‘Colin de cuentas’: tener un hijo, atropellar a un perro, escribir una serie
Es una serie bruta, divertida e intenta parecer de Nora Ephron. Pero no es Nora Ephron. Es lo que tienen los buenos referentes: funcionan como horizonte, pero, como tal, uno nunca los alcanza, y más le vale no vivir solo de ellos.
Muchos son los llamados, pocos los elegidos. En los últimos años hemos visto un buen puñado de series y películas aspirantes a ocupar el trono de la comedia romántica que Nora Ephron dejó vacante con su involuntario mutis de la vida, en 2012. Quién, en el género, no iba a preguntarse, a la manera de Billy Wilder con Lubitsch: ¿Cómo lo haría Nora?
La última postulante en llegar a nuestras teles es ...
Muchos son los llamados, pocos los elegidos. En los últimos años hemos visto un buen puñado de series y películas aspirantes a ocupar el trono de la comedia romántica que Nora Ephron dejó vacante con su involuntario mutis de la vida, en 2012. Quién, en el género, no iba a preguntarse, a la manera de Billy Wilder con Lubitsch: ¿Cómo lo haría Nora?
La última postulante en llegar a nuestras teles es Colin de cuentas, producción australiana de 2022, cuyos dos primeros capítulos ya se pueden ver en Movistar+. Una comedia creada por los guionistas y actores Patrick Brammall y Harriet Dryer, pareja fuera de la pantalla, y protagonistas de esta ficción, que parte de un detonante descabellado. Si en Catastrophe sus protagonistas se veían unidos por un embarazo imprevisto, en Colin de cuentas el pegamento es un adorable perro –cuánto han hecho los canes por las parejas audiovisuales desde La cena de los acusados–. Un perro que él atropella tras distraerse porque ella decide espontáneamente enseñarle un pezón —una variante de La raja de tu falda, de Estopa, hecha premisa narrativa—. Las referencias a Ephron son incluso explícitas en esta serie. Él cita Cuando Harry encontró a Sally y ella piensa que está hablando de dos amigos suyos.
Colin de cuentas es bruta, divertida e intenta parecer de Nora Ephron. Pero no es Nora Ephron. Es lo que tienen los buenos referentes: funcionan como horizonte, pero, como tal, uno nunca los alcanza, y más le vale no vivir solo de ellos.
Cada vez vemos más series escritas por parejas sentimentales. En el club de Dryer y Brammall también están los Sherman Palladino, los King o los Javis, por nombrar otros ejemplos, una coyuntura que retrató con gracia Episodes. A mí, como tantas otras, me habría gustado verla contada por Nora Ephron.
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