‘El resort’: Atrapados en el tiempo de vacaciones
El guionista de ‘Palm Springs’, la divertida rareza ‘indie’ que traía de vuelta el clásico en el que Bill Murray no podía escapar del día de la marmota, firma una trepidante y veraniega serie en la que lo fantástico vuelve a explorar la pareja en ruinas
Harold Ramis no tenía ni idea de que estaba creando un género cuando escribió Atrapado en el tiempo. Tal vez pensara que su condición de cazafantasma —había coprotagonizado el clásico ochentero junto a Bill Murray— le permitía jugar con una realidad que de repente se volvía delirante novel...
Harold Ramis no tenía ni idea de que estaba creando un género cuando escribió Atrapado en el tiempo. Tal vez pensara que su condición de cazafantasma —había coprotagonizado el clásico ochentero junto a Bill Murray— le permitía jugar con una realidad que de repente se volvía delirante novela de ciencia ficción sin abandonar la realidad. Existe un fantástico que casa a la perfección con lo cotidiano y sirve para, sobre todo, explorar la condición humana y corregir una conducta que te puede estar matando. Nada como vivir para siempre el mismo día para hacer evidente al protagonista sus defectos. Pensemos en Phil (Murray), el engreído hombre del tiempo que vive una y otra vez el día de la marmota: ¿no vuelve a ser humano —y estar vivo— porque se queda atrapado en el tiempo?
Desde que la cinta de Ramis se estrenara, allá por 1993, la artimaña de vivir siempre el mismo día ha servido para muy distintas cosas. Por ejemplo, Vincenzo Natali, el director de Splice y Cube, elaboró con el subgénero de Ramis una envolvente película, Haunter, en la que la familia de una adolescente Abigail Breslin (Pequeña Miss Sunshine) vivía siempre el mismo día, y era ella la única que se daba cuenta. Y Tom Cruise volvía una y otra vez a la vida —para vivir el mismo día— en el thriller bélico Al filo del mañana emulando inevitablemente la dinámica de un videojuego en el que el único fin es que la batalla termine porque se ha eliminado al jefe final. Los intentos han sido muchos, pero ninguno logró traer la mezcla perfecta de Ramis de vuelta. Hasta que llegó Andy Siara.
El responsable de la curiosa, trepidante y veraniega El resort (Movistar Plus+), Andy Siara, es el guionista de Palm Springs, la película que trajo de vuelta el espíritu sanador de la comedia de tipos atrapados en el tiempo de Ramis, y lo llevó un poco más lejos. Porque lo que ocurría en Palm Springs ampliaba el yo del protagonista al nosotros de una pareja condenada a vivir para siempre el día de la boda de otra pareja. Puso Siara en marcha la maquinaria de exploración de aquello que vuelve caduca a una pareja y trató de burlarlo. ¿Es posible, se preguntó, que vivas con alguien para siempre el mismo día y lo pases en grande? Eliminando el mundo a su alrededor —que era y no era el mismo— Siara se centró en la pareja, exprimiendo al máximo sus posibilidades, ocultas a simple vista.
Algo parecido ocurre en El resort, donde el punto de partida no parece tener nada que ver con la idea del tiempo —y su control— por más que, desde el principio, se sitúe a la vez en dos momentos muy distintos. El primero, el que se ocupa del presente, hará pensar a los seguidores de The White Lotus en la monumental y genial obra magna de Mike White, porque en él hay una pareja llegando a un lujoso resort de la Riviera Maya, donde son recibidos torpe y engreídamente. El humor salvaje se ceba con lo estático y aburrido de la relación entre los protagonistas, Emma (una desesperadísima Cristin Milioti, por cierto, protagonista también de Palm Springs) y Noah (un estoico William Jackson Harper), que han olvidado qué fueron hace demasiado.
La condición de comedia noventera —incluso en textura fílmica— ambientada, sin embargo, en la primera década del XXI se desvela en la segunda línea temporal de la historia —la idea de que algo que tocase el creador de Palm Springs no iba a tener nada que ver con los viajes en el tiempo es pura ilusión—, en la que otra pareja viaja a un resort cercano con sus padres —y la madre es Becky Ann Baker, la eterna madre de lo indie, la madre del personaje de Lena Dunham en Girls y de Linda Cardellini en Freaks and Geeks— y desaparece un día antes de que el lugar sea arrasado por un huracán. El hallazgo, después de un ridículo accidente, del móvil del chico desaparecido, Sam (Skyler Gisondo), une a las dos parejas, en el exacto momento en que ambas parecían estar hundiéndose. La del pasado ya lo había hecho, en realidad. Sam desapareció con una chica que no era su novia.
La necesidad de Emma de escapar de su soporífero matrimonio —se supone que están ahí para celebrar sus 10 años de casados, pero él se duerme todo el tiempo y ella bebe más de la cuenta— la convierte en detective aficionada, o juntapiezas de su propio true crime, cuando da con el móvil prehistórico de Sam. Es entonces cuando la narrativa empieza a expandirse. Por un lado está lo que pasó, y por otro están las pistas fácilmente malinterpretables que contiene el viejo aparato. Brillante es la economía vertiginosa de la acción que se desarrolla a partir de entonces, y que permite desplegar un mundo de otro mundo —el de lo fantástico cotidiano de otra época, la época en la que milagros como Atrapado en el tiempo se convertían en blockbusters— en el que todo es posible.
Y en ese todo se incluye la aparición de un líder maldito al que hace feliz la mera idea de regentar un resort. Alexander Vasilakis (un iluminado Ben Sinclair) cree que no existe un lugar mejor para generar recuerdos que un resort. Y que los recuerdos son lo más valioso que tiene un ser humano. Él los está perdiendo. Los pierde por la oreja, dice, se le caen. ¿Y de qué manera puede el mundo desmoronarse si nadie lo sostiene? En tanto dramedia de aventuras detectivescas, y espaciotemporales —hay un libro que alguien lleva a todas partes y se llama, claro, La desilusión del tiempo—, El resort resulta a la vez deliciosamente ligera y contundente y, aunque la trama trate de esclavizarla, y por momentos lo consiga, logra erigirse como algo más que la prometedora (y modesta) hermana pequeña y rarísima de The White Lotus.
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