Tino Casal: un David Bowie de mesa camilla, y enemigo de Almodóvar, que llega a las plataformas
Atresplayer alimenta la moda de reivindicar a estrellas como Miguel Bosé y Camilo Sesto con una serie documental sobre el artista más inclasificable de los años ochenta
“Me odian porque me he adelantado con la chaqueta que ellos pensaban ponerse”. Esta frase atribuida al músico Tino Casal define su personalidad artística. Fue el hombre que no adoptaba tendencias, sino el que las adaptaba a sí mismo; customizaba el mundo a su gusto. Se convirtió en la España de los años ochenta en un David Bowie de mesa camilla. El rey del más es más, el más vanguardista y osado de los creadores de su época, pudo haber sido uno más de los cantantes melódicos de su tiempo. Pero, sin desmerecer a su admirado N...
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“Me odian porque me he adelantado con la chaqueta que ellos pensaban ponerse”. Esta frase atribuida al músico Tino Casal define su personalidad artística. Fue el hombre que no adoptaba tendencias, sino el que las adaptaba a sí mismo; customizaba el mundo a su gusto. Se convirtió en la España de los años ochenta en un David Bowie de mesa camilla. El rey del más es más, el más vanguardista y osado de los creadores de su época, pudo haber sido uno más de los cantantes melódicos de su tiempo. Pero, sin desmerecer a su admirado Nino Bravo o a Bruno Lomas, él tenía mucho más que expresar. Atresplayer Premium y La Cometa TV reúnen a todo tipo de personalidades, de cantantes a deportistas, de profesionales de la moda a pintores, para reconstruir en una miniserie documental el puzle de excesos que era el intérprete de Eloise y Pánico en el Edén.
El director y guionista Alfonso Albacete, que en sus años de universidad quedó impactado con las imágenes que aparecían en el vídeo musical de Embrujada, retrata en tres capítulos al artista y también al contexto de explosión creativa en el que vivió y murió (fue en un accidente de coche, a los 41 años, en 1991). Es un contexto —el del Arrebato de Iván Zulueta y el absurdo musical de Fanny McNamara y la pintura de Los Costus— que le es familiar y que le inspiró sus dos primeros largometrajes, Más que amor, frenesí (1996) y Atómica (1997). La serie, ya disponible en el catálogo de la plataforma, intenta “reconocer la importancia de una figura rupturista en la música, en la estética y en un concepto de género que no se pone etiquetas, y que él entendió entonces como se entiende ahora”, explica este miércoles el cineasta en conversación telemática.
Una de las razones de su originalidad, barrunta Antonio Asencio, quien ha firmado el guion junto a Albacete, se encuentra en que, cronológicamente, Tino Casal quedó en tierra de nadie. “Era unos 10 años mayor que la gente de la Movida madrileña. Llegó a ella teniendo una carrera de altibajos, pero ya consolidada. Ese fenómeno fue una tabla de la salvación para alguien que era ya un gran artista. Su talento elevó a la Movida”, comenta. De tantas cosas fue pionero, que se adelantó hasta en el concepto del marketing que rodea a una estrella de la cultura popular, dice el guionista. No solo produjo un disco de heavy metal a la banda Obús, también ideó toda su propuesta estética a pesar de estar muy alejada de la suya. También se menciona su rivalidad con la otra estrella emergente del momento, Pedro Almodóvar, al que hace referencia en la letra de Champú de huevo.
A través de las dos hermanas del músico, Conchita y Maritina, que han participado en la serie documental, se dan unas pinceladas de quién era José Celestino, el chico nacido en los años cincuenta en un pueblo asturiano llamado Tudela Veguín y que en estos momentos cuenta con apenas 500 habitantes. Pero el grueso de esta investigación se centra en Tino Casal, en la estrella, en el que nunca se quitaba la máscara de artista; el que dejó de ser de culto para ser una figura cotidiana en la radio y la televisión recién liberadas del franquismo. “Llegaba tanto a las mujeres de mediana edad que estaban viendo Televisión Española en su casa como a los jóvenes que estábamos estudiando cine”, recuerda Albacete.
Por estos tres capítulos pasan periodistas especializados en música y cultura pop como Valeria Vegas y Arturo Paniagua, músicos como Víctor Manuel, Fortu, Javier Losada, Luis Cobús y Ramoncín, amigos personales como el diseñador Manolo Cáceres y Antonio Alvarado y su biógrafo, Gerardo Quintana. Hasta el ciclista Perico Delgado aporta su experiencia personal en torno a Tino Casal. Muchos de ellos se sientan en el trono en el que posó para la portada de su disco Lágrimas de cocodrilo. Ha sido una forma de recrear el espíritu de apertura que él tenía en vida, aseguran los dos creadores de la serie. Julián Ruiz, amigo íntimo y productor de Tino Casal, ha preferido no participar en un proyecto con el que se ha mostrado en desacuerdo.
Aunque este documental es un homenaje a Casal ante las nuevas generaciones, menos cercanas a su figura, también aparece en él un grupo de artistas jóvenes que han bebido de su legado: Alberto Jiménez, líder del grupo indie Miss Caffeina, o Agoney, entre ellos.
Este estreno de Atresplayer Premium se suma a las series y documentales de artistas como Camilo Sesto y Miguel Bosé, “que han ayudado a modernizar a la sociedad española”, comenta Asencio. Albacete cree que estas figuras son “personajes muy golosos para el hambre de las plataformas. Son gente que llenan estos catálogos de color, de referentes, de melodías”, concluye. Tino Casal murió preparando El fantasma de la Ópera para el teatro.
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