Columna

Pelé y el dictador: el borrón de O Rei

La estrella brasileña rehúye la autocrítica por su cercanía al régimen de los militares. Lo suyo, dice en un documental de Netflix, era hacer disfrutar al pueblo con el balón

Pelé, con el dictador brasileño Emílio Garrastazu Médici, en el verano de 1970. En vídeo, tráiler de la película documental 'Pelé'.

El mejor Brasil que recuerda el fútbol, el de Pelé, coincidió con el peor Brasil que se ha sufrido en política, el de la dictadura militar nacida del golpe en 1964 y que duró dos décadas. Para los nostálgicos de aquel fútbol deslumbrante, lejos del modelo hiperprofesional e hipercapitalista de hoy, el documental El Brasil del 70, en Movistar+, saciará su ansia. Verán los regates, las paredes, los golazos con un poquito de contexto político de la época. Para el que quiera profundizar en la fi...

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El mejor Brasil que recuerda el fútbol, el de Pelé, coincidió con el peor Brasil que se ha sufrido en política, el de la dictadura militar nacida del golpe en 1964 y que duró dos décadas. Para los nostálgicos de aquel fútbol deslumbrante, lejos del modelo hiperprofesional e hipercapitalista de hoy, el documental El Brasil del 70, en Movistar+, saciará su ansia. Verán los regates, las paredes, los golazos con un poquito de contexto político de la época. Para el que quiera profundizar en la figura de O Rei, y en sus contradicciones, es mejor opción la película Pelé en Netflix.

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Vemos al actual Pelé anciano a sus 80 años, frágil, necesitado de un andador, alejado de cualquier lujo. Él mismo y gente de su entorno cuentan su historia. Cuando fue convocado para el Mundial de Suecia 1958, era un crío de 17 años que no había salido nunca de Brasil, y su país no había dejado más impronta en el deporte que el trauma nacional del Maracanazo, la derrota ante Uruguay en 1950.

La generación de Pelé —no solo él— encadenó dos copas del mundo; luego perdió la de Inglaterra y la estrella, deprimida, dijo que dejaba la Canarinha. Pero lo convencieron para enrolarse en el equipo que volvió triunfante, otra vez, de México en 1970.

Llega la escena clave: el Pelé tricampeón abrazado al dictador Emílio Garrastazu Médici mientras desaparecían cientos de sus compatriotas. Una foto y un silencio que dolieron a muchos: por aquellos años otros deportistas negros —con Muhammad Ali a la cabeza— hacían activismo por los derechos civiles. Él se defiende diciendo que no sabía de política, que lo suyo era hacer disfrutar al pueblo con el balón, que ha posado con todos los presidentes hasta hoy con Bolsonaro.

Ni siquiera con la distancia de los años acepta O Rei juzgar con dureza su ayer, el gran borrón de una carrera grandiosa.

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