¿Cuánto vale la credibilidad de un presentador de informativos en la televisión del siglo XXI?
Mediaset da un golpe de timón con el fichaje de Carlos Franganillo y busca mayor audiencia apostando por las noticias. El auge de la información falsa da más valor a los presentadores en quienes el espectador confía. Sin embargo, los expertos dudan del efecto arrastre
Si el mundo es espectacularmente complejo, los informativos de una televisión no pueden ser otra cosa que un espectáculo. Una locura en directo, un estrés de historias, una acumulación de situaciones en busca de una explicación plausible. Una tarea de mil demonios, con un montón de horas de trabajo para un tiempo corto de emisión. Un rato que pretende explicar —ni más ni menos— cómo está el mundo ese preciso día. En ese paseo por las noticias, la persona que conduce el informativo es el ancla —anchorman, o anchorwoman― a la que se sujeta todo lo que ocurre alrededor.
Quizá...
Si el mundo es espectacularmente complejo, los informativos de una televisión no pueden ser otra cosa que un espectáculo. Una locura en directo, un estrés de historias, una acumulación de situaciones en busca de una explicación plausible. Una tarea de mil demonios, con un montón de horas de trabajo para un tiempo corto de emisión. Un rato que pretende explicar —ni más ni menos— cómo está el mundo ese preciso día. En ese paseo por las noticias, la persona que conduce el informativo es el ancla —anchorman, o anchorwoman― a la que se sujeta todo lo que ocurre alrededor.
Quizás por eso cuando Telecinco anunció el fichaje del presentador estrella del Telediario de Televisión Española Carlos Franganillo para sustituir a Pedro Piqueras, la influyente corresponsal de TVE Anna Bosch escribió en X (antes Twitter): “Estamos de luto en RTVE. Ganas de llorar. Muchas”. Al otro lado de la noticia, Piqueras declaró estar “muy contento” porque era quién él quería que le sustituyera.
Que un presentador o presentadora sea bueno no es fácil. Es algo que se consigue a través de la acumulación de experiencia, de mimos de la cadena y gracias al constante apoyo de multitud de profesionales detrás, según Carles Marín, catedrático de Periodismo Audiovisual en la universidad Rey Juan Carlos.
Es un asunto de peso. La persona que presenta un informativo es el referente que le da credibilidad al programa y, por extensión, se convierte a su vez en representante del canal, apunta Esther Cervera, doctora en Ciencias de la Información de la universidad San Pablo CEU. En ese sentido, el fichaje de Telecinco de Franganillo, en la televisión pública desde 2008, comunica la llegada de un tiempo nuevo, un cambio que aporta frescura a la cadena, según Cervera. El relevo del periodista asturiano será Marta Carazo, un perfil muy similar con 25 años de experiencia en TVE y hasta ahora corresponsal en Bruselas.
La audiencia es la reina
En sus inicios Telecinco no apostó por los telediarios y hace no tanto, Paolo Vasile, el ex director de Mediaset España (Telecinco y Cuatro), incluso valoró suprimirlos. Pensó que no los necesitaba. Durante muchos años Telecinco fue la reina de las audiencias, puro entretenimiento —a veces risible, a veces atroz—, inventando una inmensa tela de araña televisiva, marca de la casa, donde los programas se retroalimentaban unos a otros para no soltar a los telespectadores: a Piqueras le llegó a dar paso en su informativo la sobrina de Isabel Pantoja desnuda en la nieve. “Existe la televisión que la gente ve, y la televisión que la gente no ve. No existe la tele buena o mala”, dijo en una entrevista en 2011 Vasile.
Pero los tiempos cambian, y lo que gustó tanto dejó de hacerlo. Y tampoco ayuda dejarse robar por Antena 3 —su cadena competidora—, presentadores como María Teresa Campos o Karlos Arguiñano, y programas como El hormiguero, La Voz o Pasapalabra.
La caída en audiencias de Telecinco y el sorpasso de Antena 3 —”la cadena triste”, dijo de ella Belén Esteban, tertuliana estrella de Telecinco— produjo la salida de Vasile, al frente de Mediaset España desde 1999 (antropólogo de formación, el romano irradió en la tele su visión de la vida como una fábula atellana, un microcosmos de personajes vapuleados por el psicodrama y la improvisación).
Ahora, en Telecinco los realities extremos de personajes hambrientos de comida, venganza, sexo o compañía y las tertulias de gritos y lágrimas son historia. Su nuevo consejero delegado, Alessandro Salem, entró a trabajar el 1 de enero de 2023 y, desde entonces está mandando señales al público y a los anunciantes: puso en marcha un código ético, canceló Sálvame —campeona de audiencias y al pie del cañón durante casi 15 años— y está apostando claramente por los servicios informativos: en octubre entró Francisco Moreno como director para liderar su reestructuración, al superfichaje de Franganillo se suma la renovación del plató (que era el mismo desde 2006, cuando llegó Piqueras, con una foto del skyline de Singapur de fondo) y el relanzamiento diario de Noticias Cuatro —desde hace tres años solo emite en fin de semana—, prevista para enero. Los nombres que más suenan para presentarlos son Diego Losada y Alba Lago.
Este interés en la información, “es un mensaje que es bueno para Telecinco y también es una buena noticia para el resto de las televisiones”, apunta Cervera, autora de libros como Las caras de la noticia (editorial Léeme, 2014, escrito a partir de una serie documental de Canal+ del mismo nombre).
En esta nueva estrategia se ha quedado por el camino Borja Prado, nombrado presidente de Mediaset España en abril de 2022, y con poder en la línea editorial de los informativos, algo que no gustó a Salem desde su llegada a Madrid. Al preguntarle este periódico en mayo quién estaba al mando, Salem ya avisó: “Está clarísimo: yo soy el consejero delegado de Mediaset España y hay un consejero delegado [Massimo Musolino] que lleva el área de gestión y operaciones”.
Estos movimientos se dan en el marco de la batalla por las audiencias, una guerra sin disparos que pelea por la atención del espectador. En los despachos de las cadenas se analizan obsesivamente los datos, y estos dicen que en el pasado mes de noviembre, por ejemplo, la cuota de telespectadores de los informativos de noche de Telecinco (presentado por Piqueras) y los de Televisión Española (de la mano de Franganillo) prácticamente empataron en un 10,5%. Y que quien anda en cabeza —desde hace más de tres años— son los informativos de Antena 3, presentados por Vicente Vallés.
Si presentas, diriges
Andrew Boyd, mítico presentador de la BBC, decía que un buen conductor de informativos debía tener autoridad, credibilidad, claridad, calidez, personalidad, profesionalidad, buena voz y buena presencia. Desde hace un tiempo, además, se le suman otras cualidades. “Los de ahora son profesionales 360: dirigen, editan, hacen directos, o ejercen a veces de enviados especiales”, detalla Marín.
Es el caso de Sandra Golpe, presentadora y directora desde hace siete años del informativo en los mediodías de Antena 3 y líder de audiencia. “Parto con ventaja: tengo en la cabeza la escaleta completa, la he elaborado antes y me hago responsable de ella. Desde esa posición de directora/presentadora sabes de lo que hablas, lógicamente. Repartes juego delante y detrás de la cámara”, explica Golpe.
La dirección da seguridad y aplomo a la hora de conducir un informativo, según Golpe, y eso lo notan los espectadores. Franganillo —como antes Piqueras— también ha sido director de su propio Telediario. Además, lleva un largo recorrido en especiales informativos y se atreve con formatos diferentes: “se traslada al lugar de los hechos, da voz a la noticia, y da mucha cancha a los reporteros en el terreno”, indica Marín. Franganillo presentaba el noticiario a veces desde el plató, pero otras muchas estaba fuera de este: en el Hospital del Mar de Barcelona en tiempos de COVID, en Maidán (la plaza de la Independencia) en Kiev, o en el Congreso de Madrid, atreviéndose con un espectacular plano-secuencia.
En el obsesivo seguimiento entre cadenas, el trasvase de presentadores ha acabado siendo moneda común. Y es habitual que la fuente primera sea TVE. Por ejemplo, Piqueras estuvo largo tiempo en la televisión pública y después en Antena 3 antes de aterrizar en Telecinco; Vicente Vallés forjó su carrera en TVE antes de fichar por Antena 3 y David Cantero también fue presentador referente en los telediarios de Televisión Española antes de irse a Telecinco. Para Marta Reyero, que empezó en TVE Asturias, fue referencia en las noticias de Canal+ y es la actual conductora de los informativos de Cuatro en fin de semana junto con Roberto Arce, la credibilidad se da, primero, a partir de “la trayectoria profesional, el grupo de comunicación en el que trabaja y la ética personal”.
Pero, ¿los presentadores arrastran su audiencia cuando se van a otro canal? No queda claro, y si se da es por una suma de causas. “Tiene que ver con muchos efectos simultáneos: los programas anteriores, la trayectoria, el propio share. Va ligada al rostro, al equipo y a la cadena”, apunta Marín, autor de El informativo en televisión (Gedisa, 2017).
Pilar Cousido, doctora en Ciencias de la Información y profesora de Derecho de la Información en la universidad Complutense de Madrid, es escéptica respecto al efecto arrastre: “Los telespectadores tienen una rutina bastante marcada, y no creo que la figura del presentador sea tan relevante”. Cousido subraya la desconfianza tradicional de los españoles a los políticos y, por extensión, a los informadores, pero, partir de ahí, considera que el seguimiento a unos u otros se debe a una especie de “fidelidad histórica o genética”. Y conversando sobre los informativos, apunta una verdad incontestable: “La televisión es como un mueble ante el que los jóvenes solo pasan por delante”.
El futuro en directo
Aunque de momento tiene una salud de hierro —cada día hay casi 29 millones de personas viendo la tele convencional, y los informativos de las teles generalistas, todos emitidos en directo, suman cinco millones de espectadores—, el futuro está abierto. La audiencia va envejeciendo y los datos insisten en que se pierden telespectadores año tras año. Ahora, desde hace poco, tímidamente algunas plataformas también empiezan a hacer directos de peso, tipo Operación Triunfo. Pero los informativos “son otra cosa: la infraestructura que requiere es muy costosa, la competencia es muy fuerte y su rentabilidad no se da a corto plazo”, destaca Marín.
Ahora, con la llegada de la inteligencia artificial y su formidable capacidad de manipulación, si hablamos de pantallas, la labor de chequeo y verificación de la información se encuentra en los informativos televisivos, insisten los expertos. “La televisión debe ser un valor en alza”, según Cervera. Sandra Golpe también lo cree: “a largo plazo, la credibilidad, en pantalla, se la otorgas a quienes llevan muchos años de oficio ofreciendo informaciones e imágenes contrastadas, y te resultan honestos, amenos, didácticos, cercanos”, explica.
Frente al caos inverificable de las redes y su mar de contenidos, los informativos empiezan a brillar como una joya extraña. Los telespectadores eligen a quién creer, y escogen esa cara y esa voz porque les “gusta su forma de contar lo que pasa, por su estilo más o menos personal o simplemente porque ya es como de la familia.”, reflexiona Reyero.
La compañía que sigue dando la tele, sobre todo a los mayores de 65 años, no es un asunto menor. Es ese trato casi familiar que apunta Reyero. Pase lo que pase, los presentadores nunca fallan y con ellos, el mundo y sus problemas son presencia indiscutible en el comedor de casa. Como en la película Tarde de perros (Sidney Lumet, 1975), cuando la madre del protagonista, Sonny (interpretado por Al Pacino, quién, intentando robar un banco secuestra a varios clientes mientras los informativos lo emiten en directo) le alerta: “Todo Brooklyn está aquí. Han venido tres cadenas de televisión”.
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