegado el fin de la era de los realities? Es sintomático que a la vez que el programa de Telecinco se desinfla, Operación Triunfo, el talent equivalente en cuanto a veteranía e impacto, también dé síntomas de desgaste.

Hay una lectura sociológica –¿se acuerdan de lo mucho que trataba de validar su cortijo Mercedes Milá tildándolo de “experimento sociológico”?–. En estos últimos 25 años hemos pasado de imaginar vidas ajenas a tenerlas en la palma de la mano vía smartphone. La competencia, pues, es atroz. El espectador potencial de realities no necesita que una cadena en horas bajas se las empaquete en un programa devenido anodino. Por eso tal vez a esa misma cadena le siguen funcionando Supervivientes y La isla de las tentaciones, porque aportan un extra de formato que no lo da ninguna red social. Y por eso también se habla tanto de La casa de los gemelos, ese espacio tan cuestionado en Youtube, lleno de personajes límite y vacío de todo lo demás. Porque para medio pelo, ninguno.

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