Cristina Cifuentes y Alba Carrillo, la extraña pareja televisiva: “Somos ejemplo de que se puede y se debe convivir en esta sociedad polarizada”
La expresidenta de la Comunidad de Madrid y la modelo y colaboradora de televisión compiten juntas en ‘Hasta el fin del mundo’, el nuevo y ambicioso formato de TVE, que se estrena este miércoles
La 1 adapta Race Across the World, formato de éxito en la BBC, y lo convierte desde este miércoles en el ambicioso Hasta el fin del mundo, presentado por Paula Vázquez. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, ...
La 1 adapta Race Across the World, formato de éxito en la BBC, y lo convierte desde este miércoles en el ambicioso Hasta el fin del mundo, presentado por Paula Vázquez. La expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y la modelo y colaboradora de televisión Alba Carrillo forman la pareja de famosos más dispar de las seis que realizan este viaje a través de distintas culturas de América Latina viajando por su cuenta, con el presupuesto mínimo. Este formato de Zeppelin recorre ocho países (Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile) y más de 15.000 kilómetros en total.
Cifuentes y Carrillo son las únicas que no tenían una relación personal previa. Ambas tienen cosas en común, como haber sido rostros habituales del universo televisivo de Ana Rosa Quintana, antes de que Carrillo se convirtiera en enemiga pública de la veterana presentadora. Y también tienen muchas cosas que las diferencian, como su postura política.
Pregunta. ¿Por qué aceptaron concursar en un formato extremo con alguien a quien solo conocían de vista?
Alba Carrillo. A mí Cristina me parece una mujer interesante, que además ha vivido muchísimo. En un programa de este tipo, de supervivencia y de aventura, es un as en la manga.
Cristina Cifuentes. Y a mí Alba me daba la impresión, por lo que la había visto, de que era una persona inteligente, divertida, rápida y trabajadora.
P. Alba, usted apoya habitualmente en televisión las políticas de izquierdas y se considera feminista. ¿Cómo ha congeniado con una exlíder del Partido Popular?
A. C. Las dos somos poliédricas. He conocido a Cristina y creo que no estamos tan lejos en muchísimas cosas. Por ejemplo, yo creo que ella también es una mujer feminista. El problema es que ahora la sociedad está muy polarizada. Somos un ejemplo de que se puede y se debe convivir.
C. F. A nosotras nos une que somos dos almas libres en cómo enfocamos la vida. Y, en este tipo de convivencia, pasa como en una familia, que tienes que buscar más lo que te une que lo que te separa. Cuando estaba en política había personas de mi partido con las que no me hubiera ido ni al bar de la esquina y, sin embargo, siempre he tenido amigos que era ideológicamente contrarios a mí.
P. La crispación política actual en la Comunidad de Madrid no era tan extrema cuando Cristina Cifuentes era presidenta.
C. F. Desgraciadamente la política en general, no solo en la Comunidad de Madrid, no tiene nada que ver con lo que era la de hace 10 o 15 años. Creo que no es responsabilidad de la sociedad. Es la política la que está alimentando el conflicto.
P. Ahora que son amigas, ¿le recomendaría Cristina a Alba que regresara al universo de Ana Rosa?
C. F. No voy a opinar de ese tema. El único consejo que le he dado a Alba, que no me hace ningún caso, pero se lo doy con cariño como si fuera su madre, es que en la vida no hay por qué decir todo lo que a uno se le pasa por la cabeza.
A. C. ¡Pero si digo poquísimo de todo lo que pienso! Se me pasan muchas más cosas por la cabeza. Si las dijera todas...
C. F. Me gustaría que ella no tuviera conflicto con Ana Rosa, por supuesto, porque yo con Ana Rosa he trabajado muchos años y le estoy muy agradecida. Las causas no tienen por qué ser causas comunes. Yo, a Alba, la quiero. La acepto como es, como ella a mí, supongo.
A. C. Creo que somos dos mujeres muy inteligentes. Tenemos otros defectos, pero la falta de inteligencia no es uno de ellos. En este viaje, ha habido temas que sabíamos que, si nos iban a crear conflicto estando lejos de nuestra casa, era mejor no tocarlos. Por supervivencia y también por cariño.
P. La 1 y La 2 están viviendo un momento dulce en cuestión de audiencias, pero hay gente que no ve con buenos ojos que su presupuesto se dedique a tantos programas con famosos.
C. F. Y tienen todo el derecho del mundo a manifestarlo. Dicho eso, como española y como contribuyente, pienso que el hecho de que una televisión pública nacional tenga grandes audiencias es una buenísima noticia.
A. C. Yo me siento muy contenta con la gestión que se está haciendo de nuestra televisión pública. Hay muchos otros programas, como La promesa, Aquí la Tierra y toda la programación de La 2 que dicen que eso no es del todo cierto.
P. De hecho, los partidos de derechas critican que hay demasiados programas dedicados al debate político en TVE.
C. F. Yo es que, aunque parezca una contradicción, la televisión la veo poco. Y menos después de dos meses que hemos estado fuera y que no hemos podido ver nada porque íbamos sin teléfono.
A. C. A mí me ha dado tiempo a ver las redes sociales, y he visto un vídeo de José Pablo López [presidente de RTVE] en el que sacaba una foto de la mesa política de uno de los programas. Hay diversidad absoluta y posibilidad de hablar.
P. ¿Y les ha dado tiempo a enterarse de la acusación lanzada desde el programa de Ana Rosa que apunta a que el Gobierno manipula los audímetros?
C. F. Solo puedo decir lo mismo que llevo diciendo hace tiempo: que es un sistema completamente obsoleto. Hoy la televisión se ve a través de Internet y en las plataformas. No hay manera de calcularlo. Yo, por ejemplo, cuando veo la televisión, no la veo nunca en directo, la veo siempre después para poder quitar los anuncios.
A. C. Ya sé que Cristina me ha dicho que no me meta en jardines, pero lo voy a hacer. Que haya que modernizar los audímetros no significa que se pueda decir en televisión que están manipulados. Y menos cuando nos interesa. Cuando nos va bien, cuando nos favorecen las audiencias, no decimos nada. Al final son los datos oficiales y hay que asumirlos, porque este es el juego de la comunicación.
P. Regresando a las cosas que les unen, ¿qué ha sido lo más duro de participar en Hasta el fin del mundo?
C. F. Ha habido exigencias físicas muy duras. Tienes que acostumbrarte a vivir de una manera muy diferente a la que vivimos, a dormir en unos sitios espeluznantes, sin las mínimas condiciones, ya no higiénicas, sino sanitarias. A dormir en camas con fluidos que se movían. A estar 12 horas en un autobús lleno de cucarachas...
A. C. Y ha habido momentos en los que hemos visto mucha pobreza, que la sufren niños y animales en la calle. Son cosas que nos han dejado tocadas varios días.
C. F. Era más que pobreza. Era miseria. Y nos impactaban esos contrastes tremendos que veíamos. En Panamá, nos impresionó ver esas torres tan modernas y, a sus pies, chabolas. La clase media prácticamente no existe.
A. C. Yo por eso entiendo que la gente busque una situación mejor en otros países. Es lo normal.
P. El formato original de BBC viaja por todo el mundo. En su caso, ¿ha sido una ventaja completar una ruta por un continente con el que comparten idioma?
A. C. Sí, lo ha sido. No solo para hacernos entender, también para aprender de otras culturas, algo que en otro continente se nos habría escapado mucha información.
C. F. Este viaje te permite conocer de verdad cómo vive la gente en los países que hemos visitado, más allá de lo que se muestra cuando tú haces turismo, que va solo por unas determinadas rutas.