‘Fundación’: la obra ‘imposible de adaptar’ llega a la televisión
La trilogía de Asimov, aportación seminal a la historia de la ciencia ficción, se estrena en las pantallas de la mano de Apple TV+ en una superproducción que funciona en todos sus aspectos
Lo que parecía imposible se ha hecho realidad. Considerada una de las mejores series de novelas de la historia de la ciencia ficción —premiada como tal en los premios Hugo de 1966— y piedra angular del género, Fundación no había encontrado adaptación a la pantalla. La trilogía de Isaac Asimov (Petrovici, Rusia,1920-Nueva York, 1992), con sus precuelas y secuelas, se encontraba hasta ahora entre los grandes proyectos pos...
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Lo que parecía imposible se ha hecho realidad. Considerada una de las mejores series de novelas de la historia de la ciencia ficción —premiada como tal en los premios Hugo de 1966— y piedra angular del género, Fundación no había encontrado adaptación a la pantalla. La trilogía de Isaac Asimov (Petrovici, Rusia,1920-Nueva York, 1992), con sus precuelas y secuelas, se encontraba hasta ahora entre los grandes proyectos postergados, rechazados, descartados antes de empezar por la enormidad del reto. Un arco narrativo que abarca varios siglos, muchos personajes, localizaciones estelares inverosímiles, una filosofía difícil de reflejar en la pantalla y la ausencia de acción en las primeras 150 páginas alejaron del proyecto a directores de prestigio. “Esto es duro”, dijo James Cameron cuando se lo ofrecieron. La historia de Dune, que ha tenido en la adaptación de Dennis Villeneuve su último y controvertido capítulo, se repetía con más intensidad. Roland Emmerich o Jonathan Nolan, para HBO, estuvieron implicados en distintos proyectos que no llegaron a buen puerto. Hasta que aparecieron Apple TV+ y David S. Goyer (Dark City, Batman Begins), como guionista y productor ejecutivo del proyecto televisivo: 10 capítulos que se pueden ver desde este viernes, con el estreno de los dos primeros, y a partir de ahí uno por semana.
Apple TV+ tenía el dinero y medios que poner a disposición de Goyer. El espectáculo y un ritmo más animado que el de las novelas, pero sin excesos, están presentes desde el primer minuto del primer capítulo. El diseño de producción es impecable pero sencillo. 50 artistas han trabajado en la creación de 170 escenarios, 13 tipos de naves y seis planetas distintos. Hay efectos especiales digitales, pero también grandes escenarios analógicos y localizaciones por todo el globo (incluidas Canarias e Islandia) pero el grueso se rodó en los Troy Studios en Limerick, en lo que se ha convertido en la mayor producción audiovisual de la historia de Irlanda. Grandes números para la serie con la que la plataforma quiere dar un aldabonazo en el mundo televisivo.
Ahora bien, es en otros detalles donde el éxito de la adaptación podía quedar en entredicho. Y sale indemne, o casi. Fundación es un proyecto inabarcable que ocupó décadas de trabajo al prolífico e incansable Asimov. Empezó en 1942 como una serie de relatos en la revista Astounding Science Fiction. A principios de los años cincuenta, se convirtieron en tres volúmenes a los que añadió dos secuelas y dos precuelas en los ochenta. Además, ese universo conecta con otras partes de su obra, lo que complica cualquier adaptación. En Fundación, Hari Seldon, matemático maestro de la psicohistoria, la ciencia que estudia y predice el comportamiento de las masas, pronostica la decadencia del imperio galáctico y el advenimiento de 30.000 años de violencia y oscuridad. Ante el mal inevitable, propone poner en marcha una comunidad, Fundación, que preserve el saber de la humanidad y limite la duración de las tinieblas.
A partir de este planteamiento muy influido por Decadencia y caída del Imperio romano, de Edward Gibbon, Asimov mezcla, en las casi 700 páginas de la versión original de la trilogía, aventuras espaciales con hábiles apelaciones al sentido del ser humano y su devenir en la historia, una propuesta que, como cualquier clásico, llega de una manera distinta a los lectores, y ahora espectadores, de cada época.
Ante la inmensidad de personajes y situaciones, Goyer apostó por la condensación, por fijarse en algunos protagonistas y mezclar épocas, situaciones, libros. No conviene ver la serie comparando cada línea de guion con las novelas. Como en cualquier buena adaptación, no funciona así. La primera temporada es una simbiosis de las dos primeras obras, Fundación y Fundación e Imperio, pero no solo. El acierto de esta producción está en su capacidad para lanzar esas grandes preguntas que Asimov planteaba e integrarlas dentro de un eficaz espectáculo televisivo y una narración contemporánea. Ahí entran también en juego decisiones sobre el elenco. La ciencia ficción de la época era un género casi en exclusiva para hombres, y Asimov escribió una serie sin apenas mujeres —solo una ocupa un lugar central al final de la trilogía, pero no diremos más por no destriparlo— algo imposible de rodar en 2020. Que un personaje central como Salvor Hardin (Lea Harvey) sea mujer o que entremos a la historia a través de la mirada de Lou Llobel interpretando a la matemática Gaal Dornick no son caprichos.
Laura Birn interpreta a la androide Demerzel, otro cambio de género respecto a los libros. Se trata de una inquietante presencia al lado del emperador Cleon, uno de los primeros robots del amanecer (ya presente en Preludio a la Fundación, una de las precuelas) y que conecta con toda la saga robótica. Su inmortalidad y su incapacidad para elegir rememoran aspectos clásicos de la ciencia ficción más intelectual y es la mejor prueba del acierto del equipo creativo de la serie a la hora de beber de todo el universo de Asimov. Al releer los libros tras ver la serie era imposible no tener a Jared Harris (Chernobyl, Mad Men, The Crown) en la mente cada vez que se nombraba a Hari Seldon. El actor británico lo ha vuelto a hacer.
Uno de los pocos problemas estaría en una historia de amor que se entiende necesaria para ampliar el alcance de la serie, pero que lastra un poco el ritmo, por otro lado constante y con finales de capítulo que dejan al espectador con ganas de más.
Los caminos abiertos por la trilogía son fecundos y muchos permanecen inexplorados o apenas sugeridos. La religión usada como arma de poder, el enfrentamiento de la luz y la razón contra la superstición y la aparición de un mutante poderoso que pondrá en entredicho las predicciones de Seldon ––El Mulo, quizás el mejor personaje de la serie, el eje en torno al que gira la segunda y parte de la tercera entrega–– son solo algunos de los ingredientes que han quedado fuera. El maestro de la psicohistoria tiene un plan (y los lectores de las novelas verán alguna pequeña pista en esta temporada) que a estas alturas ni se vislumbra y que se desarrolla en Segunda Fundación, el título que cierra la trilogía, la más profunda y completa de las tres. Hay mucho material para seguir con una serie que va más allá del público adicto al género. Apple TV+ no confirma que vaya a haber segunda temporada. Goyer sonríe cada vez que se le pregunta por ello y añade que él propuso a la plataforma rodar ocho temporadas, 80 capítulos, y que tiene listos el arco narrativo y el desarrollo de los personajes. Todos buscaban un heredero para Juego de tronos e igual estaba en el espacio exterior.
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