‘Mr. Corman’, algo más que la gigantesca crisis de mediana edad de un hombre blanco heterosexual
La nueva serie de Joseph Gordon-Levitt para Apple TV+ retrata con realismo deconstruido asuntos como la salud mental y el día a día de un Los Ángeles alejado de Hollywood
“¿Qué tal estás?”, dice Joseph Gordon-Levitt (Los Ángeles, Estados Unidos, 40 años) al otro lado de la pantalla, a modo de saludo al principio de una conversación telemática. “¿Acaso solemos esperar alguna otra respuesta más allá del estándar y aséptico ‘Bien, gracias’?”, recibe como respuesta. “Tengo un muy buen amigo que, cuando le preguntas, respira hondo e intenta contestar de verdad, precisamen...
“¿Qué tal estás?”, dice Joseph Gordon-Levitt (Los Ángeles, Estados Unidos, 40 años) al otro lado de la pantalla, a modo de saludo al principio de una conversación telemática. “¿Acaso solemos esperar alguna otra respuesta más allá del estándar y aséptico ‘Bien, gracias’?”, recibe como respuesta. “Tengo un muy buen amigo que, cuando le preguntas, respira hondo e intenta contestar de verdad, precisamente para hacer ver eso que comentas”, cuenta con una sonrisa. Mr. Corman, su nueva serie para Apple TV+, que se estrena este viernes en todo el mundo, se atreve a abordar todas esas respuestas incómodas que no damos ni siquiera a nuestros familiares, relacionadas con nuestros problemas, esperanzas y miedos.
La vida del actor estadounidense puede considerarse plena. Es fruto de un feliz matrimonio que se conoció haciendo activismo político y que ha sido un continuo referente en su vida. Ella, Jane, fue candidata al Congreso en California en los años setenta y él, Dennie, ha sido periodista radiofónico. De niño, el actor ganó tanto dinero participando en la comedia Cosas de marcianos, que emitió Antena 3 a finales de los noventa, que desde entonces se ha permitido trabajar solo en los proyectos que le han motivado, sin ceder a las exigencias de la industria para la que trabaja. Incluso decidió abandonar su carrera durante años para centrarse en sus estudios universitarios. En los últimos tiempos, ha encontrado el amor, ha sido padre y disfruta de la salud de los suyos. Solo una tragedia como la muerte de su hermano mayor, Dan, en 2010 rompe con lo que puede considerarse una existencia feliz. Mr. Corman se plantea a lo largo de 10 episodios de media hora cada uno qué hubiera sido de Gordon-Levitt si alguno de esos factores hubiera fallado hasta el punto de cambiar su destino.
“Intento que, aunque a veces sea complicado ver lo que le ocurre a Josh en pantalla, también resulte divertido e incluso una experiencia enriquecedora para el espectador”
Su protagonista, Josh, es algo cercano a su alter ego en un universo paralelo. Se trata de un artista frustrado en un Los Ángeles alejado de Hollywood. Se dedica a dar clases de quinto curso en un colegio tras no haber triunfado en el mundo de la música y, desde que rompió con su exnovia, comparte su casa con un amigo del instituto para hacer frente al alquiler mientras sigue lidiando con los conflictos de una infancia marcada por un padre tóxico. Aunque es consciente de que tiene muchas cosas por las que estar agradecido, el treintañero que está a punto de dejar de serlo lucha contra sentimientos como la ansiedad, la soledad y la falta de confianza en uno mismo. “Nadie es feliz todo el tiempo. Ha habido momentos en que yo no lo he sido, así que supongo que todo el mundo puede identificarse con este personaje. Intento que, aunque a veces sea complicado ver todo eso en pantalla, también resulte divertido e incluso una experiencia enriquecedora”, admite Gordon-Levitt, que añade de cuando en cuando collages visuales y narraciones experimentales para romper con el tono hiperrealista de una historia que también protagonizan Debra Winger y Juno Temple.
El resultado se aproxima a una versión algo oscura de Alta fidelidad (2000), de Stephen Frears y Nick Hornby, uno de los títulos con los que finalizó la época dorada del cine independiente estadounidense. Esos relatos intimistas que casi siempre llevaban el sello de Sundance y que arrancaron con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989) son la esencia que el actor intenta recuperar con esta propuesta.
El hecho de no abordar hasta el segundo capítulo el asunto de la salud mental, “un tema relevante, pero no el único que trata la serie”, puntualiza el angelino, y de presentar al protagonista durante el piloto fuera del espectro de la ansiedad y la depresión, es precisamente una forma de “mostrar lo difícil que nos resulta distinguir, sin ayuda de profesionales, qué parte de nuestros problemas anímicos tienen que ver con una enfermedad o son simplemente reacciones normales a circunstancias externas”.
Mr. Corman ha sido creada, escrita, producida, dirigida e interpretada por el estadounidense, pero “está muy lejos de ser una serie de una sola persona; es un esfuerzo colaborativo”, defiende. El relato intenta no quedarse estancado en las fronteras del drama en torno a la crisis de mediana edad de un hombre blanco heterosexual. Lo hace a través de los personajes con los que interactúa su protagonista. Dos de los episodios cuentan con la dirección de Aurora Guerrero, la cineasta LGTBI+ estadounidense de origen mexicano que ha trabajado en Little America y Por trece razones. Además de aportar una mirada diversa, su presencia permite a Gordon-Levitt concentrarse en interpretar los momentos más complejos del personaje.
Desde que abandonara Cosas de Marcianos hace 20 años, el actor ha intentado mantenerse lo más alejado posible de la televisión, hasta que ha regresado de lleno con este proyecto. “Por supuesto que amo la serie en la que pasé mi infancia y juventud. Pero era una comedia de situación, un género muy tradicional, que además, en ese caso, mantenía códigos encorsetados de la época de I Love Lucy [estrenada en la década de los cincuenta]. Todos sabemos que el asunto ha cambiado. De hecho, mi cine favorito en los últimos tiempos son dos series, Atlanta y Fleabag, que cuentan con esa intimidad narrativa que he echado tanto de menos”, comenta.
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