Cinco razones por las que ‘Querer’ es una de las grandes series del año
La ficción creada por Alauda Ruiz de Azúa es una propuesta adulta y profunda que pone en primer término el abuso más silenciado
Querer va al grano. El primero de sus cuatro capítulos mete la cámara en la intimidad de la cama de una pareja para saltar a continuación al momento en el que una mujer, Miren, se dispone a denunciar a su marido por abusos sexuales continuados a lo largo de casi tres décadas tras lo que se intuye una larga reflexión. Es, a todas luces, una mujer de buena posición social y se la ve serena, tranquila, segura. Aprovecha que ...
Querer va al grano. El primero de sus cuatro capítulos mete la cámara en la intimidad de la cama de una pareja para saltar a continuación al momento en el que una mujer, Miren, se dispone a denunciar a su marido por abusos sexuales continuados a lo largo de casi tres décadas tras lo que se intuye una larga reflexión. Es, a todas luces, una mujer de buena posición social y se la ve serena, tranquila, segura. Aprovecha que él está en un viaje de trabajo para acudir a comisaría y, acto seguido, recoger sus cosas y marcharse. Ese es el plan. Pero mientras está haciendo la maleta, él regresa a casa por un cambio de planes de última hora. Entonces todo se vuelve tensión, premura, agobio.
Solo han pasado unos minutos y la serie ya ha sentado las bases de lo que quiere narrar. Poco después, el terremoto que supone esta decisión alcanza a los hijos del matrimonio, dos adultos que se ven obligados a repensar todo lo que han vivido en casa. Desde que se estrenó en el festival de San Sebastián, Querer, la primera serie de Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos), acumula alabanzas, y con razón. Aquí desgranamos cinco motivos por los que cualquier espectador debería ver la serie que Movistar Plus+ estrena este jueves 17.
Nagore Aranburu
No solo ella, pero sobre todo ella. Con su mirada asustada, su sobriedad, su dignidad y su cabeza alta, acompañada en ocasiones por un ligero temblor en la voz las pocas veces que rompe el silencio, la actriz de Loreak consigue que el personaje de Miren hable sin necesidad de decir nada. Aranburu es capaz de dotar de entereza y fragilidad a una mujer en la que cualquiera puede verse identificado, o reconocer a otras mujeres de su entorno, a pesar de que no cualquiera se mueve en esos círculos sociales. Junto a la protagonista están un gran Pedro Casablanc, que tampoco necesita exagerar gestos o alzar demasiado la voz para que cualquiera entienda de qué se está hablando. Los hijos de la pareja, interpretados con solvencia por Iván Pellicer y Miguel Bernardeau, son los daños colaterales de esta historia, y sus vidas también se verán afectadas en diferentes sentidos por la decisión de su madre.
La intimidad, en el primer plano
Querer no necesita mostrar para que todo quede claro. Prefiere la sutileza, la sencillez, la delicadeza, que el espectador use su inteligencia. En Querer no hay flashbacks que muestren las agresiones que Miren denuncia, pero con su relato en el juicio, que se desarrolla en los últimos capítulos, no se necesita más. La serie se cuela en la intimidad de una familia sin inmiscuirse en ella. El espectador tiene la sensación de estar asistiendo a un proceso tremendamente íntimo. Y aunque el punto de vista sea el de ella, queda claramente expuesto el punto de vista contrario y el de quienes les rodean.
Un asunto en el centro de la conversación
Cuando se anunció la puesta en marcha de este proyecto, Alauda Ruiz de Azúa contaba a EL PAÍS por qué le atrajo tanto el punto de partida que le pusieron sobre la mesa: una mujer denuncia a su marido por violación continuada. “Por el trabajo que hemos hecho de investigación, siento que las estructuras externas, los relatos culturales y sociales, cambian un poco más rápido que las estructuras mentales de las personas que los integran. Ese es realmente el viaje complicado en torno al consentimiento y al cambio de perspectiva de género. Esas estructuras mentales, lo que realmente sentimos, pensamos, lo incómodos que estamos con según qué cosas… eso es muy lento de cambiar”. Ya está gastada la etiqueta de “serie importante”, tan gastada que casi habría que huir de las series que se venden así. Pero que se hable de este tema, que se exponga tan claramente en la pantalla algo que antes quedaba encerrado tras la puerta de tantos hogares, demuestra que las estructuras mentales están un poco más cerca de dar ese cambio. De lo que no se habla, no existe, así que hablemos de ello.
Un espejo ante la sociedad
El visionado de Querer no es sencillo, pero tampoco lo pretende. Querer es una serie incómoda que dispara preguntas a bocajarro, invita a posicionarse y, sobre todo, a repensar y mirar alrededor. Porque no solo se habla de violencia sexual, sino también de dependencia económica, de aislamiento de la familia y los amigos, de celos, y de tantas otras cosas tan cotidianas que da miedo. Verlo en un espejo puede asustar. De ahí la incomodidad y la dureza de la serie, que no amortigua el golpe y lo muestra con naturalidad, como la vida misma.
Televisión que trata al espectador como adulto
En tiempos de superhéroes, de franquicias, de blockbusters palomiteros (viva el entretenimiento, pero no todo puede ser “jiji jaja”), no es tan habitual encontrarse con series que hablan al espectador desde la madurez. Querer no pretende adoctrinar, solo mostrar una realidad silenciada. A través del drama familiar cruzado por momentos con el judicial, la serie de Ruiz de Azúa se manifiesta como una de las grandes ficciones españolas del año y lo hace sin florituras, sin aspavientos. Lo hace con la dignidad y serenidad con que Miren entra en la comisaría y en el juzgado para narrar su historia.