‘Cristo y Rey’, del cuento de hadas al relato de terror
Jaime Lorente y Belén Cuesta interpretan al domador y a la ‘vedette’ en la serie de Atresplayer Premium que repasa su turbulento matrimonio en una España que empezaba a probar la libertad
Cualquiera que viviera en España entre los años ochenta y principios del siglo XXI y encendiera de vez en cuando la televisión o comprara alguna revista, tendrá una idea formada sobre los protagonistas de esta historia. Estuvieron en lo más alto, se enamoraron rápidamente y, poco después, se desató el infierno. La historia de Ángel Cristo y Bárbara Rey pasa de cuento de hadas a relato de terror en ...
Cualquiera que viviera en España entre los años ochenta y principios del siglo XXI y encendiera de vez en cuando la televisión o comprara alguna revista, tendrá una idea formada sobre los protagonistas de esta historia. Estuvieron en lo más alto, se enamoraron rápidamente y, poco después, se desató el infierno. La historia de Ángel Cristo y Bárbara Rey pasa de cuento de hadas a relato de terror en los apenas ocho años que duró su matrimonio. Cristo y Rey, la serie que este domingo estrena Atresplayer Premium, toma como material las versiones de sus protagonistas y lo que se contó en los medios en aquel tiempo para, en ocho episodios, trazar un camino que va de las deslumbrantes luces del circo y los focos del cine y la tele del destape, hasta la oscuridad de las drogas, la adicción y la violencia.
La historia comienza con un Ángel Cristo en lo más alto, recogiendo el título de mejor domador del mundo en Rusia en 1969. Triunfador, casado y feliz. En la siguiente escena, diez años después, amenaza con una pistola a quien se lleva sus tigres del Circo Ruso. Recién enviudado de su primera esposa, su espectáculo se ha quedado desfasado y está ahogado por las deudas. Bárbara Rey es la musa del destape, icono del aperturismo, la libertad y la Transición. Está en lo más alto y se codea con las más altas esferas —desde el primer episodio, la serie hace explícita su relación con Juan Carlos I—. Para hablar de la serie que cuenta la relación entre domador y vedette, este diario reunió a mediados de diciembre en la sede de la productora The Good Mood a su creador, Daniel Écija, y a los actores que interpretan a los dos protagonistas, Jaime Lorente y Belén Cuesta.
“Es el relato de una época”, sostiene Écija. “La serie explica el viaje de un país de una dictadura a abrazar la libertad, pero es un país que arrastra a unos personajes que se han educado sin saber administrar esa libertad, con muchas taras. Son exponentes de una educación que sufrió mucha gente durante la dictadura y que tuvieron que lidiar con la explosión que fue la Transición y la libertad, con muchas deficiencias para lidiar con algo tan difícil como es la convivencia y el amor”. Para su creador, esta historia muestra “conflictos endémicos de los individuos y la sociedad de la actualidad”. “Eran muy modernos, ella sobre todo. Ángel quería, pero como a tantos individuos, no le dieron buenas cartas”. Cristo, que murió en 2010, arrastró años de problemas de adicción a las drogas, que empezó a consumir durante su matrimonio. En 1989, Rey le denunció por malos tratos.
Los guionistas y productores tuvieron claro pronto que Jaime Lorente debía ser quien interpretara al domador. “No sabía dónde me iba a meter”, reconoce el actor. “Me informé sobre su vida y me pareció que el personaje era menos interesante de lo que lo pinta la serie. La primera parte, más de luces, más circense, fue muy divertida de hacer, pero luego nos metemos en lugares oscuros. Normalmente, uno se siente identificado con sus personajes en algunas cosas, pero llegó un momento en el que yo no me sentía identificado absolutamente en nada”, reconoce Lorente.
Encontrar a Bárbara Rey fue más complicado. “Estábamos buscando y buscando y nada. Un día apareció Belén [Cuesta] en estas oficinas, se puso una peluca e hizo una bestialidad de secuencia, nos quedamos boquiabiertos”, recuerda Écija de una decisión que, a priori, no parecía la más natural por el escaso parecido entre ambas. “Cuando me propusieron hacer el casting, no sabía si quería hacerlo, por el cliché y la imagen que uno tiene de ella. Pero quise deshacerme de eso. Además, es una forma de hacer justicia y que la gente entienda qué fue esta mujer y lo que pasó. Es un personaje muy ajeno a mí, nada que ver conmigo, y a la vez, siento una gran responsabilidad por poder contarla de la mejor manera posible”, explica Belén Cuesta.
Realidad y ficción
Un letrero al comienzo de la serie avisa de que la trama está inspirada en hechos y personajes reales, pero que también se ha ficcionado mucho “con fines dramáticos”. “Hemos trabajado mucho con Bárbara y con el entorno de Ángel. Pudimos hablar con Payasito antes de que muriera [Francisco Javier García-Ontiveros, conocido como Payasito, fue amigo de Ángel Cristo y murió en octubre de 2021]. Con Bárbara he tenido veintitantas horas de conversación”, detalla Écija, que también ha contado con la ayuda de la periodista Chelo García Cortés, interpretada en la serie por Adriana Torrebejano. Cuando tuvo lugar esta entrevista, Bárbara Rey aún no había visto la serie porque quería esperar a verla entera. “Vino al rodaje del día de la boda. Fue muy emocionante para ella. Está muy preocupada con lo que le va a emocionar, el viaje que va a ser para ella la serie”, continúa el guionista.
Una vez que reunieron el material necesario, la serie no ha dudado en imaginar con la realidad como punto de partida. “La ficción es ficción y esta es una interpretación de la época. Creo que la esencia y los pilares son honestos, pero sí que quiero trabajar en el envoltorio para que sea un viaje emocionante y entretenido para el espectador”, defiende Écija sobre su aproximación a esta historia. “Eso sí, no evitamos ni uno de los conflictos que esa relación tuvo, están todos, desde un punto de vista responsable, pero eso no quiere decir que los evitemos. Cuando se habla del rey y de la relación con Bárbara y hablas de responsabilidad, puedes pensar que nos hemos autocensurado, pero en absoluto”. El actor Cristóbal Suárez interpreta al rey Juan Carlos. “Buenas noches, majestad”, dice Bárbara Rey en el primer episodio de la serie. “¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así?”, contesta Juan Carlos cuando ella acude a uno de sus encuentros clandestinos. “Todo eso está en la serie como hemos investigado y como creemos que fue. Si no, no nos habríamos puesto a hacer esta serie”, defiende Écija.
Para los actores, interpretar personajes reales que, además, están tan grabados en la memoria reciente del país es un reto que Belén Cuesta afronta con inquietud. “Quiero que se sienta medianamente satisfecha con el reflejo que doy de ella”. Para preparar el personaje, Cuesta y Rey charlaron una tarde tomando un café. “Más que saber qué era realidad y qué no, quería saber cómo era ella en la intimidad, cómo es María más que Bárbara [el nombre real de Bárbara Rey es María García García], cómo se relacionaba con su padre, cómo le hablaba a sus hijos, cómo era en la intimidad con Ángel…”. “Está claro que no soy Bárbara Rey ni tengo su voz”, prosigue la actriz. “Me podría haber acercado más a su personaje intentando imitarla, pero creo que me habría ido más a una parodia. Yo quería contar la historia, cómo sufría, cómo sentía. Soy la primera que, cuando ve un biopic, se pone a buscar si se parecen o si están bien caracterizados. Parto de que eso va a pasar y que la gente dirá que no tengo las piernas tan largas. Obvio, no soy Bárbara Rey. Pero quiero que la gente entienda su historia más que ver si me parezco o no”.
Personajes pop
Junto a títulos como Veneno, Bosé, Nacho o Camilo Superstar, Cristo y Rey se podría incluir en una tendencia televisiva nacional que gusta de volver la mirada sobre personajes que han marcado la cultura popular reciente en España. “Creo que es un camino para mirarnos a nosotros mismos”, dice Belén Cuesta. “También te hace ver que los recuerdos que tenemos muchas veces están totalmente prostituidos. Tienes algo en tu imaginario y cuando lo revisitas te das cuenta de que no era así”, añade Jaime Lorente.
Écija explica de una forma más pragmática esta tendencia: “Ahorra mucho marketing y comunicación. En la época en la que se estrenan cientos de series al año, es un camino más corto y más económico para generar interés en el espectador. Pero también tienes que responder a las expectativas que genera la memoria, que es bastante poco fidedigna”.
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