Los marcianos de Ciudadanos
No importa la simpatía o animadversión que despierte Ciudadanos. Lo triste es comprobar la facilidad con la que los pioneros se quitan la escafandra y abandonan el planeta
En The Expanse (la mejor space opera de la tele, con permiso de los trekkies), los marcianos son humanos. Unos colonos se independizaron hace tiempo y fundaron un Estado de pioneros. Aguerridos, belicosos y voluntaristas, los marcianos quieren hacer de su planeta un lugar habitabley s e apoyan en el patriotismo y en la trascendencia del destino para no desfallecer en la empresa. Hasta que se descubren mundos habitables parecidos a la Tierra. Muchos marcianos se desdicen ento...
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En The Expanse (la mejor space opera de la tele, con permiso de los trekkies), los marcianos son humanos. Unos colonos se independizaron hace tiempo y fundaron un Estado de pioneros. Aguerridos, belicosos y voluntaristas, los marcianos quieren hacer de su planeta un lugar habitabley s e apoyan en el patriotismo y en la trascendencia del destino para no desfallecer en la empresa. Hasta que se descubren mundos habitables parecidos a la Tierra. Muchos marcianos se desdicen entonces del patriotismo y se largan a esos planetas donde la vida es fácil y prometedora. El sueño de Marte queda para los fanáticos y los desesperados.
Ciudadanos es más naranja que rojo, pero también era un planeta de pioneros que esperaban construir un espacio político habitable en la superpoblada política española. Hasta que descubrieron sillas fértiles en el PP, mucho más cómodas y con encuestas ricas en oxígeno. Destaca el caso de Fran Hervías, antiguo secretario de organización, de cuyo perfil político y discursivo solo hemos tenido noticia cuando ha decidido abrir despacho en el PP. Lo único relevante en su carrera política, hasta ahora, ha sido el portazo de salida, lo cual indica que Ciudadanos lleva tiempo siendo un globo vacío sin nada que decir, más allá de la frase perenne de los vecinos de la vieja política: ¿qué hay de lo mío?
Ahora vendrán las exégesis y las discusiones sobre en qué momento se jodió el Perú, mientras algunos fundadores, como Arcadi Espada, llaman a echar el telón para evitar una agonía larga. No importa la simpatía o animadversión que despierte Ciudadanos. Tampoco el desprecio que el transfuguismo y las traiciones inspiran en cualquier persona decente. Lo triste aquí es comprobar la facilidad con la que los pioneros se quitan la escafandra y abandonan el planeta, cómo fluye el descreimiento, qué poquito vale el compromiso.
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