La RAE llega tarde al debate sobre los espóileres
El Diccionario de la Academia recoge la palabra en el sentido de “revelación de detalles importantes de la trama” justo cuando las plataformas, los cambios de hábitos de consumo televisivo y la ausencia de un gran fenómeno mundial han dormido la conversación sobre los destripes
Desde este martes, los hispanohablantes ya podemos pedir que no nos hagan espóileres. La RAE ha incluido en el Diccionario, como segunda acepción, el sentido con el que muchos ya utilizaban en el día a día la inglesa spoiler. “Revelación de detalles importantes de la trama o el desenlace de una obra de ficción, que reduce o anula el interés de quien aún no los conoce”. ...
Desde este martes, los hispanohablantes ya podemos pedir que no nos hagan espóileres. La RAE ha incluido en el Diccionario, como segunda acepción, el sentido con el que muchos ya utilizaban en el día a día la inglesa spoiler. “Revelación de detalles importantes de la trama o el desenlace de una obra de ficción, que reduce o anula el interés de quien aún no los conoce”. También permite utilizarlo en sentido figurado fuera del ámbito de la ficción. Solo se puede utilizar como sustantivo, no se acepta como verbo espoilear.
La introducción de espóiler en el diccionario —con e inicial, tilde en la o y sin cursiva— llega precisamente en un momento en el que el debate sobre los espóileres está agazapado a la espera del siguiente gran fenómeno global. ¿Quizá resurja el 26 de diciembre, con el estreno de la segunda temporada de El juego del calamar? Cada vez que el mundo cultural o del entretenimiento se obsesiona con una nueva serie, la conversación reflota. El universo se divide entre los que huyen despavoridos de los espóileres y aquellos a quienes no les importa un pequeño destripe (o destripamiento, como propone el Diccionario como sinónimo). Hay incluso quienes los buscan, quienes prefieren acometer la nueva serie de moda sabiendo qué va a ocurrir.
En la era de las plataformas, cuando cada uno ve las series a un ritmo diferente, el peligro de encontrarse con espóileres no deseados es mayor que nunca. Y, sin embargo, la calma chicha que se vive en este debate es señal de que la mayoría de la sociedad ha aprendido a convivir con el peligro. También es cierto que no ha surgido un fenómeno cultural del nivel de Juego de tronos, cuando el debate sobre el daño que puede hacer conocer por adelantado la muerte de un personaje estaba a la orden del día.
Pero, ¿realmente es tan grave un espóiler? Expertos en psicología aseguran que no. La doctora en psicología Anna-Lisa Cohen escribió en The New York Times un artículo en el que contaba los resultados de una investigación para averiguar si conocer por adelantado los giros de guion de una historia estropeaba la diversión al espectador. Dos grupos de estudiantes vieron un capítulo de Alfred Hitchcock presenta. A uno de los grupos les contaron el final y al otro no. Y a ambos les pidieron que levantaran la mano cuando se oyera la palabra pistola. El grupo que no sabía nada estaba tan metido en la historia que, según avanzaba, algunos se olvidaban de hacer lo que les habían ordenado. La teoría era que el otro grupo, que sí conocía el desenlace, no necesitaría prestar tanta atención a la trama y podría hacer mejor la tarea encomendada. Sin embargo, en el mismo punto exacto de la historia, empezaron a comportarse de la misma manera y olvidarse de levantar la mano. Ambos grupos se metieron en la historia en igual medida, supieran o no su desenlace.
El ser humano encuentra seguridad y confort en lo conocido. Por eso, durante la pandemia, cuando todo cambió de repente, tantos se refugiaron en Friends, The Office y otras historias ya conocidas. Por eso los niños pueden ver una y otra vez las mismas películas y leen en bucle su cuento favorito. Saber que la historia va a terminar bien y cuál es el giro que vendrá a continuación nos da tranquilidad. Por eso es tan placentero revisionar películas o series que nos gustaron. Su visionado no deja de satisfacer, aunque ya se conozca el argumento.
Luego está el espóiler por compasión. Ya es historia de la cultura popular española el gran espóiler que la revista Supertele publicó el 6 de febrero de 1982 en portada: “Chanquete se muere el domingo”. Años más tarde, un guionista de Verano azul revelaba que se decidió avisar por adelantado para minimizar el impacto que habría supuesto para millones de españoles descubrir el deceso frente a la pantalla.
En el otro bando se encuentran quienes aún no perdonan haber conocido por adelantado qué ocurría con Bruce Willis en El sexto sentido o la relación entre Norman Bates y su madre en Psicosis. Porque el final de las historias importa. Si no, ¿por qué todavía, 14 años después, los seriéfilos siguen enfrascándose en profundos debates a cuenta del de Perdidos?
Podrá estar agazapado o aflorar de tanto en cuanto, pero el debate sobre los espóileres será eterno. ¿Cuándo caducan? En clase de Literatura Universal en el instituto, una compañera recriminó a la profesora que hubiera contado el final de Ana Karenina. ¿Contar la conclusión de una novela que se publicó en 1878 es espóiler? Para esos alumnos, sí. ¿Es espóiler contar a alguien el final de El caso del Sambre, serie francesa basada en los crímenes reales de un violador en serie? ¿Es espóiler contar a quien no conozca nada sobre Diana de Gales cuál fue su destino en el Puente del Alma de París? ¿Los hechos históricos son espóiler? ¿Y la vida real? En 2015, la defensora del lector de The New York Times escribió un artículo explicando por qué se publicó una información que revelaba el final de la serie documental The Jinx cuando el capítulo aún no se había emitido ni siquiera en algunas zonas de Estados Unidos. Muchos lectores protestaron por el espóiler.
Gusten o no, la única opción es asumir que hay que aprender a convivir con los espóileres. Hasta la RAE lo ha hecho.