Maggie Smith y el desdén por lo popular

Más que lamentar que se la recuerde por ‘Harry Potter’ me alegra que haya niños alucinando con su talento. Quizás si un día se la encuentran en ‘Una habitación con vistas’ descubran también a James Ivory

Maggie Smith en Nueva York, en septiembre de 1979.UPI/Bettmann/Getty Images

Me pasé la infancia deseando que muriese Gene Kelly, no por animadversión, al contrario, quería que abandonase este mundo para que TVE le dedicase un ciclo y poder disfrutar Brigadoon, Levando anclas y Xanadú. Hoy las plataformas permiten repasar filmografías casi completas, pero antes era prácticamente imposible. Aquellos ciclos servían también para anunciarnos el adiós de las estrellas, si programaban repentinamente una película que no estaba anunciada, ya sabías que algo malo había pasado. Hoy te avis...

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Me pasé la infancia deseando que muriese Gene Kelly, no por animadversión, al contrario, quería que abandonase este mundo para que TVE le dedicase un ciclo y poder disfrutar Brigadoon, Levando anclas y Xanadú. Hoy las plataformas permiten repasar filmografías casi completas, pero antes era prácticamente imposible. Aquellos ciclos servían también para anunciarnos el adiós de las estrellas, si programaban repentinamente una película que no estaba anunciada, ya sabías que algo malo había pasado. Hoy te avisan las redes sociales, empiezas a ver un nombre compartido demasiadas veces y te echas a temblar.

Así descubrí el viernes que había fallecido Maggie Smith. Era inevitable una pequeña revolución virtual, los fans de Harry Potter son legión y Minerva McGonagall es la favorita de casi todos. Cómo no, además de ser la jefaza de Gryffindor puede convertirse en gato. Aunque ni siquiera ser gato era mejor que ser Maggie Smith. También la lloraron los fans de Downton Abbey. Nunca entendió por qué todo el mundo le repetía eso de: “¿Qué es un fin de semana?”. La frase en sí no tenía nada de especial, pero ella convertía en oro cualquier diálogo, también los silencios.

Tras el aluvión de pésames sucedió lo inevitable, emergieron los que afeaban que se recordase su paso por Harry Potter y no por Los mejores años de Miss Brodie; por Downton Abbey y no por Otelo. No tienen nada personal contra la saga de Rowling, tampoco contra la serie sobre los Crowley; de haber fallecido Smith hace veinte años se censuraría que se la llorase por Hook o Sister Act —hay una Maggie Smith para cada generación—, es desdén por lo popular en general. A mí me regocija que niños que no soplan más velas que dedos tienen en sus manos alucinen con el talento de Smith, tal vez cuando uno de esos fans que la adoran por ser una animaga se cruce con California Suite o Una habitación con vistas no cambie de canal y descubra también a Herbert Ross y James Ivory. Transitando un camino similar me enamoré yo del cine.

A Smith nunca le deseé la muerte porque hoy es fácil acceder a toda su filmografía. O casi, no encuentro la que le hace más justicia porque no interpreta, es ella misma: Nothing Like a Dame; Smith, Eileen Atkins, Judi Dench y Joan Plowright compartiendo confidencias. Búsquenla, creo que no está en ninguna plataforma, pero si hay alguien por quien merece la pena delinquir es Maggie Smith.

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