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Columna

Cinco horas con Martin

Desde el principio, ‘Mr. Scorsese’ deja un recado para todos aquellos empeñados en separar vida y obra de autores: en el caso que nos ocupa, desde luego, son indisociables

Robert de Niro (izquierda) y Martin Scorsese (derecha) charlan en el documental 'Mr. Scorsese'.Vídeo: Apple TV

Mientras veía la serie documental que protagoniza, recién estrenada en Apple TV, me acordé de la última vez que vi en pantalla a Martin Scorsese. Fue en el primer capítulo de The Studio. Para evidenciar lo ambicioso y patán que es Matt Remick, el personaje protagonista, Seth Rogen y compañía lo ...

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Mientras veía la serie documental que protagoniza, recién estrenada en Apple TV, me acordé de la última vez que vi en pantalla a Martin Scorsese. Fue en el primer capítulo de The Studio. Para evidenciar lo ambicioso y patán que es Matt Remick, el personaje protagonista, Seth Rogen y compañía lo pusieron a arruinar en la serie la última oportunidad de Scorsese de dirigir una película antes de retirarse. Al final, Remick y su colega llegan a la conclusión de que no podrán llamarle Marty nunca más; a partir de ahora, para ellos es Mr. Scorsese.

Y Mr. Scorsese se llama la monumental serie monográfica dirigida por Rebecca Miller sobre el director. Aunque esa distancia que marca el título no se traslada a la obra. A lo largo de cinco capítulos, las palabras de Scorsese, que narra en primera persona su trayectoria, se van entrelazando con declaraciones de amigos, colaboradores —mención especial a Thelma Schoonmaker y Nicholas Pileggi—, familiares… Mr. Scorsese no es ni mucho menos una hagiografía: se habla de violencia, de autodestrucción, de irresponsabilidad familiar, de la vocación como motor y esclavitud… Solo he echado de menos un apartado sobre su cine documental y la presencia ad hoc de una de sus íntimas, Fran Lebowitz. Eso y un análisis algo más profundo del tratamiento de los personajes femeninos en su cine, que casi se limita a unas reveladoras declaraciones de Sharon Stone explicando cómo, durante el rodaje de Casino, tuvo que reclamar para sí una atención que él solo le daba a De Niro y a Joe Pesci. Todo lo demás está en Mr. Scorsese, que desde el principio deja un recado para todos aquellos empeñados en separar vida y obra de autores: en el caso que nos ocupa, desde luego, son indisociables.

La propia Lebowitz dijo hace años algo sobre la popularidad de Jane Austen que podría trasladarse a la de la obra del director: se debe a haber sido malinterpretada. O al menos, reducida. Que Scorsese haya mostrado la violencia sin juzgarla no quiere decir que la glorifique. Todos esos que convirtieron El lobo de Wall Street o Uno de los nuestros en su guía vital no han hecho más que darle la razón a su análisis sobre la deriva en la que nos encontramos. Vivimos tiempos literales. Tal vez el peaje a pagar de todo creador complejo y profundo que alcanza el mainstream es ese. También es el riesgo de este magnífico documental.

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