La vuelta de ‘Caiga quien caiga’: ya han caído todos

Vuelve ‘Caiga quien caiga’, por quinta vez, y lo hará a su cadena original, Telecinco. Hoy Esperanza Aguirre ya va ella a la tele, el rey Felipe no va a los Goya, y a casi nadie le haría ilusión que se le regalaran unas gafas al rey Juan Carlos

Los reporteros del programa 'Caiga quien caiga', durante una emisión de 1997. Aparece delante, de izquierda a derecha, Juanjo de la Iglesia, José Miguel Monzón (Gran Wyoming) y Javier Martín. Detrás: Mario Caballero, Pablo Carbonell, Sergio Pazos y Antonio Guitián.OSCAR GALLARDO (EFE)

Los domingos de 1996 a 2002, después del telediario de las 15:00, veíamos Caiga quien caiga, en Telecinco. Hoy los domingos, después del telediario de las 15:00 y de los deportes, en Telecinco se puede ver Fiesta. Iba a escribir que Caiga quien caiga lo veíamos después de comer, pero en mi casa los acordes con los que la banda del Maestro Reverendo abría el programa nos pillaban casi siempre llevándonos el te...

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Los domingos de 1996 a 2002, después del telediario de las 15:00, veíamos Caiga quien caiga, en Telecinco. Hoy los domingos, después del telediario de las 15:00 y de los deportes, en Telecinco se puede ver Fiesta. Iba a escribir que Caiga quien caiga lo veíamos después de comer, pero en mi casa los acordes con los que la banda del Maestro Reverendo abría el programa nos pillaban casi siempre llevándonos el tenedor a la boca.

Caiga quien caiga adaptaba un formato argentino homónimo y demostró la importancia de estar en el sitio y a la hora indicados: se estrenó cinco días después de que Aznar ganara sus primeras elecciones. Pronto se convirtió en un azote cómico del gobierno, quizá el primero, con seguridad el más relevante, emitido por una cadena privada. El fenómeno popular en el que se convirtió provocó que los políticos entraran al trapo: negarse a aceptar las gafas de CQC, algo que solo hicieron unos pocos, era permitirse el lujo de quedar delante de toda España como un maleducado.

Recuerdo vivir como un éxito cuando consiguieron que el rey Juan Carlos se pusiera las gafas de sol del programa y tengo muy presente cuando Pablo Carbonell, tras los Goya del año 2000, le entregó al entonces soltero príncipe Felipe un VHS de El príncipe y la corista para bromear con una hipotética relación con Aitana Sánchez Gijón, de aquella presidenta de la Academia de cine. A posteriori muchos quisieron ver en ese compadreo con ciertos políticos una bajada de guardia. Hubo quien les culpó del auge de Esperanza Aguirre, de la que se rieron de formas que hoy nos harían arquear la ceja. A unos les parecían cortesanos, a otros demasiados hirientes. Puede que ambos tuvieran algo de razón, pero entonces nos encantaba. El candor lo perdimos después.

Vuelve Caiga quien caiga, por quinta vez, y lo hará a su cadena original, Telecinco (la última fue Cuatro, en 2010, y antes pasó por La sexta). Hoy Esperanza Aguirre ya va ella a la tele ―no necesita que la tele vaya a ella—, el rey Felipe no va a los Goya, y a casi nadie le haría ilusión que se le regalaran unas gafas al rey Juan Carlos. Hoy ser cercano con políticos de un signo sería despertar de inmediato el odio de los opuestos y ser crítico con unos echaría a los propios. Hoy ya han caído todos. Buena suerte.

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