Sonsoles Ónega, la presentadora que supera en audiencia a su mentora, Ana Rosa Quintana: “No aspiro a ser reina de las tardes ni de las mañanas”
En cinco años, la periodista ha pasado de veterana corresponsal parlamentaria a un peso pesado en el mundo de los magacines televisivos. “De mi padre aprendí que tan pronto eres fichaje estrella como estás en la calle”, dice
Han sido cinco años de grandes y constantes cambios para Sonsoles Ónega (Madrid, 45 años). Fue el propio Pedro Piqueras quien propuso que pasara de ser corresponsal parlamentaria para los informativos de Telecinco a una de las presentadoras estrella de los magacines de la cadena producidos por ...
Han sido cinco años de grandes y constantes cambios para Sonsoles Ónega (Madrid, 45 años). Fue el propio Pedro Piqueras quien propuso que pasara de ser corresponsal parlamentaria para los informativos de Telecinco a una de las presentadoras estrella de los magacines de la cadena producidos por Ana Rosa Quintana. Su comentado fichaje por Antena 3 ha creado un efecto dominó no solo en la parrilla de la cadena de Atresmedia, sino también en la de Mediaset.
Esta temporada, afronta las tardes como la “veterana”, ante Jordi González y su inminente La plaza en La 1 y la propia Quintana con el recién estrenado TardeAR en Telecinco. Ónega sigue cosechando buenos datos, con los que consolida la franja para Antena 3. Está tan integrada en la cadena, que llega a la entrevista desde el plató de la serie Amar es para siempre, en la que ha hecho un cameo. Interpreta a la jefa de prensa de Tierno Galván, vestida como una mujer de los años ochenta.
Pregunta. ¿Cuáles son los puntos fuertes de su programa?
Respuesta. Nuestra baza es el contenido exclusivo, que el espectador sepa que lo que va a encontrar aquí no lo va a tener en otro lado. Por eso hemos reforzado los equipos de investigación y de sucesos. Y sacamos partido del público en plató. Esta temporada le dedicamos una grada más. A mí me gusta interactuar con la gente.
Este parlamento político permanente, este periodismo declarativo con los políticos vomitando frases y los ciudadanos bostezando, no me interesa nada.
P. Han sido años de muchos cambios. Aparenta ser la mujer tranquila. ¿Le ha pasado factura?
R. Me agrada saber que aparento ser una mujer tranquila, porque el nervio va por dentro… Es verdad que los cambios profesionales lo han sido también personales. Una cosa va unida a la otra, en especial en profesiones tan absorbentes como la nuestra. No vivo para trabajar, pero reconozco que me tomo muy en serio cada una de las oportunidades y soy muy obsesiva.
P. Siempre ha hecho referencia a la dificultad de conciliar siendo mujer trabajadora.
R. No quiero llamarlo factura personal… aunque igual mis hijos sí que lo hacen. Espero que algún día no me lo echen en cara. Tanto en el Congreso como en Telecinco, con Ya son las 8, estaba acostumbrada a llegar tarde a casa. Es una lluvia fina con la familia para explicarles que no estás, pero que sí estás. Para lo urgente siempre vas a estar, aunque para una extraescolar de fútbol te tenga que ayudar un sobrino a llevarte al niño. Dicen que a medida que van creciendo, los críos empiezan a reconocer el trabajo de sus madres. Escribir un libro sobre ello me permitió descubrir que somos todas unas pringadas desde hace siglos. Es un mal sin nombre de las mujeres que hay que llevarlo como se pueda, porque ante todo no hay que renunciar.
P. Telecinco pidió a Unicorn Content montar Ya es mediodía, su primera experiencia como presentadora de magacines, en menos de cinco días. ¿Cómo fue ese salto tan vertiginoso?
R. La cadena y la productora tienen ese músculo, porque tienen mucha experiencia en montar programas. A mí me costó mucho más que a ellos. ¡No había entrado nunca en un plató! Solo de invitada por los libros. Y una vez, durante un dispositivo electoral, Pedro Piqueras me llevó para que lanzara gráficos y nunca me dio paso… No hicimos apenas ensayos para Ya es mediodía. No tuvo nada que ver con el arranque de la tarde de Antena 3, en el que hicimos muchos pilotos y exploramos mucho el plató.
No quiero llamar a la conciliación factura personal… aunque igual mis hijos sí que lo hacen. Espero que algún día no me lo echen en cara
P. ¿Y cómo fue el salto a Antena 3?
R. Fue todavía más exigente, porque hacía muchos años que la cadena no tenía una ventana al directo por las tardes. Suponía partir de cero, con un equipo y un plató por construir. Hemos hecho mucho en muy poco tiempo. No me produce ningún pudor decir que no tenía ni idea. He aprendido sobre la marcha con los equipos lo importante que es la parte técnica. Ha sido un año duro.
P. Es que venía de trabajar en la calle.
R. Claro. Yo decía: “A mí preguntadme dónde colocar la cámara en la calle para cubrir una investidura”. Te coloco tres en Zorrilla, cuatro en la carrera de San Jerónimo, una en cada salida del edificio de diputados… pero de plató no tenía ni idea. Sigo sin tener. Hay muchas cosas que voy aprendiendo en el día a día.
P. En Y ahora Sonsoles trata asuntos de actualidad, corazón y sucesos. ¿Sigue siendo la política donde se siente más cómoda?
R. Me siento cómoda en todos los registros. La política, tal y como está, no creo que fuera un terreno en el que ahora me sintiera tan cómoda. Obliga a veces al comunicador a situarse en un lado. Por mi formación en el Congreso, escuchando siempre argumentos de unos y otros, me di cuenta de que nadie tiene la verdad absoluta. Así que tampoco creo que un comunicador sea quien la atesore. Haciendo magacines he descubierto el valor que tiene el testimonio ciudadano. En la vida de la gente siempre hay una enseñanza.
P. Entonces ¿no cree que los periodistas deban expresar ideas políticas en sus magacines?
R. Cada uno puede hacer lo que quiera. Yo a veces sí que me pronuncio, en asuntos sobre los que hay que tener opinión y expresarla con cierta vehemencia. Pero este parlamento político permanente, este periodismo declarativo con los políticos vomitando frases y los ciudadanos bostezando, no me interesa nada.
P. ¿Qué tipo de crónica social prefiere?
R. En Antena 3 intentamos hacer una crónica social de personajes que hacen cosas, que son ejemplo y educan. Durante años se han quedado eclipsados por otro tipo de crónica social, igual de respetable, pero que quizá no era tan inspiradora. Me fío mucho de lo que dice mi madre y ahora está disfrutando mucho con el documental sobre María Jiménez. Como decía Rubalcaba, en España enterramos muy bien. Pero hay otras figuras que están vivas y la tele tiene esa obligación de poner el altavoz, que nos cuenten cómo lo han logrado, cuánto han sufrido, si disfrutan del éxito…
P. ¿Qué tele ve Sonsoles Ónega? ¿Es la misma que veía cuando era periodista parlamentaria?
R. Ahora veo un poco más Antena 3 (ríe). Estoy en sintonía con el resto del país. Aunque me fijo también en los estrenos de otras cadenas. No tengo cadena de referencia. Veo mucho el canal 24 horas porque mi hermana Cristina trabaja en él.
P. ¿En su fichaje por Antena 3 nunca le ofrecieron heredar las mañanas en un futuro cercano?
R. Nunca estuvo encima de la mesa. Y sigue sin estarlo. Antes se habló incluso del fin de semana. Además, a mí me gusta colocar las neuronas por la mañana y me cuesta un huevo madrugar.
P. ¿Cómo se quedó cuando Terelu Campos le dijo en su programa que María Teresa Campos consideraba que usted era su sucesora natural como reina de las mañanas?
R. Se agradece, pero no aspiro a ningún reinado. Ni en la mañana ni en la tarde. Me conformo con seguir trabajando y que mi equipo también lo haga. De mi padre [el periodista Fernando Ónega] aprendí que tan pronto eres el fichaje estrella para presentar los informativos de la noche en Antena 3 como poco después te quedas en la calle. Así que no me creo casi nada, más que el día a día.
P. Si sus hijos quisieran ser periodistas ¿les daría los mismos consejos que le dio a usted su padre o los tiempos han cambiado demasiado?
R. Algo estoy haciendo mal para que mis hijos no quieran ser periodistas. Ninguno manifiesta interés por mi trabajo. No ven el programa. ¡A veces se enteran de algo porque les sale en TikTok! Si quisieran dedicarse a ello, les diría el mismo consejo que recibí: “curra, trabaja, no seas vago que te doy con la mano abierta. Es una carrera de fondo que desgasta mucho, a menudo mal pagada. No desfallezcas”. Así que sí serían consejos parecidos.
P. ¿Le hizo más ilusión ganar el Premio Lara como novelista o el Mainat como presentadora televisiva?
R. Los dos hacen mucha ilusión, pero es que el Lara galardonó una novela muy concreta, que me costó mucho escribir. Era una trama muy complicada que no sabía si iba a saber construir y que se ambientaba en un periodo histórico muy concreto del que no sabía nada. Tuve que investigar mucho. El premio me resituó en el mundo literario en el que, honestamente, no había tenido mucha fortuna hasta ese momento. Llevaba tres novelas que no cubrían adelantos de 1.000 o 3.000 euros de lo poco que vendían.
P. ¿Encuentra tiempo para escribir?
R. Sin escribir no soy nadie. El otro día me quejaba con cariño de que en las entrevistas nunca me preguntan por los libros. Este verano, que he tenido una semana sin niños y sin trabajo, empecé a escribir lo siguiente.
P. Pues preguntemos por libros. ¿En qué consiste su próxima novela?
R. Es novela histórica, en Galicia, con búsqueda de la verdad, destino… Hay muchos ingredientes que se repiten en mis novelas. Es una historia que reconoce el trabajo de la mujer durante décadas y décadas en la Galicia del mar.
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