Silvia Abril: “Tengo sofocos, no me escondo”

La actriz, que estrena una serie donde celebra junto a su amiga Toni Acosta su medio siglo de vida, bromea sobre las glorias y miserias de la mediana edad y confiesa que sufrió bulimia en su juventud

La actriz y humorista Silvia Abril.Foto: Bernardo Pérez | Vídeo: TNT

Hace un día del demonio en Madrid, el tráfico es el infierno propiamente dicho y los convocados a la cita —acordada casi aquí te pillo, aquí te grabo— llegamos estresadísimos. Todos menos la entrevistada, que aparece fresca cual rosa pese a haber dormido poco. Saluda a los recepcionistas del hotel, que conoce de otras veces, y se pone a disposición con envidiable talante entre sereno y colega. Va de riguroso negro, con un plumas de esos ultraligeros, vestido largo de punt...

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Hace un día del demonio en Madrid, el tráfico es el infierno propiamente dicho y los convocados a la cita —acordada casi aquí te pillo, aquí te grabo— llegamos estresadísimos. Todos menos la entrevistada, que aparece fresca cual rosa pese a haber dormido poco. Saluda a los recepcionistas del hotel, que conoce de otras veces, y se pone a disposición con envidiable talante entre sereno y colega. Va de riguroso negro, con un plumas de esos ultraligeros, vestido largo de punto fino y gafas de pasta también negras. Todo muy catalán, según los tópicos indumentarios que asociamos con ellos los madrileños, y viceversa. Solo rompe la monocromía un abanico rojo y amarillo con el que se autoventila ininterrumpidamente. Ambas, me temo, sabemos de dónde vienen esos calores.

Suele ir siempre de colorinchis subiditos de tono. ¿Quería parecer más seria en la foto?

Al revés. Llevo siete días rodando una película fuera de casa y se me ha acabado la ropa. Ayer me eché un café en el último jersey naranja, y hoy solo tenía cosas negras, ya me fastidia. Para mí, la ropa vistosa y las gafas raras son mi forma de estar en el mundo. Necesito el color, me gusta la gente con luz y buena energía.

Entonces, este día gris, frío y lluvioso le dará bajonazo.

Pues antes sí me hubiera dado, pero ahora, con la movida del cambio climático, pienso: ”Qué bien que llueva”.

¿Tan concienciada está?

Superconcienciada. A medida que me hago mayor, necesito más la naturaleza, me sirve para descargarme, es mi toma de tierra.

La veo y la oigo superzen.

Qué va, en lo peor de la pandemia, encerrada en casa, una de las cosas que me propuse es bajar de la rueda de hámster en la que tenía la sensación de estar, pero estoy otra vez metida.

¿Qué le pasó en la pandemia?

Que peté. No me daba la vida, no paraba de trabajar, aún encerrada. Un día me vi disfrazada de Mary Poppins, a punto de entrar en imagen en el programa de Andreu [Buenafuente, su pareja, director de Late Motiv], que hacíamos en el piso de arriba de casa, con mi hija Joana pidiendo comer a gritos y la clase online del cole a medias. Empecé a llorar y no podía parar. Me bajé del programa, pero me cuesta mucho decir que no a cualquier propuesta. Necesitaría dos vidas para probar todo lo que me gustaría.

En El gran sarao, la actriz Toni Acosta y usted celebran juntas sus 50 años y hablan de la menopausia y otras cositas de la mediana edad femenina. ¿Tiene ese abanico algo que ver con el asunto?

Claro. Tengo sofocos, no me escondo. La menopausia es un coñazo, sí, pero ¿qué pasa? Es una etapa de la vida de la mujer. Los tíos también tienen sus cositas.

Acosta y usted se conocieron hace tres años y desde entonces son intimísimas. Disfrutan y trabajan juntas. ¿Lo suyo fue un flechazo?

Totalmente. Tengo una conexión muy bestia con ella. De repente, aparece alguien en tu vida y haces match. Me ha pasado otras veces, pero creía que, a cierta edad, ya no pasaba. Amo a Toni, lo digo totalmente en serio. Me casaría con ella, podría ser mi pareja, podría enamorarme de ella.

¿Es usted más abierta con los años?

Es que, a esta edad, estamos de vuelta de muchas cosas. Mi madre, separada hace 20 años, no deja de decirnos que la dejemos de parejas, con lo bien que se está sola. No se necesita a los hombres para ser feliz. Y también hay que decir algo que hasta nosotras decimos poco: en el momento de la menopausia, la libido cae. Somos víctimas de las hormonas, ¿qué culpa tenemos? Pero se puede vivir y ser feliz sin tanto sexo, y eso te permite abrir otras puertas y descubrir otros lugares donde se está de maravilla.

¿Y las arrugas cómo se llevan?

Cada uno es libre de tomarse el envejecimiento, y de hacer con su cuerpo y su rostro, lo que le dé la gana. De momento, estoy a favor de la arruga. Claro que me ha cambiado el cuerpo, claro que tengo arrugas, claro que me jode, pero me va a salir más barato aceptarme que invertir en bótox y cirugía y no reconocerme. Me da pena ver a compañeras. Lo entiendo y respeto, pero por ahora me niego. Quiero ser como Geraldine Chaplin. ¿Si no nos dejamos envejecer, quién va a hacer de vieja?

Dejó Derecho en cuarto para estudiar teatro. Vaya volantazo.

Yo entonces era una niña de pueblo, no había salido de Mataró. Me apasionaba el teatro, pero nadie a mi alrededor se había dedicado a esto ni me habían llevado de niña. No sabía que de esto se podía vivir. Así que acabé en Derecho por seguir al rebaño. En la universidad di con una profesora, Chiqui, que me habló del Instituto del Teatro. Me presenté a las pruebas a escondidas de mi familia, me cogieron, y dejé la carrera. Nunca dudé, aunque una profesora me hizo daño.

¿Y eso?

Me soltó una sandez. Yo era una adolescente, no me gusta la palabra gorda, pero siempre necesité más talla que mis compañeras. Esa profesora me llamó la atención y me dijo que, si no perdía peso, no podría ser actriz. Eso me destrozó por dentro. Me lo creí y desarrollé un trastorno con la comida. Ahora sé que fue bulimia. Me atracaba a escondidas. No fue demasiado grave, porque yo sola busqué ayuda en un grupo de terapia de una amiga argentina, y lo resolví. Pero viví autocastigándome con la comida.

Eso fue hace 30 años, ¿hemos mejorado o empeorado en esa exigencia?

Quiero creer que hemos mejorado un poco, pero no lo suficiente. Las redes sociales nos muestran que hay mucho camino por recorrer. Se empiezan a ver cuerpos no normativos en actrices y modelos, pero son pasos, no voy a decir que insignificantes, pero no suficientes.

Defiende el humor sin límites, pero ¿qué no le hace maldita la gracia?

Pues mira, la política. Lo que está pasando con ella no tiene ni puñetera gracia. Siempre pienso, no veas las noticias, no leas. Yo uso la comedia para sobrevivir, pero hay veces que ni con el humor puedes superar cosas que ocurren. Como la campaña de insultos personales contra Irene Montero. Me indignó tanto que tuve que desconectarme para no saltar en redes.

¿Eso no es autocensura?

Un poco sí. Pero es por evitar el ruido, la avalancha, por evitarme marrones. Estamos anestesiados en ese sentido. Yo hago mucha campaña en casa, con los míos, con mis sobrinos, pero no uso la fuerza que puedo tener con mis seguidores, que ni sé los que tengo, para levantar la voz y decir estoy contra esto. En ese sentido soy cobarde.

¿Se veía así a los 51? Porque los 50 ya los cumplió hace tiempo, ¿ya estamos quitándonos años?

Jajaja. Sí, pero los 50 los celebré sola, en pandemia, y esto es una fiesta de serie. Nunca me he quitado ni un mes. Nunca he proyectado nada. Siempre he vivido al día. A veces pienso que no he tomado nunca las riendas de mi carrera porque no me ha hecho falta, he estado siempre en el lugar oportuno con la gente precisa. He sido muy afortunada y estoy muy agradecida con la vida porque no he tenido que buscar el camino, sino que lo he encontrado. Nunca he tenido plan.

Y si no, siempre le queda el plan B de acabar Derecho y montar un despacho.

Quita, quita, qué rollazo.

'EL GRAN SARAO'

Es la serie en la que Silvia Abril (Mataró, 51 años) celebra, junto a su amiga y colega, la actriz Toni Acosta, su medio siglo de vida. Abril, que formó parte del mítico grupo teatral Els Comediants, dejó la carrera de Derecho para dedicarse a la interpretación, donde ha destacado por su acusada vis cómica. Tras participar en éxitos televisivos como Homo Zapping o Tu cara me suena, Abril, pareja de Andreu Buenafuente, con quien presentó la gala de los Goya en 2020, ha participado también como actriz en la saga de películas Padre no hay más que uno. En El gran sarao, recién estrenada, aborda las contradicciones de la mediana edad y se ríe de todo y de todos, empezando por ella misma.

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