La Fábrica de la Tele entiende España mejor que el CIS
La productora de ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ ha creado un programa que ya es historia de la televisión y de la sociología
Rocío, contar la verdad para seguir viva tiene un título tan largo, lacrimógeno e inclasificable como el producto al que da nombre, que ya es historia de la televisión y de la sociología de España. Pocas veces una cadena ha impuesto el tema de conversación nacional con tanto poderío (o empowerment, que diría la Lola Flores virtual). La Fábrica de la Tele, productora de todo esto, ha demostrado a quienes aún ...
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Rocío, contar la verdad para seguir viva tiene un título tan largo, lacrimógeno e inclasificable como el producto al que da nombre, que ya es historia de la televisión y de la sociología de España. Pocas veces una cadena ha impuesto el tema de conversación nacional con tanto poderío (o empowerment, que diría la Lola Flores virtual). La Fábrica de la Tele, productora de todo esto, ha demostrado a quienes aún lo dudaban que entiende España mucho mejor que el CIS y que cualquier líder político. Si se presentase a las elecciones, se comía a todos.
¿Entienden los españoles lo que hace Mediaset tanto como Mediaset entiende a los españoles? Estos días he leído muchos análisis: tribunas feministas, objeciones jurídicas sobre la presunción de inocencia y, sobre todo, reproches moralistas contra la conversión en espectáculo de una tragedia privada e incluso peticiones para que Mediaset pierda su licencia por incumplir la función de servicio público que exige la concesión administrativa. Ni uno de esos textos ayuda a entender nada.
Lo único interesante que he leído es un reportaje de Maite Nieto en este periódico sobre la filosofía de La Fábrica de la Tele, que dio la vuelta a los códigos de la prensa rosa: ya no hacían falta periodistas porque los protagonistas contaban sus miserias en primera persona. Los famosos ya no salían para presumir de casa, sino para contar al detalle lo que antes se esforzaban por esconder. Separar la verdad de la mentira en estos testimonios es imposible. Además, nadie quiere separarlas. Rocío Carrasco es, al mismo tiempo, una realidad y una ficción, cercana e inalcanzable a la vez, teatro kitsch y confesión policial. Tanta ambigüedad coloca al espectador en la posición del juez que debe tomar partido y dictar sentencia, un placer que va mucho más allá del morbo. Así se conquista España.
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