Jennifer Coolidge regresa a ‘The White Lotus’, la serie con la que ha encontrado el triunfo tardío
La actriz habla de su personaje en la comedia de HBO Max y de cómo su íntima amistad con su creador, Mike White, ha provocado un giro inesperado en su carrera
Cuando el pasado 12 de septiembre sonó el nombre de Jennifer Coolidge (Boston, 61 años) como ganadora del Emmy a mejor actriz secundaria en una miniserie por The White Lotus surgió en la sala la melodía de la canción house de los noventa Finally: “Finalmente me ha pasado a mí”, dice el estribillo que acompañó a la actriz en el m...
Cuando el pasado 12 de septiembre sonó el nombre de Jennifer Coolidge (Boston, 61 años) como ganadora del Emmy a mejor actriz secundaria en una miniserie por The White Lotus surgió en la sala la melodía de la canción house de los noventa Finally: “Finalmente me ha pasado a mí”, dice el estribillo que acompañó a la actriz en el momento que certificaba su consagración tardía. Gracias a la oscura comedia de HBO Max y a un personaje que su amigo Mike White, creador de la ficción, concibió expresamente para ella, la estadounidense ha pasado a coronarse en la industria que durante décadas ha ninguneado su presencia.
Su absurdo discurso de agradecimiento del premio, en el que fue incapaz de administrar el tiempo, confesó haber tomado un baño de lavanda para entrar en su vestido y terminó con un baile sobre el escenario, conquistó a la audiencia. El momento viral contribuye a desdibujar la línea que separa la ficción y realidad con respecto a Tanya McQuoid, la delirante millonaria que interpreta en la serie y que retoma el 31 de octubre en su segunda temporada.
“Hace dos años estuve a punto de comprar una floristería porque pensaba de verdad que no iba a poder dedicarme a la actuación. Y mira dónde estamos ahora”, decía la actriz en abril en Taormina (Sicilia), durante el rodaje de los nuevos capítulos de The White Lotus, sin saber que el Emmy llegaría cinco meses después.
Su carrera quedó marcada por su papel en American Pie (2000), en donde seducía a uno de los amigos de su hijo universitario. Pero ella siente que estaba encasillada casi desde el comienzo, a principios de los noventa, cuando debutó con un papel episódico en la serie más exitosa del momento, Seinfeld. “Entonces, había un cierto tipo de mujer digamos que con una belleza no estándar que siempre hacía de la alocada mejor amiga de los protagonistas, de la secundaria rara. Le dije a mi agente que no me interesaba más hacer eso, que quería hacer monólogos de humor. Y me tiré cuatro años intentando vivir de eso. Hasta que volví a esos personajes”, contaba desde Italia mientras retomaba el papel con el que ha logrado reivindicarse.
Tras esos trabajos puramente alimenticios e intervenciones públicas no muy distintas a la de los Emmy, Coolidge se convirtió en un desastre encantador, un referente estético basado en la horterada de alta costura, una mujer siempre dulce y a menudo patosa y desubicada. Son cualidades que hacen de ella la mariliendre que todo gay querría tener a su lado. Pero White se la quedó para él.
Una pequeña participación hace pocos años, en la celebrada Una joven prometedora, cambió algo las cosas, pero, asegura la actriz, todo dio un gran salto cualitativo cuando su amigo sacó adelante The White Lotus: “Nadie me había pedido ser la protagonista de su historia hasta que llegó él. Es como que él dio permiso al resto de la industria para darme ese tipo de papeles”. Coolidge ya prepara proyectos con roles principales junto a David Harbour (Stranger Things), Anthony Mackie (el nuevo Capitán América) y Reese Whiterspoon. Ryan Murphy cuenta con ella para uno de sus estrenos en Netflix, The Watcher, y coincidirá con Jennifer Lopez en Shotgun Wedding.
Mike White y ella se conocieron cuando interpretaron a una pareja de novios en la comedia independiente Gentlemen Broncos (2009), del director de Napoleon Dynamite, Jared Hess. Y desde entonces son amigos íntimos. Viajan juntos y conviven durante meses enteros. “Me tiene calada. Creo que le parece divertidísimo que pueda seguir viva siendo como soy”, comenta la actriz. Durante 15 años, él estuvo prometiendo a la actriz que iba a escribir una serie o una película exclusivamente para ella, para que pudiera brillar. Completó un guion en 2018 y la propuso a todas las cadenas posibles, pero nadie se interesó por la propuesta. Cuando llegó The White Lotus, White reservó un papel para ella, para compensar el no haber cumplido su promesa, sin saber que esa especie de premio de consolación era el que iba a darles el triunfo que hasta ahora solo habían rozado.
En la primera temporada de la comedia, la intérprete encarna a una mujer con buen fondo. Alienta a Natasha, una de las trabajadoras del resort de lujo en el que está de vacaciones a que monte su propio negocio, con su ayuda financiera. Después de llenarla de ilusiones, Tanya conoce a un hombre y se distrae de ese propósito inicial, que era ayudar a su nueva amiga. En los nuevos capítulos, la millonaria consigue lo que desea, tiene unas altas expectativas en cuanto a su vida amorosa, pero descubre que quizá eso no le dé la felicidad. “Cuando tienes mucho dinero es mucho más decepcionante el no hacer lo correcto. Está en tu mano cambiar otras vidas para bien. Pero también hay veces en que la gente tiende a pensar que, si estás en una situación privilegiada, puedes hacer cualquier cosa. A mí me han pedido muchas veces ayuda para entrar en algún proyecto de cine o televisión y, cuando no lo he conseguido, han dejado de hablarme”, confiesa.
La actriz es consciente de ser la musa de alguien especial en la industria de Hollywood. Alguien que, a su modo, es leal a ella. White era un actor sin mucho éxito que decidió dedicar sus muchos ratos libres como desempleado a escribir sus propias historias. Creó Iluminada, comedia que jugaba con la bipolaridad de su protagonista. Logró un triunfo moderado con esa historia en HBO entre 2011 y 2013. Luego, su carrera volvió a dar un bajón hasta que llegó The White Lotus en la misma plataforma. Como su rostro no es muy conocido entre el público en general, hace un par de años el guionista y director decidió participar en el programa de telerrealidad Supervivientes, que en Estados Unidos está reservado a concursantes anónimos, porque le gusta verlo como espectador. Ocurrió no mucho antes de que él también recibiera hace unas semanas los máximos premios de la industria de la televisión.
“Mike siempre supo que ella era una estrella que todavía no había encontrado el material adecuado”, comenta David Bernad, productor ejecutivo de la comedia en la que trabajan juntos y una de las primeras personas a la que ambos dedicaron sus Emmy. Coolidge se enfrenta a la responsabilidad de interpretar a un personaje que White escribe expresamente para ella. Y que, además, están abiertamente inspirado en ella. La actriz, en vez de hablar de agallas, se refiere a la humildad que le genera esa situación. Cuando lo cuenta, no puede evitar que hasta las cosas serias de las que habla resulten divertidas: “A veces es doloroso. Ves cómo una persona que es realmente inteligente puede llegar a verte. Y no siempre es de una forma atractiva o atrayente. Es un espejo difícil de mirar. Cuando leo lo que escribe a veces pienso: ‘Ay, Dios, Mike me ha visto en situaciones en las que he sido ridícula. Y encima el tío lo deja registrado a través de un personaje’. Pero un día de estos voy a escribir yo sobre él y sobre cómo es…”, bromea, haciendo parecer que habla en serio.
Coolidge entiende el sentido del humor de su amigo —”las situaciones incómodas le resultan divertidas”, explica—. A veces, añade aspectos embarazosos a Tanya que saben que a él le van a gustar. En otras ocasiones, se declara una marioneta en manos de White. En una escena algo trágica de la primera temporada, durante un funeral a bordo de un barco, Coolidge improvisó, por pura necesidad, parte de su discurso, mientras sus compañeros de reparto intentaban no reírse para no estropear el plano. “No me acuerdo muy bien lo que hice porque me encontraba terriblemente enferma. Mike sabe que odio los barcos. Lo ha visto con sus propios ojos. Por eso decidió que hiciera en uno de ellos esa secuencia tan dramática. Estaba llenando un cubo entero de vómito a unos centímetros de mis compañeros. Fue asqueroso y no tenía nada de intimidad, porque el barco era mucho más pequeño de lo que me había prometido. Pero a él le pareció todo muy divertido”, comenta, fingiendo indignación. “Sabía que no le gustaba ir en barco… Bueno, es cierto que a veces la torturo un poco por el bien de la comedia”, admite él entre risas.
“Mike tiene una memoria de elefante para todas esas situaciones vergonzosas que vivo, pero también presta mucha atención a mis anhelos. Eso también está en mi personaje. Con él, no siento que estoy interpretando. Tiene una mirada amplia y compasiva, ve lo bueno y lo malo de las personas. Perdona a sus personajes, sean como sean. Supongo que por eso yo le perdono a él”, admite la nueva reina de la comedia.
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