Ir al contenido
Columna

Cambio de rumbo en RNE

La nueva programación de la radio relega la cultura, confunde lo accesible con lo acrítico y desmantela el concepto de servicio público

Junio es el mes clave para saber cómo te va a ir en el próximo curso. Abril y mayo son para enviar misivas, y junio para recibir respuesta (o no recibir nada, que es lo normal). En julio ya está todo el pescado vendido. El verano se emplea en sentar los cimientos de los espacios que vendrán. Cuando uno se afana en lanzar mensajes embotellados al mar, y...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Junio es el mes clave para saber cómo te va a ir en el próximo curso. Abril y mayo son para enviar misivas, y junio para recibir respuesta (o no recibir nada, que es lo normal). En julio ya está todo el pescado vendido. El verano se emplea en sentar los cimientos de los espacios que vendrán. Cuando uno se afana en lanzar mensajes embotellados al mar, ya se imagina que en otro sitio alguien ya cierra el trato. La costumbre en el sector es que la noticia te pille a ser posible de vacaciones, y sin capacidad de reacción. Rencores y venganzas suelen tramitarse en la máquina de café, en cubículos y escaleras. Si se tiene poderío, en una comida carísima que no se sabe muy bien quién la paga ni por qué.

Al ver la programación del año que viene en RNE me vienen a la cabeza recuerdos, teorías, y también cotilleos y confidencias de pasillo. Los fichajes estrella para Radio 1 son de cadena generalista, mientras que El ojo crítico (programa que, para muchísima gente, es el buque insignia de la cadena) se va a Radio 5, imagino que con su correspondiente recorte presupuestario. Lo mismo sucede con A hombros de gigantes. La estación azul se va a la madrugada, disuadiendo a los oyentes en la medida de lo posible. Jardines en el bolsillo (literatura, RNE) desaparece. Poesía exterior (Radio Exterior), también a tomar viento. Los espacios de teatro y danza (La sala y En danza, respectivamente) están entre la merma y la desaparición.

Mientras tanto, emergen nuevos espacios muy parecidos a los que encontramos en medios privados, y los trabajadores de la casa reactivan los “viernes negros”. ¿A qué les suena todo esto? Aparte de lo evidente (confundir lo accesible con lo acrítico), suena a una recogida de cable por si cambian los vientos, y también a desmantelamiento del concepto “servicio público”, que no deja de ser el enemigo del elitismo. Todo esto sería digno de un largo análisis, pero en mi columna solo les puedo pedir que sigan escuchando aquellos programas que les piden poner algo de su parte (cerebro) y pasen de largo cuando les ofrezcan aquellos que solo les invitan a vegetar y ver pasar la vida. En cuanto a las intrigas de los despachos no les aconsejo nada. El plan de hacer de este mundo un planeta de masas sin criterio es demasiado sólido, y yo, como ustedes, solo puedo preocuparme por qué pasará en septiembre.

Sobre la firma

Más información

Archivado En