‘¿Me oyes?’, tres guerreras que no claudican en el lado desfavorecido del paraíso canadiense
La serie, ambientada en Montreal, muestra férreos lazos de amistad y risas irreverentes entre un océano de calamidades
Algunas series canadienses, como Schitt’s Creek, Workin’ Moms y Heartland, han tenido éxito en diversos puntos del orbe, aunque sucede con frecuencia que los espectadores crean en un primer momento que son de confección estadounidense. La lengua y las semejanzas culturales son factores que lo explican. Canadá cuenta también con productos televisivos d...
Algunas series canadienses, como Schitt’s Creek, Workin’ Moms y Heartland, han tenido éxito en diversos puntos del orbe, aunque sucede con frecuencia que los espectadores crean en un primer momento que son de confección estadounidense. La lengua y las semejanzas culturales son factores que lo explican. Canadá cuenta también con productos televisivos de alto nivel procedentes de la provincia francófona de Quebec. La industria audiovisual quebequesa —con su distintivo lingüístico y sus presupuestos nada faraónicos— da muestras de calidad por guiones bien cincelados, cuidado manejo técnico, trabajo actoral remarcable y dirección sobresaliente. Basta recordar que Quebec se ha convertido en un semillero de cineastas de fama mundial (Denys Arcand, Jean-Marc Vallée, Xavier Dolan). Poco a poco, sus series televisivas van ganando terreno en el mundo, aunque existe un precedente de importancia: Un gars, une fille, estrenada en 1997, ha sido adaptada en 26 países (en España bajo el título de Él y ella).
Una de las series más aplaudidas por los quebequeses en los últimos años (y ganadora de una buena dotación de premios) es ¿Me oyes? (M’entends-tu?), producida por Trio Orange y estrenada en diciembre de 2018 en la señal pública de Télé-Québec. Dos de sus tres temporadas están disponibles en Netflix. Cada episodio —que dura en promedio unos 22 minutos— es una mezcla de carcajada y llanto, de ilusiones y destinos amargos, de fragilidades y fuerzas del espíritu.
Ada, Carolanne y Fabiola, residentes en un barrio desfavorecido de Montreal, son amigas desde la infancia y producto de familias disfuncionales; con estudios truncados a temprana edad y circulando entre el desempleo, los cheques de ayuda social y los trabajos precarios. “Vosotras sois mi mundo”, dice Ada tras meterse en un lío judicial muy gordo. Las tres se convierten en un escudo para resistir la metralla de adversidades; todo esto trufado de humor irreverente, alcohol con sed cosaca, nubes cannábicas y pasión por la música. Hugo Dumas, crítico cultural de La Presse, escribió: “El proyecto de retratar a personas marginadas que viven en un entorno muy pobre podría haberse convertido en una caricatura”. Sin embargo, subrayó Dumas, “el enfoque humano de los creadores de la serie evitó caer en la trampa del miserabilismo”.
Carolanne (Ève Landry) es víctima de violencia machista y vive atrapada bajo la timidez, aunque se refugia en la literatura. Fabiola (la cantante Mélissa Bédard en su debut actoral) carga con la responsabilidad de velar por abuela y sobrina, pero exorciza sus tristezas en el coro de un centro comunitario. Por su parte, Ada (Florence Longpré) se sirve del sexo como una llave para franquear puertas e insulta al por mayor cuando no consigue lo que desea; eso sí, con frases y ocurrencias de alto voltaje humorístico.
Además de interpretar a Ada, Florence Longpré tuvo la idea original de este programa televisivo y escribió el guion junto a Nicolas Michon y Pascale Renaud-Hébert. “Quería hacer algo distinto a lo que se suele presentar en la televisión de Quebec. Me refiero a las clases medias o ricas, a las escenas en bellos apartamentos, a tramas de pareja entre comodidades. Faltaba mostrar algo que existe y también jugar en las formas con distintos géneros”, comenta Longpré a EL PAÍS. Sobre este segundo punto, en algunos episodios se deja ver un horror de estilo exagerado, números musicales y violencia carcelaria.
Longpré cuenta que tuvieron tiempo para entrevistar a personas con perfiles parecidos o que conocen esta realidad a fondo. “Hablamos con policías, trabajadores sociales, comerciantes. También con inmigrantes de primera o segunda generación; saber cómo son quebequeses a su manera. Visitamos centros para mujeres en problemas”, afirma. Respecto a la personalidad y el estilo de Ada, Longpré comenta: “Fue frecuente toparnos con esos rasgos entre las mujeres que entrevistamos. Esa forma de abandonarse, de no importarse, de estar más preocupadas por los demás que por ellas mismas”.
Las cámaras en ¿Me oyes? no plasman la belleza del viejo puerto o la elegancia de las galerías ubicadas sobre el bulevar Saint-Laurent; tampoco la calma de Westmount, el barrio acomodado donde Leonard Cohen pasó su infancia. Exhiben, sobre todo, tabernas de elíxires baratos, callejuelas habitadas por muebles desechados y edificios con cicatrices. Montreal, al igual que urbes de otras naciones desarrolladas, tiene ese lado de adversidades y desdichas que muchas veces está fuera del alcance de las primeras miradas (los hermanos Dardenne y Ken Loach lo han reflejado con maestría en la pantalla grande), a pesar de que varios de estos países —como es el caso de Canadá— cuentan con distintos programas sociales para amortiguar en algo estos impactos.
“Hemos recibido muchos mensajes de público extranjero. Nos dicen que mostramos otras facetas de la pobreza, pero también amistad y humanidad, con toda su complejidad”, dice Longpré. Las aventuras de Ada, Carolanne y Fabiola son una ventana a la reflexión y a la empatía; también a la carcajada. Conviene destacar el trabajo de los actores secundarios. La paleta de registros es amplia: entrañables, socarrones, detestables o ingenuos, pero creíbles en cada episodio.
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