‘El cuerpo en llamas’, el reto de intentar dar sentido a un crimen sin sentido
El ‘caso de la Guardia Urbana’ es el centro de una ficción basada en el asesinato que ejecutaron dos agentes locales de Barcelona. Netflix estrena también el documental ‘Las cintas de Rosa Peral’
La guionista Laura Sarmiento tuvo dudas cuando le llegó la propuesta: hacer una serie de ficción basada en el caso de la Guardia Urbana. En mayo de 2017 se encontró un cadáver en el maletero de un coche calcinado. Por el crimen de quien resultó ser un guardia urbano fueron detenidos y, más adelante, condenados, o...
La guionista Laura Sarmiento tuvo dudas cuando le llegó la propuesta: hacer una serie de ficción basada en el caso de la Guardia Urbana. En mayo de 2017 se encontró un cadáver en el maletero de un coche calcinado. Por el crimen de quien resultó ser un guardia urbano fueron detenidos y, más adelante, condenados, otros dos agentes locales: su pareja y otro hombre. Detrás de este mediático caso había un triángulo amoroso, mentiras, manipulaciones, denuncias e incluso otras muertes en extrañas circunstancias. “Es una historia tan potente que te intoxica. Me pregunté por qué, y eso es lo que me tiró hacia ella. Por qué gente aparentemente normal, a la que no le va mal y que tendría otras opciones, decide hacer algo así. Más allá de los giros, recovecos, meandros por los que navega la historia, ese choque entre la normalidad y una decisión tan extrema es muy atrayente para un narrador”, prosigue Sarmiento.
Ella, también responsable del guion de series como Intimidad, Matadero o Crematorio, es la creadora de El cuerpo en llamas, la serie de ocho episodios que este viernes estrena Netflix, con Úrsula Corberó y Quim Gutiérrez dando vida a Rosa Peral y Albert López, los dos condenados. Ellos y Pedro Rodríguez, interpretado por José Manuel Poga, son los únicos personajes de esta historia que conservan sus nombres reales en pantalla. Tanto Laura Sarmiento como el director y productor Jorge Torregrossa explican que su serie se ha basado en la verdad judicial y no pretendían responder preguntas que no tuvieran ya respuesta. “Fuera de eso, no había límites. Pero hemos sido respetuosos, hemos sido conscientes de que hay gente real, y que esta pareja arruinó su vida y la de muchísima gente a su alrededor”, explica Torregrossa. “Me he sentido libre, pero al mismo tiempo, tenía eso muy presente. Hay personas que han sufrido y siguen sufriendo. Si hubiera sido un caso totalmente inventado, creo que me habría dejado llevar en ciertos temas, pero aquí moralmente no me sentía capaz”, añade la guionista.
Las dos líneas temporales entre las que salta la historia siguen el recorrido de los personajes hasta el crimen, por un lado, y la investigación a partir del descubrimiento del cadáver, por otro. En las dos, el personaje de Rosa Peral ejerce como una fuerza centrífuga de la que irradia toda la acción. Quizá por eso, la verdadera Rosa Peral, en prisión cumpliendo una pena de 25 años por el asesinato (Albert López está condenado a 20 años de cárcel), presentó la semana pasada una solicitud de medidas cautelares para intentar paralizar el estreno de la serie: pretendía visionarla como paso previo a una demanda por posible daño a su honor y su intimidad. Este martes el juez rechazó la petición.
A Sarmiento y Torregrossa les sorprendió la solicitud, más cuando la propia Peral participa en el documental Las cintas de Rosa Peral, que estrena Netflix también este viernes, una producción ajena a la ficción y que cuenta con su testimonio. Ni creadora ni director han visto todavía el documental, pero sí conocían de su existencia, como cuenta Torregrossa: “Cuando estábamos en rodaje, un día tuvimos una reunión con Netflix y yo dije, ‘¿no habéis pensado en hacer un documental para poner después de la serie?’. Nosotros hay cosas que hemos tenido que dejar fuera o que no servían en nuestra ficción. Y los de Netflix se rieron y dijeron, ‘ya está en marcha”.
La opción más obvia
Para los responsables de El cuerpo en llamas, la elección de Úrsula Corberó como protagonista fue la opción más obvia y temprana. “Es una estrella de la casa (Netflix), es catalana, está en la edad, tiene un montón de características de sensualidad, magnetismo…, que se supone que Rosa Peral tiene también”, dice Torregrossa. La actriz, sin embargo, tardó en decidirse por las dudas que le planteaba el papel y tuvieron varias reuniones con ella para explicarle cómo se enfocaría el caso y el personaje. Sus dudas hicieron que manejaran otros nombres para interpretar a Peral, pero finalmente Corberó aceptó. En cuanto a Quim Gutiérrez, habían pensado en él para otro personaje protagonista, no para Albert. “Pero Úrsula nos dijo que se conocían y que tenían buena química y que a lo mejor podía hacer de Albert. Tiene características que se prestaban también al personaje. Sentimos, y él también, que le estábamos dando un papel que normalmente no le darían. Ha aportado muchas cosas al personaje. Albert es un tío simpático, que cae bien, gracioso, aunque luego tiene su infierno personal. Quim es capaz de enseñar una cosa y la otra”, explica el director.
La serie ha supuesto retos varios tanto para la guionista como para el director, como explicaban este miércoles a EL PAÍS en un hotel de Madrid. Laura Sarmiento destaca la complejidad de entender a los personajes. “Es una labor de psicología forense, tienes que desentrañar motivaciones muy precisas de cada decisión, y tienes que apostar también, tomar tus propias decisiones. Porque todo tiene que estar armado. La realidad no es tan lógica, pero la ficción tiene que serlo, todo tiene que derivar de unas causas. Establecer esa causalidad en un caso con decisiones tan difíciles de comprender es complicado. La realidad puede ser absurda y caótica, la ficción no”, explica la creadora. Ella agradece que el caso tuviera algunas lagunas que no se lograron responder. “Como estábamos ficcionando, esas lagunas te permiten crear algo acorde con lo que estás creando”.
Por su parte, Jorge Torregrossa destaca la dificultad de rodar el juicio, que abarca los dos últimos episodios de la serie. “Creo que es lo más difícil que he rodado en mi carrera. En la realidad, fueron 26 jornadas de juicio. Nosotros utilizamos un concepto que era la ensalada de juicio. Hicimos que la temporalidad lineal y lógica del juicio explotara para lograr que fuera algo cinematográfico. Dicen que dirigir una película es como dirigir una orquesta, y esto es lo más parecido a dirigir una orquesta, con un tempo, un ritmo, pensar cuándo detenerte, cuándo tenía que ir rápido, no repetirte, utilizar la imagen para contar la historia, planificar dónde poner la cámara…”, detalla. Idea suya también fue el recurso por el que los propios personajes leen los mensajes que se intercambian mirando directamente a cámara. “Los mensajes eran parte integral de la historia, muchos son parte de la sentencia, y cumplen funciones muy diferentes, a veces son de amor, otras de desamor, otras veces mienten… Me pareció la forma más potente de contarlos, creando un lenguaje especial donde tuvieras la oportunidad de ver al personaje en ese momento, sintiendo lo que quiere transmitir con un primer plano de ese reparto. Es una ventana a su alma y su cabeza”, completa Torregrossa.
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